Secuelas como dolor, hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad, shock y, a veces la muerte acompañan la práctica de la ablación genital femenina (MGF) denominada así por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que corresponde a la eliminación parcial o total de tejido de los órganos genitales femeninos, particularmente del clítoris con objetivo de eliminar el placer sexual en las mujeres, considerando razones culturales, religiosas o cualquier otro motivo no médico.
23,8 millones de niñas de Etiopía han sido víctimas de esta práctica; reconocida por la OMS como una violación de los derechos humanos.
Belinesh de 20 años y de la aldea de Site, en Woleyta, relató el ritual al que son sometidas cuando son niñas «De madrugada, cuatro mujeres te llevan debajo de un árbol, te sujetan por la espalda, por las piernas y la encargada de cortar lo hace con una una cuchilla (…) Después te ponen en la herida queroseno para frenar la hemorragia y mantequilla que actúa como barrera protectora».
A más largo plazo, las féminas enfrentan complicaciones urinarias y con el parto igualmente menstruación dolorosa, disfunción sexual y problemas psicológicos asociados.
La agencia no gubernamental Oxfam Intermón (OI) trabaja en diversos planes entre ellos uno denominado De las Bodas Forzadas a la Ablación para concienciar a la población y lograr que ambas prácticas sean abolidas de la región y así garantizar los derechos de cada una de las mujeres de Etiopía, igualmente promueven la igualdad y la formación de las féminas.
«En todos los programas, intentamos incorporar esa perspectiva, lo que nos permite asegurar que los proyectos benefician por igual a todos, y que ellas tendrán pleno acceso y control sobre los recursos y los beneficios que aporten a las comunidades», puntualizó Imma Guixé, directora de OI en Etiopía.
85 % de esta población africana vive en zonas rurales donde la religión y aspectos culturales dificultan la erradicación de la ablación; expandida en la región, contrario en espacios urbanos donde ha disminuido su práctica.
En la región Somalí, también cierran la vagina mediante sutura dejando sólo una pequeña abertura y cuando se casan les arrancan el hilo.
Luchadora social
Marta Abarra, es una mujer de Etiopía que desde hace 5 años lidera el club de muchachas sin mutilar, lucha por acabar con la ablación y cuenta con una cafetería que utiliza como trinchera para lograr que más personas se unan a su causa. Diariamente féminas enfrentadas a la mutilación genital se reúnen con la defensora de los derechos humanos.
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