Especies como la reineta y merluza cada vez son más difíciles de encontrar en las caletas chilenas. Si bien, se acusa a la jibia como principal depredadora de estas especies, pescadores artesanales e investigadores acusan la responsabilidad de la pesca de arrastre en la destrucción de los ecosistemas marinos.
Quienes primero se dieron cuenta de esta situación son los pescadores artesanales, sector de la economía que hoy enfrenta una severa crisis laboral producto de la reducción de las especies que capturan.
A juicio del presidente de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile, Cosme Caracciolo, el principal problema está dado por las cuotas de captura definidas en la Ley de Pesca: “Los pescadores artesanales apenas alcanzamos a extraer un 45% de lo que nos permite esa ley, ya que la industria de arrastre colapsó los recursos marinos. Estos están en el papel y no en el agua”.
En Chile la pesca de arrastre usa redes de fondo marino y de media agua. El problema es que tal tipo de pesca no es selectiva, a diferencia de la pesca artesanal, y captura variedades de otras especies que no son usadas por el industrial.
Como la industria no tiene temporadas de pesca, extrae durante todo el año, lo que provoca una explotación constante de los recursos marinos. El argumento esgrimido por los industriales es que la llegada de especies, como la jibia, son la principal causa de la ausencia de especies como la merluza.
Caracciolo responde que la merluza tiene a otras 92 especies acompañantes y la extracción indiscriminada de la primera ha extinguido a las otras especies. En las zonas costeras centrales de Chile ya es difícil hallar variedades del congrio, pejegallo o lenguado, todas acompañantes de la merluza. “La pesca de arrastre afecta indirectamente a estas especies, las que no aparecen en las estadísticas” – remata el dirigente de los pescadores.
POSIBLE MORATORIA
Según el diputado Samuel Venegas, existiría un consenso mínimo entre la mayoría de diputados de la Comisión de Pesca y Acuicultura de la Cámara: Se trata de prohibir la pesca de arrastre en todo el litoral chileno por un determinado período, con el objetivo de preservar la biomasa y asegurar la existencia de la merluza común, especie que capturan los pescadores artesanales y es vendido en las ciudades del litoral.
Por su parte, el diputado René Alinco confiesa tener fe en la aprobación del proyecto. “Hace años debiera haberse planteado esta moratoria, porque es urgente preservar los diferentes recursos extraídos por la pesca de arrastre y evitar el exterminio de especies, como la merluza, que son afectadas por esta práctica pesquera a gran escala”.
El diputado Samuel Venegas precisó que “es necesario adoptar medidas de esta naturaleza ya que la pesca de arrastre deteriora el fondo marino y el hábitat de especies en reproducción, y diversos estudios indican que de proseguir este arte de pesca, se producirán importantes deterioros de la biomasa”.
Alinco asume que chocarán con grandes intereses económicos y el argumento de que habrá más cesantía. Claro que datos de la Subsecretaría de Pesca, señalan que sólo un 3,9% de lo capturado en Chile es por pesca de arrastre. Lo pequeño de la cifra esconde que el principal daño causado a los ecosistemas marinos es por el descarte de especies arrastradas por las mallas pesqueras.
ECOSISTEMAS
El fondo del océano parece otro planeta. Algas, bancos de moluscos, corales y esponjas de aguas frías forman apacibles refugios para que los peces y demás animales se críen, alimenten y abriguen. Son hábitat que, en algunos casos, han demorado cientos de años en crearse, pero que son destruidos en pocos minutos si sobre ellos pasa una red de arrastre.
El biólogo marino y docente de la universidad de Los Lagos, Alejandro Buschmann, señaló a El Ciudadano que “la pesca de arrastre además de alcanzar la especie objetivo tiene consecuencias ambientales profundas dado que modifica el ambiente físico al utilizar sistemas que adhieren el arte de pesca al fondo como cadenas y rodillos”.
Esta destrucción del fondo marino contribuye a la declinación de las pesquerías, ya que tales nichos biológicos proporcionan ideales condiciones para resguardar y proteger el crecimiento de una gran variedad de especimenes juveniles de peces e invertebrados.
Buschmann agregó que “este sistema de pesca tiene una baja selectividad, esto significa que hay un número grande de especies no deseadas (bycatch), las que son capturadas. Esto, unido a la destrucción del ambiente físico produce alteraciones muy profundas en los ecosistemas marinos”.
Esto influye fuertemente en la cadena alimentaria marina, ya que muchas otras especies de mar dependen del propio fondo o de las especies que allí habitan para su desove, cría, protección, alimentación y abrigo. Así, diversas especies declinan drásticamente y pueden desaparecer.
Buschmann cuenta que “los pesos que llevan las redes remueven el fondo y destruyen organismos bentónicos (organismos sésiles que viven adheridos al fondo como corales y esponjas). Estos por su condición no pueden escapar, además de ser organismos muy longevos. Por ello se dice que una pasada de una red de arrastre puede destruir décadas de crecimiento de organismos bentónicos”. El investigador calcula en más de una década el tiempo de recuperación de las capas del fondo marino.
La comisión de la Cámara ya ha revisado informes de organismos internacionales que sugieren la adopción de medidas que contribuyan a la preservación de los especies marinas y evitar la sobreexplotación. “Hay argumentos científicos y sociales para terminar con la pesca de arrastre en Chile” –sostiene Alinco.
Uno de los argumento esgrimidos por los industriales pesqueros es la cesantía que provocaría una medida de este tipo. Caracciolo responde que “si prosiguen los actuales niveles de captura por pesca de arrastre, en el mediano plazo los trabajadores van a quedar igual sin trabajo”. Por ello propone como un plan de reconversión que estos trabajadores se integren al proceso derivado de la pesca artesanal”.
En Estados Unidos, sólo está permitida la pesca de arrastre en Alaska y en el estado de California se prohibió explícitamente el uso de estas pesquerías. En Europa, en cambio, se sabe que el 88% de los caladeros europeos se encuentran sobreexplotados.
El Ciudadano