Continuando con la serie de escritos sobre personajes esenciales de nuestra historia, pero poco reconocidos, presentamos a Alexandra Kollontái, notable economista y política rusa, quien formó parte del Comité Central del Partido Comunista, junto a de Vladimir Ilich Lenin y lideró la emancipación femenina y sexual en los comienzos del siglo XX.
Nacida en el seno de una aristócrata familia rusa, donde siempre se incentivó la exploración literaria, Alexandra conoció de niña los escritos de Marx, Engels, Kautsky y Rosa Luxemburgo, gracias a su instructor personal, quien la llevó a conocer a los diez años la vida y sufrimiento de los obreros y campesinos y la desigual situación de la mujer en la sociedad rusa imperialista.
Tras titularse de maestra e historiadora, Kollontái comenzó a escribir diversos textos sobre la opresión que vivían niños y mujeres en las fábricas y la concentración desmedida de la riqueza en las altas esferas del poder. En 1903, lanza oficialmente su primer libro sobre las condiciones de vida y trabajo del proletariado finés causando un gran revuelo social y cautivando la atención de los círculos revolucionarios.
Estando ya casada y con un hijo, comenzó a recorrer distintos distritos y ciudades para comprobar cuál era la situación laboral de los rusos. Durante una inspección a una fábrica textil, Alexandra encontró a un niño muerto entre la basura, hecho que marcó su vida y la llevó a alzar la voz por la grave situación en que estaban los y las más pobres.
SU REVOLUCIÓN PERSONAL
En 1905, dejó atrás su vida de esposa y madre para unirse al movimiento social que organizó la marcha de los trabajadores al Palacio de Invierno en San Petersburgo, la cual terminó con la masacre de 130 manifestantes en manos de los guardias imperiales del Zar, Nicolás II, hecho conocido como Domingo Sangriento.
Un año más tarde publicó una colección de artículos sobre la opresión que ejercía el Imperio Ruso sobre Finlandia, hecho que le significó ser perseguida por agentes represores rusos y comenzar un exilio por diversos países europeos ofreciendo conferencias sobre socialismo y reivindicación femenina.
En 1914, Kollontai se unió a los Bolcheviques, la facción radical del partido Social Demócrata de los trabajadores rusos, establecido por Lenin. Debido a sus actividades revolucionarias estuvo presa brevemente en Alemania y en Suecia, de donde fue expulsada. Desde 1915 fue asistente de Lenin. Como ardiente pacifista, viajó por Estados Unidos dando conferencias contra la participación en la Primera Guerra Mundial.
Luego de la revolución rusa de 1917, regresó a San Petersburgo y fue arrestada meses más tarde junto con Lev –León- Trotsky. Fue liberada bajo una fianza pagada por el escritor Máximo Gorky, entre otros. En junio, la nombraron delegada rusa en el IX Congreso del partido Social Demócrata finlandés.
Kollontai se convirtió en la primera mujer elegida como miembro del Comité Central del Partido. Luego de la Revolución de Octubre, cuando Lenin y los bolcheviques tomaron el poder, la nombraron comisaria del pueblo de Bienestar Social.
SUS IDEAS
Fue una figura tan popular como controvertida al defender la simplificación de los procedimientos de matrimonio y divorcio, mejorar la posición de los hijos ilegítimos y organizar campañas que promovían reformas en la vida doméstica. Junto con Inessa Armand y Nadezhda Krupskaia fue miembro fundador del Sector de la Mujer del Partido Comunista. Con esta organización trabajó para mejorar las condiciones de la vida de las mujeres en la Unión Soviética, luchó contra el analfabetismo y en favor de la institución de leyes de trabajo.
Rechazaba el feminismo burgués de la época al insistir en que el socialismo era una condición necesaria para la emancipación de la mujer y la igualdad entre los sexos. En 1933 recibió la Orden de Lenin por su trabajo organizativo con la mujer.
A principio de los años 20, Kollontai fue vicepresidenta del Secretariado Internacional de la Mujer de la Internacional Comunista. Desilusionada con la Nueva Política Económica de Lenin, que permitía la actividad privada en la agricultura, el comercio y la industria menor, Alexandra tuvo un papel preponderante en la oposición de los Trabajadores Libertarios. Este grupo, dentro del partido, exigía una democracia mayor y quería transferir más poder a las organizaciones sindicales, en vez de al Estado. Luego de haber sido prohibido en 1921, varios miembros del grupo fueron arrestados y asesinados. Al volverse cada vez más crítica del Partido Comunista, fue marginada políticamente, lo que tal vez le salvó la vida.
Sin embargo, su programa de liberación sexual de la mujer fue duramente criticado por mujeres de la clase trabajadora. Su teoría contra el amor posesivo tampoco gustó a Lenin, y muchos de sus adversarios políticos dentro del partido manipularon sus tesis para acusarla de defender la promiscuidad y descuidar sus obligaciones dentro de la colectividad y así, hacer inminente su expulsión. Kollontai no se amilanó ante la persecución y optó por renunciar a su cargo y dedicarse a la diplomacia.
Se convirtió en la primera mujer embajadora en el mundo, representando a los soviéticos en Suecia y Noruega.
En 1927, en Alemania, publicó su autobiografía titulada “Una mujer emancipada sexualmente”, que revolucionó a todos los círculos intelectuales de la época. Tras el revuelo causado con su libro, Stalin la consideró una traidora y le negó el retorno al país.
Aunque tuvo un papel importante en las negociaciones para el armisticio de 1944, que terminó con la guerra entre Finlandia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), sólo pudo regresar a su país en 1945.
Nominada en 1946 al Premio Nobel de la Paz, pasó sus últimos años en Moscú escribiendo sus memorias y trabajando como asesora para el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país.
Kollontai fue una adelantada de su época, y sus textos han servido de inspiración a muchos movimientos de liberación, aunque se haya postergado la difusión de sus ideas, en un mundo dominado por hombres.
Por Claudia Pedreros Saá
El Ciudadano Nº122, primera quincena abril 2012