Las condiciones políticas de una reforma constitucional prometida por Andrés Manuel López Obrador(AMLO), podría generar mejores condiciones al pueblo indígena para organizarse, conservar una agenda nacional propia y luchar por ella.
Así lo destaca Francisco López Bárcenas, estudioso del tema indígena, quien se refirió a los Pueblos Indígenas y la Cuarta República prometida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que comenzará luego que el presidente electo sea envestido con el poder de decisión para realizar los cambios que necesitan, sobre todo los pobres de este país.
AMLO quien se ha pronunciado por reformas constitucionales, institucionales y de políticas públicas relacionadas con este sector de la población mexicana podría potenciar la defensa de sus derechos, lo cual generaría posibilidades de un verdadero cambio, reseña el portal Plumaslibres.
Aunque las propuestas para combatir la pobreza de AMLO apuntan hacia los problemas más apremiantes de la población, no combaten las causas que los producen; sin embargo, las condiciones políticas que podrían generar mejores condiciones legales para luchar por sus derechos y eso es empoderar al pueblo.
Su consideración es que los cambios que el país y los pueblos indígenas necesitan vendrán de la organización y la lucha de ellos mismos. “Empujar por la Cuarta Transformación de la República puede ser una oportunidad de inclusión de quienes siempre han estado fuera de ella”, sentenció.
Saldo de la Tercera República
La mayoría de los indígenas en México no cuenta con seguridad social –80 por ciento–. Los niños indígenas sufren desnutrición crónica, pese a la Cruzada Nacional contra el Hambre que anunció el gobierno que acaba y no cumplió.
Millones de indígenas son analfabetas y no conocen lo que realmente es una escuela. Tampoco saben de vivienda digna, de hospitales, clínicas de salud y medicamentos.
Su entorno es el sufrimiento, la explotación y el despojo de sus recursos naturales. Mucho se presume en su nombre y casi nada es lo que existe.
Son las víctimas mayores de la pobreza. Peor si son mujeres, adultos mayores o jóvenes. Nadie de este sector se salva de la discriminación económica, social y política.
Y no es de ahora, sino desde hace más de 500 años que llevan esa condición.
El reto de AMLO
AMLO ha reconocido que es con las comunidades nativas donde radica la deuda histórica de México. Todas son parte de los 53 millones de pobres que demandan no se les excluya del desarrollo social.
“Se atenderá a todos, se respetará a todos, pero se dará preferencia a los pobres y a los desposeídos. Se empezará a pagar la deuda histórica que el país tiene con sus comunidades y pueblos indígenas. Los primeros serán los olvidados, los débiles y los humillados”, se dice en el proyecto Alternativo de Nación.
La importancia que tiene para el nuevo gobierno el desarrollo del sureste del país, pues desde hace siglos lleva la paradoja de ser la región con más riquezas naturales (petróleo, gas, agua, biodiversidad, patrimonio cultural, potencial turístico), pero su población vive en la pobreza por una inadecuada distribución del ingreso nacional.
Lo cierto es que los proyectos de muerte sembrados por el neoliberalismo económico brotan por doquier. Sus promotores dividen, destruyen y despojan.
La Cuarta República
El analista John M. Ackerman, asegura que el principal reto para el nuevo gobierno de López Obrador es ir más allá de los cambios legales para generar una verdadera transformación tanto en la relación entre el gobierno y la sociedad como en la estructura del poder social y económico del país. Mientras sigamos con un gobierno corrupto que desprecia a la ciudadanía y una sociedad sometida por los poderes fácticos, ningún ajuste institucional será efectivo.
«El éxito de la segunda transición y de la cuarta república dependerá entonces, por un lado, del establecimiento de un verdadero sistema de rendición de cuentas del gobierno hacia la ciudadanía y, por otro lado, de acabar de una vez por todas con la pobreza y los privilegios a fin de generar una sociedad más igualitaria, participativa y crítica», dijo John M. Ackerman en un artículo publicado en El Proceso.