Un caso increíble ocurrió en septiembre de 1999 cuando una paracaidista cayó desde una altura de más de 4.000 metros y fue salvada por un “colchón” de hormigas. En lo que parece más una historia de ciencia ficción que realidad. Tras el incidente Joan Murray, se encuentra feliz. Considera que su experiencia podría dar perfectamente para un guión cinematográfico.
La ejecutiva bancaria de Carolina del Norte y con experiencia de 30 saltos de práctica en paracaídas, decidió probar suerte con la caída libre desde exactamente 4.500 metros. Esta modalidad de paracaidismo es un tipo de descenso en el cual se llega hasta el punto máximo recomendado para abrir el paracaídas. La idea es sentir la adrenalina hasta los límites
del riesgo y Murray creyó que estaba preparada para ello.
The story of Joan Murray, who survived a 14,500 ft fall when her main parachute failed while skydiving. She landed in a fire ant mound where numerous venomous stings caused an adrenaline rush to keep her heart beating long enough for doctors to assist https://t.co/YUMFGJCXX6 pic.twitter.com/sfuWU5R7Be
— Massimo (@Rainmaker1973) March 9, 2018
Apenas obtuvo la licencia para probar el temerario salto, el 25 de septiembre se lanzó al vacío a una velocidad de 130 km/h. Después de saltar, Murray entró en pánico al darse cuenta que el paracaídas principal no se desplegaba. Siguió cayendo mientras trataba de descubrir en segundos cómo salir del terrible aprieto en el que se encontraba.
Colchón viviente
Quienes se dedican a este deporte extremo reciben instrucciones sobre qué hacer cuando el dispositivo se atasca. Una de ellas es evitar que el paracaídas de repuesto se enrede con el principal. Para ello deben cortar la soga principal, con esta acción se libera el paracaídas de reserva, pero no si no sucede. De ahí en adelante, son pocas las oportunidades de sobrevivir.
Cuando Murray vio que se desplegó el de reserva, ya estaba a 200 metros del suelo. Los nervios y la adrenalina se combinaron con los movimientos de ella dando vueltas con el paracaídas secundario que no logró desplegarse. El resultado no podía ser otro que impactar terriblemente contra el suelo, aunque no lo hizo directamente sobre la tierra sino sobre un nido donde se encontraban 250.000 hormigas de fuego.
La ejecutiva bancaria, que sufrió fracturas severas en el lado derecho del cuerpo, fue atacada y picada por la marabunta de hormigas que trataban de defender su fortificación. Cada picada de una hormiga de fuego resulta muy dolorosa, así que Murray debió soportar la tortura mientras estaba clavada en la mitad de una colonia de cientos de miles de insectos. En estos nidos, con estructura de cúpula.
Picadas salvadoras
Para su fortuna, a Murray la salvaron las más de 200 picadas que recibió. Cuando llegaron los servicios de emergencia, la hallaron casi inconsciente. En el hospital llegaron a comprender la magnitud del milagro que allí ocurrió.
Los especialistas establecieron que las picadas de las hormigas de fuego causaron tantas descargas de adrenalina en su humanidad que el corazón no dejó de latir y los nervios y órganos se mantuvieron funcionando. Al llegar al hospital, cayó en coma por 15 días.
Dos años después de ese terrible accidente, Murray se atrevió a volver al paracaidismo. Totalmente recuperada subió de nuevo a un avión para experimentar una vez más de este deporte extremo. que a su juicio es “indescriptible”.