Manuel Méndez no fue un delincuente, ni terrorista. Tampoco fue comunista. Fue un trabajador y, precisamente por haber estado en la fábrica ese día, cayó preso el 12 de septiembre 1973. Los siguientes 60 días, que junto con miles de otros presos pasó en el Estadio Nacional, le cambiaron la vida para siempre. Cuando el domingo pasado, los “pinochetistas”, como se llaman a sí mismos, se juntaron en el Teatro Caupolicán para celebrar su propia “verdad” histórica, a Manuel se les abrieron de nuevo sus heridas. Heridas que, como se vio ese día, separan la sociedad entera y que -en realidad- nunca se han sanado.
-¿Qué sintió el domingo 10 de junio?
-Bastante mal, provocador, me sentí. Porque se están burlando de las familias de los detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y de nosotros mismos, que somos ex presos políticos. Están haciendo un homenaje, pero todo se contradice, porque no fue una cosa justa. No fueron inocentes, nos sacaron la cresta. Las heridas se abren de nuevo. Vienen a la memoria muchos recuerdos. Dicen que es un homenaje a un héroe. ¿Héroe de qué? Lo que sufrimos, no lo sufrió él. Entonces, se nos abren las heridas completas.
-Muchos defienden el acto como parte del derecho a la libre expresión…
-Está bien la expresión libre. Pero eso es mentira. Porque se estaba haciendo homenaje al Ejército en estado de guerra. ¿Pero qué guerra hubo en este tiempo? ¿Qué guerra? Nosotros teníamos nuestros trabajos, no teníamos armamento. No digo que no hubo armamento en total, pero no como ellos lo tenían. Está bien una guerra contra gente armada. ¿Pero qué éramos nosotros, con manos peladas? Había niños detenidos, mujeres. Entonces ¿De qué guerra estamos hablando? No era guerra ¡Era cobardía! El pueblo no estaba armado.
-En el acto de “homenaje”, hablaron de los presos políticos como delincuentes y terroristas…
-Dicen que estamos vivos, con buena salud y buen dinero. A mí, lo poco que me pagan me lo gané con tantas patadas que me dieron. Hay muchos que quedaron inválidos, hoy en día esperando su muerte. La plata que tienen ni alcanza para los remedios. Con estos 130 mil pesos –que les da el Estado a modo de reparación, ni siquiera con esto uno paga sus enfermedades.
-¿Los buenos y los malos?
-Todavía tienen la escuela de Pinochet en el Ejército, la aviación y la naval. No odio, siento rabia de la ignorancia que muchas personas tienen. No entienden cuánto sufrió un preso, y la familia, padres, hijos y madres. Los que tienen la culpa, no eran los cabros que estaban en la calle, porque estaban haciendo el servicio militar y también corrían riesgo de vida. Los responsables son los que tienen grados superiores. Tú ves, que todavía hay cabros en la Escuela Militar que ahora reemplazan a los viejos y va a seguir la misma escuela de matanza de Pinochet. Tienen que pasar varios años más para que termine eso. Cuando ayer vimos mucho odio de carabineros y pinochetistas, es por eso mismo, porque la rabia, el odio está.
-Las heridas se abren…
-Ayer, se abrieron todas las heridas que uno tenía, todos los golpes que uno recibió, los sintió. Creo que todos los presos se indignaron. Duele que digan que somos los cafiches del Estado. Yo no soy un delincuente, yo viví de mi trabajo. A todos, nos cagaron la vida, nos cagaron la vida entera. Y nos tratan de ignorante, porque ellos no sufrieron lo que sufrimos nosotros. No sufrieron en carne lo que sufrimos nosotros, esta pesadilla, porque fue una pesadilla.
-Crean un discurso bastante parecido al de los presos de la dictadura. Dicen, que ellos también tienen presos políticos, los soldados del ‘73…
-La cárcel, Punta Peuco, que tienen ellos, tiene internet, tiene de todo. Todo eso no lo teníamos nosotros. La comida que comen ellos, no es la comida que tienen en los demás cárceles. Nosotros no teníamos nada, dormimos en el suelo. Ellos tienen colchones, sábanas. Yo estuve 60 días con los mismos calcetines, la misma camisa, cuando yo salí, la camisa estaba pegada. No es que no me bañaba, pero no teníamos jabón, no teníamos pasta de dientes, nada. Ellos tienen permiso a salir al mall. ¿Tú has visto a un preso que va al mall? Falta sólo que dejen entrar a la familia, para que tengan una vida familiar ahí.
-¿Es posible que un país tan dividido se reconcilie?
-No. Después de que desaparezcamos todos, a lo mejor sí. Como familiar de un desaparecido detenido, no tienes un lugar físico, no tienes un lugar para dejar flores el cumpleaños Entonces ¿Cómo van a cerrarse estas heridas?
-¿El perdón que nunca se pidió?
-Nunca ha dicho nadie perdón. Pinochet nunca ha hecho nada, el Ejército nunca ha hecho nada. Es nuestra vida la que ellos jodieron. Una vida que nos hicieron perder, una vida con la familia. Es algo que nunca podremos olvidar. No es una cosa que podamos olvidar o perdonar.
Texto y fotos: David von Blohn
El Ciudadano