El Aznarismo de Piñera

Para poder ser exitoso en el mundo de los negocios hoy en día se requieren habilidades especiales


Autor: Mauricio Becerra

Para poder ser exitoso en el mundo de los negocios hoy en día se requieren habilidades especiales. En cierto sentido, hay que saber ser empresario de uno mismo, aprender a adaptarse a los ambientes nuevos u hostiles, ser flexible y abierto al cambio cuando el mercado lo reclama, eficiente en el arte de camuflarse y atacar por sorpresa si  es que se trata de sobrevivir en la selva de la especulación económica. Todas estas facultades las posee Sebastián Piñera y es lo que explica, entre otras cosas, que él haya sido muchas personas a lo largo de su vida política y empresarial. Ha tenido tantos rostros, ha sufrido tantas muertes y resurrecciones que resulta forzoso preguntarse en qué se ha convertido finalmente.

Primero: buen hijo de una familia democratacristiana; más tarde: independiente que apoyaba el “No” en el plebiscito de 1988. Luego, generalísimo de Hernán Büchi -el delfín del pinochetismo- y después víctima preferida de las conspiraciones internas de la derecha. Fue precandidato presidencial de una convulsa Renovación Nacional en los noventa, y ahora es el líder indiscutido de la Alianza. También fue el fallido Senador por la Quinta Región que es proclamado, jaloneado y finalmente sacrificado por los suyos. Ha sido accionista de Colo-Colo, aunque simpatizante de la Universidad Católica; empresario comunicacional y dueño de algunos de los capitales más importantes del país. De igual modo ha destacado como colaborador entusiasta de cuanto programa de televisión solicitase sus servicios. Podía ser para una entrevista, para un sketch humorístico o para que se disfrazase de mendigo y paseara anónimamente por Santiago. Nunca una negativa, Sebastián siempre estuvo dispuesto a todo. De hecho, han sido tantas sus actividades en las últimas décadas que uno se pregunta cómo ha tenido tiempo para vivir todas estas vidas y, además, convertirse en millonario y ser el presidenciable con más opciones…Sin duda que ha sido extenuante y ello tiene su mérito.

Pero hay un problema: una cierta confusión lo atrapa a uno a la hora de imaginarse qué Piñera sería el Presidente de Chile. La verdad es que podría esperarse cualquier cosa. Por eso es útil que aparezca alguien que ya no tiene nada que ganar ni perder, un cara dura profesional con aspiraciones de conferenciante internacional, para dilucidar el asunto y mostrarnos quién es el candidato Piñera. Me refiero al ex presidente del gobierno español: José María Aznar. Su visita a Chile en los últimos días y su apoyo al líder de la Alianza han sido de lo más instructivo.

Porque Aznar es un político que viene de vuelta de todo. Ya ganó lo que podía ganar y ahora se dedica con más o menos resentimiento a saldar cuentas con sus enemigos y capitalizar económicamente su retiro de la política activa. Este contexto lo ha hecho transparente en sus opiniones, a tal punto que parece haber perdido la vergüenza y toda prudencia elemental. No tiene problema en criticar la elección de Obama, felicitar a Israel por su reciente invasión a Gaza, cuestionar la veracidad del cambio climático o señalar al Islam como el principal peligro de Occidente. Es decir, ejerce con total comodidad y franqueza como representante mundial de las posiciones más reaccionarias y ultraderechistas.

Pero hubo un tiempo en que Aznar era otro, cuando vendía la receta de ser un hombre de centro, abierto a los pactos con los distintos sectores de la realidad política plural de España. Luego se convirtió en presidente y vino lo que sabemos: la acentuación de sus gestos autoritarios, su empeño en negar la diversidad identitaria de su país, su ascensión a esbirro de Bush y portavoz tejano del discurso de las armas de destrucción masiva.

De este modo, poco a poco, Aznar terminó mostrando lo que es y lo que piensa. Es de agradecer, aunque ello siempre ocurra cuando las fiebres electorales han desaparecido dando paso a la salud gozosa del poder.

¿Ocurrirá algo similar con el candidato Piñera? Cuando Aznar afirma que le gustaría regresar a Chile y abrazar al nuevo Presidente Piñera tal vez nos esté dando la más sincera de las respuestas. Los rostros, las máscaras y las contorsiones que exige la conquista del poder a veces resultan agotadoras. Son años de ir de aquí para allá haciéndose el simpático y tratando de salir ileso frente a cientos de deslealtades y zancadillas. Pero una vez sentado en el sillón, uno puede dejar salir el Aznar que lleva dentro. El Mr. Hyde totalitario que siempre estuvo allí durmiendo la siesta de la hipocresía mediática. Porque en definitivas cuentas habría que preguntarse si efectivamente existe algo así como una derecha moderada, un “fascismo light”.

No intento con esto que digo asustar a nadie, ni mucho menos repetir una vez más la extorsión típica de la Concertación: “es mejor diablo conocido que diablo por conocer”.  Además, cabe recordar que el propio partido del actual candidato Frei (otro que ha sufrido distintas mutaciones en su carrera política…) siempre tuvo en alta estima el proyecto político de Aznar y su apuesta por construir un eje liberal entre la democracia cristiana y una derecha pseudo renovada. El problema que quiero subrayar es el del travestismo de nuestros liderazgos políticos y la ausencia de una alternativa real ante los Piñera o los Frei 98, XP o Vista. Ciertamente Chile elegirá un presidente, pero nadie sabe a ciencia cierta en qué se transformará.


Rodrigo Castro Orellana

http://www.rodrigocastroorellana.blogspot.com/


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