En el hospital Altamirano de Chiapas, en México, si bien los servicios son gratuitos, las medicinas no, por lo que los indígenas suelen pagar con naranjas, café y maíz.
Este centro de salud privado se mantiene con el financiamiento de organizaciones y de la sociedad civil, allí se llega a atender hasta 100 pacientes diarios y cuenta con 70 camillas, un médico cirujano y un anestesista.
Esta opción resulta viable en Chiapas, donde el 77,1% de su población vive en condiciones de pobreza y uno de los mayores problemas es la falta de servicios médicos.
La opción relativamente más cercana para que habitantes de las comunidades de Tzeltal y Tzotzil puedan atender a sus enfermos, es el Hospital San Carlos, que se encuentra a 12 horas de distancia, según publicó Forbes.
Pago con alimentos y frutas
Algunos tzeltales pagan con cosas simbólicas, pero aquí no podemos hacernos de medicamentos con naranjas, explicó a Forbes Sor Adela Orea, médico general por La Salle.
Las enfermedades crónicas más comunes que se atienden en el hospital son el cáncer y la diabetes. Además, debido a la desnutrición, algunos pacientes llegan con enfermedades como la tuberculosis.
A pesar de que los médicos hacen todo lo posible por atender las 24 horas, su trabajo se ve frustrado debido a la falta de insumos, recursos teológicos y médicos especialistas.
En ocasiones no cuentan con insumos básicos como gasas y mallas quirúrgicas. Además, carecen de un desfibrilador para reanimación, ultrasonidos, monitores cardíacos para medición de signos vitales inestables y oxímetros de pulso pediátricos.
El Hospital San Carlos recibe apoyo de la Fundación Merced para el fortalecimiento institucional, Direct Relief para médicos e insumos, de Schumacher Kramer Foundation para la construcción de infraestructura, y Nacional Monte de Piedad.