Pese al anuncio la semana pasada de que los parlamentarios aprobarían la inscripción electoral automática y el voto voluntario, los parlamentarios de la UDI, el PS y la DC, calculadora en mano, apuestan porque naufrague la iniciativa. El cientista político, Patricio Navia, confirma que está operando la “calculadora electoral” y no el intento por fortalecer la democracia.
Hoy debía votarse en la Cámara de Diputados la reforma constitucional que consagraba la inscripción electoral automática y el voto voluntario. Pero, a la anunciada oposición de la UDI, se sumaron sectores del PS y la DC. A petición de éstos últimos, a la iniciativa se le cambió el carácter de “discusión inmediata” al de “suma urgencia” y luego a la de “simple”. De lo contrario, peligraba el quórum de 69 diputados necesario para aprobar la reforma, lo que habría significado un duro revés para el gobierno.
De inmediato comenzaron las acusaciones cruzadas. El senador UDI Andrés Chadwick acusó a Eduardo Frei en radio Agricultura de usar su “calculadora política” para retirarle la urgencia al proyecto de ley. Mientras que Jaime Quintana, diputado PPD de la Comisión de Constitución alegó que “la lógica de la calculadora se impuso a la convicción democrática”.
Patricio Navia, analista político e investigador del Instituto de Investigación de Ciencias Sociales (ICSO) de la Universidad Diego Portales, está de acuerdo con Quintana. “Todos están con la calculadora en la mano, los que se oponen a la inscripción automática como los que se oponen al voto voluntario, porque están evaluando en qué medida les conviene en la próxima elección, y no pensando en fortalecer la democracia”- aseguró.
“Me da un poco lo mismo si el voto es voluntario u obligatorio, el tema es la inscripción, porque hoy día para la gente es una molestia”- aseguró Navia, quien entiende que a la Concertación no le de lo mismo, porque en definitiva “saben que estamos ante un problema de legitimidad”.
LOS CÁLCULOS DE LA UDI
En la UDI rechazan la inscripción automática pero aprueban el voto voluntario. La explicación entregada por Juan Antonio Coloma, presidente de la colectividad, a El Ciudadano es porque “tiene que exigírsele una mínima manifestación de voluntad de participación a la ciudadanía, de compromiso con el ejercicio democrático, además no hay garantías de transparencia del sistema de inscripción”.
Coloma no quiso referirse a cuáles son los problemas de transparencia “en particular”. Pero en la UDI conocen bien los datos que dicen que los ricos votan más que los pobres si el voto es voluntario y que el candidato de la izquierda es el que más sube en un escenario de inscripción electoral automática, pudiendo aumentar en consecuencia los votos de la Concertación en segunda vuelta.
Así lo demuestran los resultados de la “Primera Encuesta Representativa de Inscritos y No Inscritos” hecha por el Instituto Libertad y Desarrollo en septiembre pasado, que se planteaba un escenario posible con Piñera, Lagos, Hirsch y Zaldívar como candidatos.
Frente a la pregunta ¿por quién votaría usted en las próximas elecciones? Piñera baja en un 7% entre los no inscritos y Lagos sólo en un 5, mientras que Hirsch es el único que sube, con un 3%.
Así, comparando los escenarios sin y con inscripción automática, la suma de los votos de Hirsch y Lagos pasa a superar a Piñera de un 2 a un 5%. Cristián Larroulet, director ejecutivo del think tank ligado a la UDI, confirmó a El Ciudadano que sólo apoya el voto voluntario, pero se molestó con la pregunta de si el partido se guió por estos datos para rechazar la reforma: “soy partidario del voto voluntario, de nada más, no voy a hablar de la UDI”.
En Renovación Nacional no tienen la misma opinión, pues se sustentan en los resultados de la última encuesta del CEP, que arroja resultados favorables a Piñera entre los no inscritos. La negativa de la UDI radicaría sobre todo, aseguran fuentes internas de RN, en un temor a dejar de ser el partido con más diputados, porque la favorece el envejecido padrón electoral “igual que a la Concertación”.
“AL CHILENO HAY QUE OBLIGARLO A VOTAR”
En la Concertación, en cambio, hay acuerdo en relación a que la inscripción debe ser automática. Pero el 31 de diciembre pasado, connotados politólogos y constitucionalistas ligados al oficialismo publicaron un artículo que calificaba la consagración del voto voluntario como un “retroceso histórico”.
La argumentación se centraba en que la libertad individual no puede sobreponerse a una “institución fundamental de la democracia” como aseguran es el voto, porque pondría en peligro una comunidad política basada en el equilibrio de derechos y obligaciones.
Suscribían la declaración académicos e investigadores directamente ligados al PS y la DC, como Manuel Antonio Garretón, Patricio Zapata, Javier Couso y Carlos Huneeus, entre otros. Su rechazo no es puramente académico sino que tiene profundas connotaciones políticas, quizá la central sea el compromiso con la estabilidad del sistema político vigente y la reducción de la democracia a la condición formal de ciudadanía.
Huneeus, director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), que ayer se lamentaba por la inminente aprobación de la reforma en la Cámara de Diputados hoy está más tranquilo. “Es que no somos los ingleses de Sudamérica, ni tenemos la cultura democrática de Estados Unidos o Europa, al chileno hay que obligarlo a votar”, argumenta este abogado y doctorado en Ciencias Políticas cercano a la Democracia Cristiana, puntualizando que “corre peligro la legitimidad de nuestro sistema democrático”.
Con menos lenguaje académico, y más pragmatismo electoral, los diputados de la Concertación entienden que lo anterior se traduciría en una merma de la votación para el oficialismo. Marcelo Schilling, diputado y Secretario General del PS, sin profundizar mayormente sostiene que “el voto voluntario no invita a la participación”.
Como ve, todos ven el asunto calculadora en mano. Por lo que lo más probable es que para las próximas elecciones se mantenga el envejecido padrón actual. Poco democrático, pero que asegura la reelección de la actual clase política.
Francisco Figueroa
El Ciudadano