La reforma del sistema electoral avanza. Las condiciones políticas para dar luz verde a esta reforma se debe a que un sector de la derecha manifiesta disposición para avanzar. Con este hecho, por primera vez, en 20 años estarían los votos para modificar el binominal. En esta coyuntura, es la UDI el único partido que hoy se niega. Sin embargo, no todo está dicho ni hecho.
Surgen tres preguntas; ¿es la UDI el partido más beneficiado con el binominal?, ¿por qué se opone a su modificación? y ¿por qué ahora RN quiere cambiar el sistema electoral?
Hay razones de convicción democrática –“ideológicas”- y de cálculo político para apoyar y/o frenar una reforma electoral. El primer caso se refiere a que debe existir correspondencia entre los votos y los escaños. El cálculo político también es una variable a considerar a la hora de cambiar el modelo electoral; y, se relaciona, con evaluar si conviene –política y electoralmente- su modificación.
Las declaraciones y los datos empíricos muestran que en la Derecha prima el cálculo político para modificar y/o mantener el binominal. La UDI es hoy el partido más beneficiado con el subsidio que genera el sistema. Sin embargo, hay que advertir que no siempre fue de ese modo. De hecho, en el largo plazo RN y la DC han sido más beneficiados que el gremialismo, por lo menos, a nivel de los diputados.
En el ’89 la UDI obtuvo el 9,82% de las preferencias y 11 diputados. En un sistema proporcional puro de cálculo nacional debió sacar 12 representantes; es decir, tiene un representante menos. Las cifras, por tanto, muestran que no es un partido precisamente beneficiado en esta elección. De hecho, los dos partidos que más subsidio binominal tienen son RN y la DC con siete diputados cada uno.
En las parlamentarias del ’93 vemos, nuevamente que la UDI no es un partido beneficiado –a nivel de los diputados-. De hecho, con el 12,11% de los votos logra 15 asientos. En un orden proporcional sus representantes electos debieron ser 15; no hay ganancias ni pérdidas. A su vez, es RN nuevamente el partido más beneficiado a nivel del pacto y del sistema de partidos. De hecho, con el 16,31% obtiene 29 diputados, debiendo con esa votación haber logrado 20 representantes; es decir, tiene un subsidio de nueve escaños.
En el ’97, la UDI nuevamente no tiene subsidio binominal. Con el 14,45% de los votos obtiene 17 diputados. Con esos votos en un sistema proporcional la cifra debió ser la misma; cero pérdidas, cero ganancias. RN vuelve a ser el partido del sector más beneficiado. Sin embargo, en esta elección con 0,46% más votos que en las parlamentarias del ’93, obtiene seis diputados menos –al bajar de 29 a 23-. De ese modo, el subsidio binominal que logra es de tres escaños.
Desde las parlamentarias del 2001 la correlación electoral de fuerzas al interior de la Derecha cambia profundamente. Desde esta elección la UDI se convierte en el partido más grande del sector y del país. Entre otros, este cambio implica que el gremialismo comienza a beneficiarse con el subsidio que produce la exclusión binominal. De hecho, en esta elección logra el 25,18% de los votos y una representación de 31 diputados. Con esa votación, sus asientos debieron llegar a 30 diputados; es decir, tiene un subsidio de un representante. Por su parte, RN también logra un diputado de subsidio binominal al obtener 18 escaños y el 13,77% de las preferencias.
En el 2005 el subsidio de la UDI llega a seis y el de RN a dos. Beneficio para ambos. El gremialismo con el 22,36% de los votos logra 33 representantes; debiendo sacar, en la lógica proporcional 27 escaños. RN con el 14,12% obtiene 19 diputados.
Con las parlamentarias del 2009 se abre un nuevo escenario. Es la primera vez que RN obtiene menos escaños de los que le correspondería en un sistema proporcional. De hecho, con el 17,81% logra 18; debiendo obtener 21. La UDI, obtiene 37 Diputados y el 23,05% de los votos; debiendo, haber tenido una representación de 28 escaños. Un subsidio de nueve.
Los datos muestran que sólo desde las parlamentarias del 2001 la UDI comienza a tener beneficio binominal a nivel de los diputados. De hecho, en el ’89 tuvo un escaño menos del que le hubiese correspondido con una fórmula proporcional. Luego en el ’93 y en el ’97 no tuvo pérdidas ni beneficios. El subsidio lo inaugura en el 2001 cuando logra un escaño más; luego, ese beneficio político-electoral sube a seis en el 2005 y a nueve en la última parlamentarias.
Si el análisis lo hacemos en el largo plazo vemos que el subsidio de la UDI llega a 15 diputados y el de RN a 19. Sólo en las dos últimas elecciones ha sido la UDI el partido de la derecha más beneficiado. Incluso, en el largo plazo –seis elecciones- fue la DC el partido que más subsidio binominal tuvo a nivel de los diputados.
Cada partido tiene razones y motivos para cambiar el binominal. La UDI se opone hoy al cambio. De hecho, es el único partido que no ve con buenos ojos esa modificación. ¿Por qué?
En primer término surge la hipótesis de que en términos de cálculo político se beneficia con el sistema. Hemos visto que a nivel de los diputados no ha sido un partido que haya disfrutado del subsidio electoral; sólo en las dos últimas elecciones se ha convertido en el más beneficiado. Sin embargo, a nivel senatorial ha sido un partido que siempre ha tenido subsidio. Por tanto, hoy con otra fórmula electoral el partido se debilita. No quieren perder esa posición; que no sólo les da peso político-parlamentario, sino también fuerza negociadora y “poder de veto” al interior del oficialismo.
El cálculo político también prima cuando se analiza a nivel del pacto. En ese contexto los subsidios para el sector –“derecha”- han sido considerables a nivel de los diputados y del Senado. Por ello, el peso del sector en el parlamento se vería debilitado. En una fórmula proporcional se debilita el pacto y la UDI. No sólo hay pérdida de escaños, sino también se debilitan los impulsos para mantener la actual “política de alianzas”.
En segundo lugar, esta la tesis –muy difundida en la UDI- de que el binominal genera un cuadro político dominado por dos fuerzas; un bipartidismo de pacto y/o de partidos. En ese escenario, las fuerzas políticas están obligadas no sólo a buscar acuerdos para generar gobernabilidad, sino también a formar parte de una muy rígida política de alianzas que contribuye a consolidar el “empate artificial” que genera el binominal.
La UDI esta cómoda con el binominalismo por razones de “cálculo político” e “ideológicas”. Las primeras se relacionan con no perder posiciones de poder; y las segundas, con el bipartidismo y sus beneficios.
A su vez, RN necesita crecer y en este esquema electoral está anulado. Necesita, un sistema proporcional; que además, genere las condiciones para una nueva y flexible política de alianzas. Por ello, los liberales de la nueva generación son los más interesados en que la reforma electoral avance; pero, ¿tendrán el coraje para entregar los votos en esta legislatura y cambiar el sistema electoral?
Por González Llaguno