En toda celebración existe una gran protagonista: la torta. En Venezuela esta premisa es prácticamente una regla. Es por ello que el mejor pastel, delicioso y bien decorado, encabeza la lista de planificación de bodas, bautizos, cumpleaños, graduaciones y cualquier otro acontecimiento social que se piense realizar.
Quizás por esta razón, una larga tradición se ha arraigado en el país suramericano, que hoy exhibe una altísima calidad en la elaboración de diversos productos pasteleros y dulcería criolla, y alberga escuelas especializadas en la enseñanza de este apasionante oficio, cuyos egresados ponen a disposición sus conocimientos en las ciudades gastronómicamente más exigentes del mundo.
«La repostería es un arte que requiere mucha entrega y preparación de quienes lo practican», aseguró María Alejandra Gutschall, chef venezolana con más de 10 años de experiencia en el ramo y especializada en pastelería internacional, en el Instituto La New Cuisine de Venezuela, centro avalado por el ministerio de Educación de ese país.
«El trabajo es arduo pero hermoso, más si nuestro mayor anhelo es ayudar al cliente a hacer realidad las ideas y sueños que les rondan en la cabeza», afirmó Gutschall desde su firma empresarial «Sé dulce-Lara», ubicada en Barquisimeto, ciudad centro-occidental de Venezuela, situada a 365 kilómetros de la capital del país.
Al hablar de su profesión y de la manera cómo la ejercen sus coterráneos, la chef pastelera no se reserva ni un halago: «En Venezuela se ha desarrollado uno de los mejores estilos pasteleros del mundo, que hoy es tendencia en Latinoamérica y se exporta como idea y servicio gracias a su finura, buen gusto, a la elegancia con que se realiza, al cuidado de cada detalle en el exquisito sabor y en el decorado, se trata de una especialidad de muy alta factura».
Gracias a su trabajo constante y al sello de calidad de sus creaciones, Gutschall se perfila como una de las chefs pasteleras emergentes más destacadas de la región centro-occidental venezolana, creadora de impresionantes tortas, mesas de dulces y decorados con diseños que constituyen verdaderas obras de arte. Estas creaciones han engalanado las más vistosas fiestas de celebración realizadas en casas de familia, hoteles y clubes.
“La pastelería, cuando se asume como negocio y como estilo de vida, debe desarrollarse tomando en cuenta las distintas épocas del año”, explicó Gutschall y cita como ejemplo que en Venezuela entre los meses de mayo y agosto tienen lugar celebraciones de primera comunión.
En el mes de diciembre generalmente se realizan matrimonios y fiestas de boda, mientras que durante todos los meses del año los cumpleaños demandan coloridas tortas y servicios diversos para consentir a niños y adultos.
La compleja situación económica venezolana, comenta la profesional de la pastelería, como a todos los sectores del país, «nos ha golpeado fuertemente». La hiperinflación eleva día a día los costos y la escasez de productos dificulta la labor pastelera.
«Sin embargo allí vamos haciendo todo lo posible por continuar con nuestro trabajo», expresó optimista. “Es impresionante la cantidad de gente que está apostando por el país, a pesar del viento que llevamos, en este momento, en contra”.
Dijo que el venezolano en estos tiempos se le hace difícil y costoso comprar un pastel de cumpleaños, pero desde nuestra experiencia hemos observado que hasta los que cuentan con menos ingresos, sortean todos los obstáculos, hacen como sea para tener en su fiesta o celebración a la gran e infaltable protagonista: la torta.
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