Importantes resultados arrojó el estudio “Economías de barrio en la región del Maule”, desarrollado por la ONG Surmaule y financiado por el GORE a través de la Corporación Regional de Desarrollo Productivo.
La investigación se realizó en dos fases simultáneas: una de carácter cuantitativa y otra cualitativa, en cuatro unidades vecinales: San Alfonso de Cauquenes, Próspero Villar de Linares, Santa Ana de Talca y Gabriela Mistral de Curicó.
“Pudimos notar que las actividades que se desarrollan en los barrios tienen una lógica distinta, que de alguna forma sobrepasa la forma tradicional que tenemos de ver la economía, porque vimos que tenía otras características positivas que no se valoran económicamente, pero que a la larga tienen un beneficio que sí es tangible”, comentó la coordinadora ejecutiva de ONG Surmaule, Susan Luna.
La investigadora reveló que “nosotros íbamos con una preconcepción y pensábamos que la economía de barrio se sustentaba en los almacenes, en los puestos varios, y nos dimos cuenta de que hay talleres mecánicos, empresas de publicidad, funerarias, distintos profesionales, artesanos y un sinfín de cosas… Y esa diversidad nos sorprendió”.
Además, precisó que “las relaciones sociales que sustentan este tipo de economía no son intensas, sino que son superficiales basadas en la categoría de ‘conocidos’, por lo tanto, no se trata de una amistad íntima, sino que son relaciones basadas en la cordialidad y en el buen trato”.
“Nuestro objetivo final es lograr incidir en el diseño de nuevas políticas públicas”, afirmó Luna. En ese sentido, el presidente de ONG Surmaule, Marcelo Gutiérrez, expresó que la idea es “poder visibilizar las relaciones económicas que generalmente no impactan los índices macroeconómicos, pero que tienen un componente social muy fuerte”.
“Somos convencidos de que una comunidad con capitales sociales contundentes es una comunidad que va a mejorar sus condiciones de vida”, recalcó. Asimismo, Víctor Fernández, uno de los miembros del equipo investigador, sostuvo que “la importancia de este trabajo tiene que ver con mostrar que la economía no funciona de una sola forma, sino que lo hace de varias formas distintas en niveles diferentes. Y eso rompe un poco la lógica de pensar que responde a leyes autónomas y naturales”.
“Lo que el estudio muestra es que la economía, a nivel de los barrios, funciona con otras lógicas que son completamente distintas de la lógica mercantil más grande, pero sí con complejidad y cuestiones que son propias, y eso tiene que ser entendido”, insistió.
La investigación determinó que las personas que habitan en los barrios seleccionados pertenecen principalmente a familias de clase media y han finalizado la enseñanza media. Además, existe una alta presencia de adultos mayores, en su mayoría jubilados, quienes valoran significativamente la cercanía y calidez en la atención que reciben.
De acuerdo a un catastro que se efectuó, la mayoría de los emprendimientos corresponde a la pequeña y mediana empresa, alcanzando un 86% del total. Los rubros predominantes se asocian al mundo automotriz, la comida rápida y los almacenes o puestos varios. En cuanto a la perspectiva de género, un 71% de los propietarios son hombres, mientras que sólo un 29% son mujeres.
Por último, el estudio estableció que la instalación de los negocios barriales se basa principalmente en conseguir sustento económico, aunque también destacan casos donde la motivación surge desde la idea de aportar algo a la sociedad.
En oficios tradicionales, en tanto, se da una valoración positiva del trabajo realizado como un rescate del patrimonio y reproducción de la herencia familiar, en contraposición a los productos estandarizados que se pueden encontrar en las grandes tiendas, cadenas comerciales y supermercados.