Quién hubiese podido imaginar que Robin Williams, estrella de Hollywood que interpretó para la gran pantalla numerosos personajes felices y que daban lecciones de vida, pudiera llegar a suicidarse. Muy pocos.
Quizás para sus allegados y familiares cercanos el fin de sus días era predecible, si se toma en cuenta que el trastorno depresivo que padecía la estrella, figura junto con el consumo de alcohol, la violencia y las sensaciones de pérdida, como los principales factores de riesgo de este tipo de defunción.
En 2003 la Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó el 10 de septiembre como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, con el propósito de fomentar en todo el mundo compromisos y medidas prácticas para evitarlo.
Pese a ello, el ente internacional considera que la prevención del suicidio es una necesidad que no se ha abordado de forma adecuada debido, básicamente, a la falta de sensibilización sobre la importancia de ese problema y al tabú que lo rodea. De hecho, solo unos pocos países han incluido medidas preventivas del suicidio entre sus prioridades.
Una muerte cada 40 segundos
De acuerdo con las cifras que maneja la OMS, cada día, en promedio, cerca de 3.000 personas ponen fin a sus vidas, y al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue.
Las estadísticas preocupantes que se registran indican igualmente que cada año se quitan la vida casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad «global» de 16 por 100.000, o una muerte cada 40 segundos. Estas cifras han hecho que en los últimos 45 años las tasas de suicidio hayan aumentado en un 60% a escala mundial.
El inventario fatídico en torno a este lamentable problema de salud pública, lo define la organización de la salud como una de las tres primeras causas de desaparición física entre las personas de 15 a 44 años en algunas naciones, y la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años; y estas cifras no incluyen los tentativas de suicidio, que son hasta 20 veces más frecuentes que los casos consumados.
Para la OMS, las estrategias que contemplan la restricción del acceso a métodos comunes de suicidio, por ejemplo, armas de fuego y sustancias tóxicas como plaguicidas, han demostrado ser eficaces para reducir las tasas de ocurrencia, cuando se adoptan con enfoques multisectoriales, niveles de intervención y actividades.
Asegura, asimismo, el órgano mundial que los datos disponibles exponen de forma contundente, que la prevención y el tratamiento adecuados de la depresión y del abuso de alcohol y de sustancias, reducen las tasas de suicidio, al igual que el contacto de seguimiento con quienes han intentado poner fin a sus días.
Europa suicida
Contrariamente a lo que podría estimarse, la mayor cantidad de suicidios en el mundo no se registra en los llamados países del “tercer mundo”, pobres o con menos ingresos ubicados en el centro de África, el Medio Oriente o en Centroamérica.
El índice de suicidios lo encabezan, desde hace algunos años, los países más prósperos, pacíficos y “felices” ubicados en la Unión Europea. Los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud muestran que Europa, probablemente la región del mundo con mayor nivel de vida, es la que también ostenta las tasas de suicidios más altas.
La desafortunada lista la encabeza Groenlandia, con 79 suicidios por cada 100 mil personas. Le siguen Ucrania con 31 y Rusia con 30 suicidios por cada 100 mil personas.
Despuntan luego los países del Este de Europa como Hungría, Bielorrusia y Polonia, con un promedio de 20 suicidios. Zimbabue mantiene el quinto lugar con 27.
En Europa Occidental Francia encabeza la lista, con 17 suicidios por cada 100 mil personas; Estados Unidos (EE.UU) tiene 13 suicidios; México, poco más de 5 y Canadá, 10; en Suramérica Surinam y Guyana encabezan la lista, seguidos de Uruguay, Argentina, Cuba y Chile con 16, 11, 11 y 10, respectivamente. Corea del Sur lidera Asia con 25 suicidios, seguido de Japón e India con 17.
Los países de Centroamérica y el mundo árabe evidencian índices muy bajos de suicidios, al igual que los países del norte de África. En Perú, Argelia, Omán, Indonesia y Turquía se contabilizan solo tres suicidios por cada 100 mil personas.
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