Tras la publicación del cuestionario “reservado” que Gonzalo Yuseff respondió ante parlamentarios, el ministro Hinzpeter relativizó el peso de las declaraciones, diciendo que éstas sólo poseen “carácter analítico”. A su vez, el ministro vocero de gobierno, Andrés Chadwick, calificó la filtración como “muy grave”.
De acuerdo a lo publicado por El Mercurio el pasado 8 de julio, el director de inteligencia “dijo tener claridad absoluta acerca de quiénes ponen las bombas y cuáles son los grupos responsables”, señalando que el fracaso judicial del caso bombas se debe a “un fracaso del sistema”, no a una falencia en la calidad probatoria de los antecedentes que la ANI aporta al Ministerio del Interior.
Bajando el perfil a informaciones entregadas por el director de la ANI en la comisión investigadora del caso bombas, el ejecutivo demuestra una vez más su hipocresía en materias de inteligencia. Lo hace además negando que El Mercurio, medio de comunicación vinculado a la CIA, ha sido el principal impulsor de la campaña mediática del miedo a través de informes filtrados, colaborando con el gobierno para armar montajes.
Ahora que las mentiras han quedado al descubierto, ¿por qué no minimizar el calibre de las declaraciones de Yuseff, sosteniendo que las calumnias hacia personas inocentes, en el caso bombas y caso paquistaní, sólo tuvieron su raíz en información de “carácter analítico”?
Las intervenciones públicas de Hinzpeter, en función de imputar delitos a los 14 inculpados del caso bombas, demuestran que los antecedentes aportados por la ANI fueron claves para elaborar la tesis de la asociación ilícita defendida por el gobierno en agosto de 2010.
Lo anterior dice relación con el supuesto financiamiento terrorista, cuya “evidencia” (una serie de correos electrónicos interceptados) fue proporcionada por la ANI a través de un “informante” anónimo que nunca compareció en la causa. De ello queda constancia en el veredicto del caso bombas, que da cuenta de la intervención ilegal de comunicaciones privadas.
Los informes filtrados por El Mercurio, al mismo tiempo, han servido en innumerables ocasiones para acentuar el carácter calumnioso de las declaraciones políticas que Hinzpeter y otros personeros de gobierno han emitido con respecto al caso bombas y el caso paquistaní, los dos más grandes fracasos del Ministerio del Interior durante esta administración.
INFORMES “GRAVES”
La filtración de un presunto informe de la CIA enviado a la ANI (con código (ANCL-0056/11), publicado en el ejemplar del 3 de diciembre de 2011 de El Mercurio, reafirma que el medio de Agustín Edwards continúa colaborando con campañas de terror tramadas desde Estados Unidos, conocidas en los servicios de inteligencia como operaciones psicológicas o bandera falsa.
En la publicación del periodista Rodrigo Vergara, que en otras ocasiones también ha filtrado informes de inteligencia, se describe una serie de vínculos, cada uno vagamente demostrado, entre Saif Khan y la coordinadora terrorista del talibán (Tehrik-i-Taliban Pakistan).
Como reveló en mayo de 2011 el medio paquistaní The Nation, luego del arresto del espía Raymond Allen Davis en Pakistán, el talibán está verdaderamente controlado por la CIA. La acusación anterior fue respaldada por el General (R) Mirza Aslam del ejército paquistaní, y el General (R) Hamid Gul, ex jefe de inteligencia de la ISI, quienes dijeron a la prensa que “contratistas militares privados de EE.UU.” estaban realizando “actividades extraoficiales a lo largo de Pakistán (…) incluyendo la participación de EE.UU. en ataques terroristas de bandera falsa que posteriormente son adjudicados a islámicos locales”.
En otras palabras, la CIA culpa a terroristas de la CIA, y de paso, el ministro del Interior de Chile se hace eco de las acusaciones. En el ejemplar del día siguiente de El Mercurio, en un artículo titulado “Hinzpeter afirma que informe de la CIA entrega contexto importante de quién es Khan” (escrito nuevamente por Vergara), el titular del Interior declaró: “Se ha conocido este informe (…) que entrega un contexto bastante importante de quién es la persona que estuvo en Chile.”
En esta ocasión, la filtración no fue calificada de “grave” por Chadwick, ni ningún personero de gobierno.
Lo mismo ha ocurrido con filtraciones similares, esta vez informes de la Dirección de Inteligencia de Carabineros (Dipolcar). El 18 de octubre de 2010, el medio de Agustín Edwards dio a conocer el informe reservado número 288, cuyo punto nueve hace un análisis del tráfico de llamadas del ciudadano paquistaní. En su contenido, el documento traza supuestos vínculos entre Khan y el ex lautarista Pablo Morales Fuhrimann del caso bombas, a través de dos llamadas realizadas en 2008, cuando el paquistaní no se encontraba en Chile.
Como era de esperarse, Hinzpeter también utilizó esta información de inteligencia para armar una tesis plausible, que terminó por movilizar millones de pesos en recursos fiscales (61 millones tan sólo en el caso bombas, como reveló el blog Yo no voté x él), incluidos los viajes a Estados Unidos del entonces fiscal Alejandro Peña Ceballos y el fiscal Pablo Sabaj, para interrogar inútilmente al hermano de Saif Khan en Los Angeles.
LA CONEXIÓN GLADIO
Después de analizar todo lo anterior, es lógico preguntarse lo siguiente: si la Agencia Nacional de Inteligencia encabezada por Yuseff tiene completamente identificados a quienes colocan bombas en Chile, ¿por qué no entrega los antecedentes a la justicia? ¿Por qué, mientras dice tener “una serie de nombres que formaban la red que estaría detrás de las bombas”, que “sería más amplia que la de los individuos que estuvieron imputados en la cuestionada causa” (como sostiene El Mercurio), Yuseff no entrega los antecedentes a la justicia?
La operación de terrorismo de Estado en Chile no es sólo nacional. El ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y destacado periodista investigativo, Wayne Madsen, sostuvo en 2011 que una operación psicológica similar a la chilena estaba siendo ejecutada por autoridades europeas, apuntando igualmente a “una amenaza combinada de terroristas islámicos, aliados con una red internacional de anarquistas”.
En un artículo titulado “Gladio reprise: More False Flag Operations” de enero de 2011, Madsen sostiene que las células de la Operación Gladio, una red clandestina de paramilitares que cometía atentados y montajes para culpar a grupos de izquierda y movimientos políticos emergentes, continúa aún activa. Mencionando explícitamente la explosión de una bomba en una sede del Banco Santander en Santiago de Chile, y el Banco Francés en Buenos Aires, Argentina, el ex analista de la NSA desliza que Gladio podría estar operando actualmente en Latinoamérica.
Para establecer el vínculo, Madsen menciona conexiones entre la junta militar de Augusto Pinochet y la Alianza Anticomunista Argentina (AA), la cual era liderada por José López Rega. López Rega era miembro de la logia italiana Propaganda Due (P2), encabezada por el paramilitar de Gladio, Licio Gelli. A su vez, es de público conocimiento que el terrorista Stefano Delle Chiaie, colaborador de Gladio, armó junto a Michael Townley el atentado contra Bernardo Leighton, político de la Democracia Cristiana, en el año 1975.
¿Es posible que algunas de las bombas detonadas en la capital correspondan a operaciones de bandera falsa, cuyo objetivo es manchar el nombre de movimientos políticos que amenacen el status quo? Para responder esta pregunta, sólo basta revisar la historia. Esto se ha hecho antes.
Por Matías Rojas