Los funerales que dejan un mínimo impacto al medioambiente en México son un pequeño porcentaje. No obstante, a largo plazo los métodos más amigables con el entorno, como convertir a un ser querido en un árbol sobre el jardín, podrían ser la norma.
El investigador del Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) David Morales contó a EFE que, tanto la sobrepoblación y la falta de espacio para las inhumaciones como la alta cantidad de contaminantes que se vierten a la atmósfera, al agua y al suelo en un entierro o incineración, indudablemente, serán determinantes en el cambio de paradigma.
En esta línea, el director de planeación y nuevos negocios de la empresa Gayosso -líder en el sector funerario en México- Óscar Chávez afirmó que, si bien lo que se quiere ahora es conmemorar al ser querido de formas novedosas, en algún momento el consumo de estos productos va a «eclosionar» por la conciencia ambiental.
Procesos tradicionales
Los procesos tradicionales de inhumación, así como la cremación, vienen acompañados de altas cantidades de contaminantes, por los barnices y pinturas que se aplican a la madera por las ornamentaciones metálicas o de cobre que se usan para guarnecer los ataúdes, explica Morales. Todo ello «causa una contaminación terrible para el medioambiente».
«Si se quema, pasa a la atmósfera, y si se entierra, la mayor parte de los compuestos pasan a la tierra y encuentran su forma de viajar por el suelo y contaminar los terrenos», aseguró el especialista en química verde.
Desde el suelo, los diferentes compuestos también pueden ingeniárselas para acceder a los mantos freáticos y contaminar el agua. Por si fuera poco, los cuerpos que se van a quemar o a enterrar «sufren tratamientos que en México todavía incluyen el uso de compuestos químicos que se consideran altamente cancerígenos y que en Europa se han dejado de usar», como el formaldehído.
Otro de los elementos altamente contaminantes que se vierten a la atmósfera cuando se creman los cadáveres es el mercurio, el cual no es extraído al ser humano previamente.
Ante este problema, surgen soluciones de bajo impacto ambiental, como las urnas de materiales alternativos,la acuamación o inclusive convertir al ser querido en una pluma de grafito.
La acuamación es un proceso que inició este año en México y que consiste, según explica Chávez, en «acelerar el proceso natural de desintegración de un cuerpo a través del agua y la temperatura», dejando cero emisiones contaminantes.
Como dato curioso, Morales agregó a esto que el famoso narcotraficante mexicano conocido como «El Pozolero» utilizaba esta técnica para deshacerse de los muertos que dejaba a sus espaldas.
De acuerdo con Chávez, otra forma de dar descanso al ser querido sin impactar tanto al ambiente es optar por una urna de sal «para deshacerse de las cenizas en el mar» o una de arena, con la misma función pero para río.
Empresas también ofertan en su catálogo la posibilidad de tener una urna de composta para que, con el tiempo, un árbol brote en el jardín a partir de los restos del familiar.
Pero aunque la oferta se va ampliando poco a poco, de los 18.500 servicios funerarios que prestará la empresa este año, de forma estimada, tan solo el 2% de los clientes optarán por un servicio amigable con el medio ambiente, porcentaje que se espera que suba al 5% en un par de años, según el directivo.
Para finalizar, Morales comentó que, si los procesos funerarios poco contaminantes llegan a convertirse en la norma, primero tendrán que toparse con obstáculos como la relación de respeto que tiene el ser humano con la muerte, así como con las trabas que pondría la iglesia católica.
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