El Informe de la Coalición contra las Bombas de Racimo de 2018 reveló que 26 países y otros tres territorios todavía están contaminados por restos de estos explosivos que, son especialmente peligrosos para los niños, y existe una preocupación por los civiles en Siria y Yemen, donde se ha registrado su uso reciente.
Los explosivos de racimo contienen varias bombas pequeñas que se liberan en el aire, lo que les permite extenderse a un área mucho más grande que una bomba convencional. Al igual que las minas terrestres, y los confunden con juguetes.
Sus principales víctimas son civiles y en muchos casos se trata de personas que tuvieron contacto con estos artefactos, tiempo después de haber sido lanzados originalmente.
La Coalición contra las Bombas de Racimo busca el cese del uso de estas armas. El año pasado, 289 personas murieron a causa de ataques con bombas de racimo o por contacto posterior con sus restos.
La mayoría de las víctimas se encontraban en Siria (187) y en Yemen (54), donde se usan activamente este tipo de explosivos.
En 2016 murieron se contabilizaron 857 personas en Siria, lo que elevó el número total de víctimas a 971.
En el informe, las bombas «olvidadas» también cobraron vidas en Camboya, Irak, Laos, Líbano, Serbia, Siria, Vietnam y Yemen, así como en los territorios de Nagorno-Karabaj y el Sáhara Occidental.
Los niños representan el 36% de las víctimas en general, mientras la cifra de los que pierden la vida por contacto con restos asciende al 62% de los fallecidos.
Convención de la ONU
Hace diez años una convención de la ONU prohibió el uso de municiones de racimo, 120 países lo han firmado, y no todos lo han ratificado. Entre todos, han destruido el 99% de sus reservas de estas armas.
No obstante, los esfuerzos se ven menoscabados dado que algunos, como Estados Unidos, Rusia, Israel, Pakistán, India o Arabia Saudita no son parte del acuerdo.