Mineras y empresas envenenan comunas de Atacama

Grave impacto medioambiental y en el uso del agua potable Freirina mostró sólo uno de los casos en que grandes consorcios afectan considerablemente la salud de niños y niñas, mujeres y hombres de esa Región, plagada de proyectos mineros que, entre otras cosas, le arrebatan el líquido vital a los habitantes, a quienes ahora se […]

Mineras y empresas envenenan comunas de Atacama

Autor: Wari

Grave impacto medioambiental y en el uso del agua potable

Freirina mostró sólo uno de los casos en que grandes consorcios afectan considerablemente la salud de niños y niñas, mujeres y hombres de esa Región, plagada de proyectos mineros que, entre otras cosas, le arrebatan el líquido vital a los habitantes, a quienes ahora se los quieren dar desalinizado y aumentando los costos.

El ataque medioambiental y a la salud de los habitantes de distintas comunas de Atacama es un hecho. Las movilizaciones de Freirina mostraron parte de un problema que se arrastra y se extiende en esta Región y ante lo cual las autoridades, transnacionales y empresas privadas parecen hacer poco o nada.

La Región de Atacama vive la paradoja del avance arrollador de los megaproyectos mineros. Mientras históricamente la zona se caracterizaba por concentrar a la pequeña y mediana minería, hoy se encuentran en carpeta al menos 16 megaproyectos, destacando el de Casales, dependiente del consorcio Barrick Gold, que por sí sólo superará con creces la envergadura de la minería extractiva que desarrollará su prima hermana Pascua Lama.

En contraposición, Atacama presenta varios problemas medioambientales y sociales. Pero además la Región, incluyendo su capital Copiapó, no cuenta con la infraestructura adecuada para soportar el impacto urbano de un brusco crecimiento demográfico y del desarrollo de la actividad minera que se espera para los próximos cinco años.

Así, al menos, se puede concluir a partir de los datos arrojados por un estudio efectuado por la Cámara Chilena de la Construcción y la Universidad Católica para medir la calidad de vida en distintas ciudades del país. De acuerdo a esta, Copiapó demostraría muy poco avance en los ítems de vivienda y entorno, condición laboral y sociocultural.

La calidad de expansión pública tiene muy poca inversión. Faltan servicios como colegios, universidades, especialidades médicas y hay un déficit en viviendas, además de una capacidad en la infraestructura vial urbana cada vez más insuficiente para afrontar el creciente parque automotriz. Así lo enfatizó el presidente del Comité Inmobiliario de la Cámara Chilena de la Construcción en Copiapó, Marcelo Molina, a un matutino local de la zona.

Sin embargo, los problemas más graves residen en el alarmante déficit de agua en Copiapó, los innumerables relaves y los proyectos de termoeléctricas que involucran a gran parte de esta zona del país.

RECURSO HÍDRICO

A fines de la década del 90 era común ver el río Copiapó con agua. Los lugareños recuerdan con cariño cómo hacían la cimarra en sus márgenes, se bañaban los fines de semana en su corriente y algunos buceaban para recolectar camarones.

Esas son historias que nostálgicamente se descuelgan de los recuerdos. Especialmente cuando eventualmente llueve a tal punto que por unas pocas horas el río vuelve a transportar el vital líquido por su lecho.

Así ocurrió a mediados del año pasado, luego que lloviera torrencialmente y los copiapinos bajaran como si se hubieran puesto de acuerdo para admirar esa visión, como el fantasma de un pasado aún presente en la memoria colectiva.

El río seco y los cortes de agua ya son parte del diario vivir. En noviembre pasado, la escasez tomó ribetes más alarmantes cuando los cortes se hicieron tan evidentes que en la comuna de Paipote esta situación duró por más de una semana. Al quinto día sin agua, los paipotinos salieron a la calle y cortaron el camino internacional con barricadas y fueron duramente reprimidos.

Fue el adelanto de lo que se venía y dejó en claro para la población que los cortes ya no eran por roturas de matrices como se venía diciendo, sino que había detrás un problema mucho más serio.

Recientemente el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, anunció la construcción de una desaladora del líquido como medida para suplir las necesidades del consumo humano, la que operaría a partir -recién- de 2017.

La Mesa Social de Defensa de Atacama se opuso a esa medida. El vocero de la organización, Jorge Godoy, manifestó que el agua desalada debiera ser consumida por las mineras y el recurso hídrico puro de la cordillera, el agua dulce, destinarse al consumo humano.

El dirigente señaló que “la frescura mayor de la mineras y en este caso de Candelaria, es que no sólo han generado un déficit del recurso sino que además traspasan el costo de producción y traslado de agua desalada hasta la ciudad, a los bolsillos de las personas, ahorrándose ellos el desembolso. Así, los ciudadanos verán duplicadas y hasta triplicadas las cuentas mensuales, las que finalmente serán cobradas por la empresa privada de Aguas Chañar”.

Para Jorge Godoy y la Mesa de Defensa la solución pasa por la nacionalización del recurso hídrico, la administración local de cada una de las cuencas y la destinación del agua pura cordillerana para el consumo humano.

Mientras en la cuenca del río Copiapó ingresan 4.500 l/s de agua superficial, el consumo declarado en la Dirección General de Aguas oscila entre los 7 y 8 mil l/s, lo que arroja un déficit de al menos 2.500 l/s, que son obtenidos a través de las napas subterráneas.

Esta sobreexplotación, causada principalmente por la actividad minera de Candelaria, conlleva que literalmente el río Copiapó desaparezca a la altura de esa planta extractiva y a un creciente vaciamiento de las napas subterráneas.

Asimismo, la cuenca del río Huasco espera la misma suerte tanto por la actividad próxima del proyecto Pascua Lama, que está destruyendo los glaciares que la alimentan, como por la del proyecto Casales.

Los glaciares afectados por Barrick Gold son el Toro 1 en un 100%, Toro 2 que ya presenta una disminución y Esperanza, en un 50% de su superficie original.

A su vez, un estudio encargado por la Seremi de Salud de Atacama y la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), recientemente conocido, detectó alta concentración de nitratos en el agua de los pozos de Piedra Colgada que abastecen a las ciudades de Copiapó, Chañaral y Caldera.

La concentración de nitratos excede en algunos casos en un 31% los 50 miligramos por litro de agua, sobrepasando los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El nitrato es peligroso para la salud, en especial de los recién nacidos, pudiendo provocar metahemoglobinemia o “síndrome del bebé azul”, llamada así por la reducción de la capacidad de los glóbulos rojos de transportar oxígeno.

Además, dos informes evacuados también por la Seremi de Salud, dan cuenta de una alta concentración de arsénico en el agua potable de Diego de Almagro, excedido diez veces por sobre la norma. La denuncia fue formulada recientemente por el concejal de esa comuna, Mario Araya, quién presentó un recurso de protección en la Corte de Apelaciones en contra de la SISS y la empresa privada “Aguas Chañar”.

RELAVES Y AGUAS SERVIDAS MINERAS

Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), citado en el libro “La muerte gris de Chañaral” de Manuel Cortés Alfaro, describía esta ciudad como “una de las zonas más seriamente contaminada del planeta y en forma concreta del Océano Pacífico”.

En sus playas colmadas de desechos mineros se bañaría, años atrás, el entonces Presidente Ricardo Lagos, en un intento de convencer a los lugareños de lo saneado de sus aguas. Sin embargo, es evidente el poco natural tono verde amarillento de sus arenas.

Desde 1938, la Andes Cooper Mining Company, arrojaba al mar los relaves derivados de la extracción minera en el sector de Potrerillos y El Salvador, labor que continuó Codelco, hasta que en 1988, luego de una demanda ciudadana de Chañaral, la Corte Suprema resolvió la obligatoriedad de paralizar el arrojamiento de relaves al mar y la construcción de un tranque de relave.

Estos relaves presentan concentraciones de metales pesados como cobre, hierro, arsénico, cinc, cianuro, plomo, aluminio, mercurio y molibdeno. Durante 52 años fueron arrojados más de 320 millones de toneladas de sólidos residuales mineros y 850 millones de toneladas de aguas servidas por la minería.

De acuerdo a los análisis de la subdivisión de Codelco de 1984, sobre presencia de “material pesado”, es decir tóxico, en peces y mariscos, en las jaibas se detectó 52 partes por millón (ppm) de arsénico y de 27 a 36 ppm, siendo lo normal de 0,1 a 4,1 ppm. En el Parque Nacional de Pan de Azúcar, los locos arrojaron 30 ppm de cobre, las algas 70 ppm, los crustáceos de 50 a 200 ppm, los peces de 8 a 257 ppm y los caracoles de mar 850 ppm; lo normal aceptable para este metal pesado es de 0,5 a 0,6 ppm.

Además de Chañaral, las ciudades de Tierra Amarilla y Copiapó tiene grandes depósitos de relaves en el radio urbano, llegando incluso a proyectar la construcción de algunas viviendas populares sobre estos depósitos como es el caso de denuncias hechas por la Coordinadora de Defensa en Tierra Amarilla.

En Copiapó, los relaves más antiguos son de la compañía Sali Horschild y los depósitos de Viñita Azul. Las poblaciones más afectadas, sin embargo, son las de El Rosario y El Palomar, cuyos habitantes están expuestos principalmente a altas concentraciones de plomo.

Cabe señalar que los relaves entre más antiguos, más peligrosos son para la salud humana debido a los cambios de los procesos mineros, que hoy son más efectivos.

Uno de los hechos que se ha transformado en un verdadero ícono del problema es la existencia de un cerro nuevo en las inmediaciones de Tierra Amarrilla, enteramente creado con depósitos de relaves, que hasta hace pocos años no existía.

HUASCO Y FREIRINA

El valle del Huasco es considerado uno de los más hermosos de la Región de Atacama. Una zona rural con una rica actividad agrícola, destacando las plantaciones de olivos. Los productos más conocidos de la zona son las piscos y el aceite de olivo, ente otros. Sin embargo, esta zona tampoco escapó a los contaminantes.

La instalación primero de la termoeléctrica Guacolda y su funcionamiento a través del pet coke más contaminante de las seis variedades existentes, sometió a las plantaciones a material particulado y en el caso de los seres humanos hay reiteradas denuncias por la incidencia de cáncer entre los habitantes.

Asimismo, los pellets de hierro arrojados a lo largo de una vía férrea que pasa a través de la ciudad y por el que transitan los trenes con carga de la Compañía Minera del Pacífico (CMP), potencian los efectos de los metales pesados.

En el caso de Freirina, sus habitantes se oponen también a la instalación de la termoeléctrica Punta Alcalde, por la contaminación que ya conocen en la zona por Guacolda. Pero además, los freirinenses debieron sufrir los malos olores de las toneladas de fecas de chanchos de la empresa Agrosuper, que fermentan y que de acuerdo al proyecto original debieran ser tratadas. Pero en la práctica son depositadas en fosos aledaños a la población junto a los cadáveres de los porcinos que no alcanzan a sobrevivir.

Uno de los habitantes contó en una de las barricadas de la movilización que conmovió al país, que prefería estar en el baño de su casa que sentir el olor en el resto de las dependencias de la vivienda. Otro relató que se despertaba todos los días a las cinco de la mañana sólo por el olor.

Lo cierto es que el día miércoles 16 de mayo, 24 horas antes de la última movilización, los niños y escolares marcharon por la ciudad luego de que varios de ellos sufrieran vómitos y se cerrara un jardín infantil por este hecho.

Estos grandes depósitos no sólo contaminan el aire sino que constituyen un verdadero peligro como foco infeccioso. Actualmente, Agrosuper mantiene unos 750 mil chanchos en Freirina y proyecta tener sobre 2 millones.

Luego de una férrea y masiva movilización, los freirinenses lograron que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, concurriera hasta esa localidad y determinara finalmente acoger la demanda de cerrar la planta, reconociendo el foco insalubre y los malos olores, así como el inminente peligro para la salud de las personas.

Otro de los problemas resistido por sus aspectos medioambientales es el proyecto de la Termoeléctrica Castilla, en este caso por la población de El Totoral, Caldera y Copiapó.

Actualmente su futuro se encuentra a la espera de la resolución de la Corte Suprema. Sin embargo, en una acción nunca antes vista, recientemente esa instancia judicial en vez de resolver, llamó a un avenimiento para el 12 de junio en una búsqueda de un acuerdo de las partes.

Sin embargo, ya la Mesa de Defensa de Atacama, la ONG Olca y la Junta de Vecinos de Totoral manifestaron su resolución de no aceptar compensación alguna, sino por el contrario, seguir en la lucha legal para proteger la salud, el medio ambiente y el patrimonio tanto de la biodiversidad como de la riqueza arqueológica de la zona.

Con anterioridad la Corte de Apelaciones de Antofagasta por unanimidad dejó sin efecto el informe del ex seremi de Salud, Nicolás Baeza, quien permitió la aprobación del proyecto al declararla sólo como “molesta” y no “contaminante”, según indicó el informe original emanado por la entonces seremi, doctora Pilar Merino.

Uno de los antecedentes que llamó la atención, tanto de la Mesa de Defensa como de la “Agrupación Un Hijo No Debe Morir”, fueron las circunstancias que rodearon el nombramiento del doctor Baeza, ya que la titular de la Seremi lo señaló con anterioridad como responsable de supuesta negligencia médica con resultado de muertes en los neonatos Miriam Hortensia Gaete Jorquera y Pía Anais Carolina Pinto Galleguillos.

Así andan las cosas por Atacama con la instalación y labor de grandes mineras y empresas como Agrosuper.

Por José Manuel Gutiérrez Bermedo 

El Ciudadano Nº126, primera quincena junio 2012


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