Con un nutrido elenco, que incluye invitados especiales, “Sindicato” parte desde la productos culturales propagandísticos del movimiento obrero de inicios del siglo XX para llegar a una reflexión sobre el trabajo, el salario y su relación con nuestro cuerpo hoy, en una puesta en escena que mezcla recursos teatrales, musicales y de la danza contemporánea.
En 2000, Cristina Riveros, Laura Fahrenkrog y Rodrigo Sandoval, iniciaron una investigación que recopiló cerca de cincuenta poemas publicados en diarios de las ciudades del Norte Grande y los pueblos salitreros entre 1890 y 1930. Aparecían con la indicación “para ser cantada con la música de”, apropiándose la melodía de canciones popularizadas por la creciente industria discográfica y otros medios de la época. En ellas, los trabajadores denuncian sus condiciones, apuntan a la organización y generan comunión clasista.
“Sindicato” recoge esos poemas/canciones y los pone en escena mediante un pulcro trabajo vocal coral, para el que contaron con la orientación de Eduardo López. Los doce actores, además de cantar, puntualmente realizan coreografías colectivas o en pequeños grupos, que de manera más abstracta van develando las conexiones esenciales entre el trabajo, en sentido amplio (no sólo físico), y el cuerpo.
Vale destacar la utilización del espacio, generando múltiples focos de atención simultáneos, apoyados en varias capas de acción y en el aporte de una cámara que proyecta en vivo lo que graba desde un rincón del escenario. Ahí va contándose una historia paralela y se entregan datos respecto a la realidad laboral nacional, otorgados por la Fundación Sol.
En ese sentido, “Sindicato” actúa en varios niveles. Por un lado, una cierta dramaturgia de no ficción, de corte social y política, que evoca elementos brechtianos. Por otro lado, la complementación con datos duros y estadísticas que desde el limbo del espacio diegético invitan a reflexionar. Un poco más acá, la interpretación que el discurso corporal, el movimiento individual o grupal, hace de las diversas realidades laborales, lo que poetiza y restablece una conexión que ante la arremetida del trabajo inmaterial parece olvidarse. Y, por último, la participación de invitados especiales, como Marco Kremerman (economista de la Fundación Sol), el sociólogo Alberto Mayol, y Ruth Solar, presidenta de las trabajadoras domésticas.
Mayol, por ejemplo, aparece en un momento de cuasi deconstrucción de la obra. Solitario, sube al escenario, y entrega algunas reflexiones respecto a la cultura local relacionada con el trabajo, el dinero y el consumo, y luego actores, ahora sentados entre el público, le hacen cuatro o cinco preguntas donde su experiencia personal y sus investigaciones académicas construyen un relato humano y común donde reconocernos.
Aunque para alguien, la hora y media de duración de la obra dirigida por Nicolás Espinoza y Francisco Albornoz, pueda parecer agotadora, los diversos estados, intensidades, momentos, y personajes, tejen una historia no lineal, que desde la investigación histórica y la experimentación artística, es útil comunicando la realidad social de nuestro país y puede incidir en el nivel de conciencia y acción colectiva por un mundo verdaderamente humano (opción que el trabajo enajenado siempre niega).
“Sindicato”
Teatro Sidarte. Ernesto Pinto Lagarrigue 131
12 de julio a 12 de agosto 2012
Jueves, viernes, sábado 20.30
Domingo: 19.30 hrs.
General $5000/ Estudiante y Tercera Edad $3.000
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano