A la vuelta de la esquina, en el año 2030, se estima que la población mundial llegue a los 8.500 millones de personas, una cifra alarmante cuando se habla de satisfacer las necesidades alimentarias de cada uno de esos seres humanos que habitarán el planeta.
¿El mundo está en capacidad de producir los alimentos requeridos y las proteínas que necesitará esta superpoblación mundial? Los expertos aseguran que no.
Vivimos en un mundo donde los productos cárnicos siguen ocupando un lugar privilegiado en la mesa de una buena parte de la población global con un costo ambiental muy alto. Y equiparar el aumento demográfico con la producción ganadera es totalmente inviable.
Desde el 2016 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) insiste en la necesidad de que el planeta se prepare en la búsqueda de productos alternativos a la carne vacuna como fuente de proteína.
En este sentido, la FAO propuso impulsar el consumo de leguminosas por la importancia que tienen para la seguridad alimentaria mundial.
De hecho el 2016 fue declarado por el organismo como Año Internacional de las Legumbres. Desde su radio de acción, la Confederación Mundial de Legumbres realiza un trabajo constante para potenciar el consumo mundial de este alimento y eligió el 10 de febrero como el Día Global de las Legumbres.
“Las legumbres -señala un informe de la FAO divulgado por el diario español El País-, además de ser fundamentales en la lucha contra el hambre por su gran valor nutricional y su rendimiento -y por ser una fuente de proteínas alternativas a los alimentos de origen animal-, ayudan a mejorar la productividad al tiempo que permiten regular el clima y proteger los ecosistemas. Y, por supuesto, cuidan del suelo”.
Indicó que “las semillas comestibles de las leguminosas pueden (a través de ciertas bacterias) fijar el nitrógeno atmosférico y hacer solubles los iones de elementos como los fosfatos de calcio y hierro. En definitiva, hace que las plantas puedan aprovechar esos nutrientes”, precisa el informe.
También incrementan la cantidad de materia orgánica presente en los suelos, manteniendo la biodiversidad y su salud. Todo esto hace que, cultivando legumbres, haya menos necesidad de utilizar fertilizantes sintéticos, hasta 100 kilos de fertilizantes de nitrógeno menos por hectárea.
Se calcula que los cereales que se cultivan en un terreno en el que antes se plantaron legumbres, producen en promedio 1,5 toneladas más por hectárea, con un ahorro anual de unos 10.000 millones de dólares.
Fuente de proteína y micronutrientes
Los guisantes, lentejas y garbanzos suelen ser más baratos que la carne, pero lo más importante son una rica fuente de proteínas y de micronutrientes esenciales, como hierro, zinc, magnesio y ácido fólico, señala el portal especializado Ecoticias.com.
Tienen un bajo IG (Índice Glucémico), por lo que liberan su energía lentamente. Al ser libres de gluten, también son ideales para aquellas personas que sufren de enfermedad celíaca.
Las legumbres tienen muy bajos niveles de colesterol, grasas y sodio, los cuales contribuyen a la aparición o el agravamiento de las enfermedades cardiacas. De hecho, el consumo de estos productos se suele aconsejar con el fin de proteger activamente contra estos males.
El alto contenido de fibras de las legumbres es vital para mantener una buena salud del sistema digestivo, especialmente de la función intestinal. Además, su consumo produce un efecto “saciante” y constituyen una fuente de energía muy eficaz.
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