La simbiosis entre industria salmonera y Estado chileno

El biólogo Héctor Kol nos cuenta sobre la irracionalidad de la propuesta de la Subsecretaria de Pesca que quiere producciones de más de un millón de toneladas de salmones en cautiverio, para lo que se necesitarían entre 5 y 10 millones de toneladas de pesca silvestre

La simbiosis entre industria salmonera y Estado chileno

Autor: Mauricio Becerra

El biólogo Héctor Kol nos cuenta sobre la irracionalidad de la propuesta de la Subsecretaria de Pesca que quiere producciones de más de un millón de toneladas de salmones en cautiverio, para lo que se necesitarían entre 5 y 10 millones de toneladas de pesca silvestre. Todo esto en medio de la polémica por las presiones de 5 subsecretarios del gobierno de Ricardo Lagos para que se aprobaran concesiones a salmoneras en Magallanes.

Biólogo de la Universidad de Chile, Héctor Kol es asesor de la Fundación Pumalín, claro que antes que todo se declara ciudadano “cuyo mar le será arrebatado de los bienes naturales que posee por derecho propio, como le ocurrirá a las ancestrales comunidades costeras y a la Pesca Artesanal.” Hace más de una década trabajó para la industria salmonera, pero un día decidió afanarse en denunciarla. Así desde los años ‘90 se comprometió con el medio ambiente.

La Fundación Pumalín lucha por la protección de los ecosistemas patagónicos, situándola automáticamente en opositor a los emprendimientos de la industria salmonera intensiva, la que definen simplemente como una industria tóxica, por su insustentabilidad ambiental, social y económica.

¿Qué significa para la realidad patagónica que predomina una industria ambiental, social y económicamente insustentable?

– Lo primero es que es una industria que no puede seguir existiendo sin  peces en el mar. Las demenciales proyecciones del Subsecretario de Pesca, Pablo Galilea, acerca de producciones de más de un millón de toneladas de salmones en cautiverio, son especulaciones financieras: Para lograr esa producción, se necesitarían entre 5 y 10 millones de toneladas de pesca silvestre para fabricar los alimentos para tal cantidad de salmones. Esa pesca no existe en el Pacífico Sur.

En segundo lugar, al ser una industria que se instaló en sistemas acuáticos no aptos para el cultivo de salmones, está obligada a consumir exageradas e irracionales dosis de medicamentos para mantener vivos a sus peces. En Chile se consumen, por tonelada de salmón producido, 36 mil veces más que lo que se consume en Noruega. La tasa de consumo de antibióticos en el año 2011 en la salmonicultura chilena fue de 680 gramos por tonelada de salmón producida; en Noruega se usaron 0.02 gramos por tonelada de producción. Hoy, algo que publicaremos próximamente, la situación sanitaria de la industria salmonera es peor que en el año 2007, año de la crisis del virus ISA.

¿Cómo se han hecho cómplices los gobiernos de turno en la última década?

– Desde la Dictadura ha habido complicidad con la Industria salmonera. Se les ha facilitado toda la destrucción ambiental generada por esta industria. Se ha permitido la explotación inmisericorde de los trabajadores, en los centros de cultivo y en las plantas de proceso. Se les entregan recursos públicos multimillonarios para las más insólitas tonteras. Gran parte del salario que ganan (o ganaban) los trabajadores salmoneros, también es subsidio estatal.

Mire, con lo que se ha despilfarrado en mantener a esta industria tóxica, Chiloé tendría más de un hospital operativo, la educación se habría financiado por dos o tres años y no tendríamos los pobrísimos índices de desarrollo humano que tenemos en las Regiones australes.

Hace poco se desnudó como subsecretarios del gobierno de Lagos presionaron para que las salmoneras entraran a parques nacionales…

– Si fue bajo los Gobiernos de la Concertación en que esta industria alcanzó sus mayores niveles de desangramiento del Estado, hasta llegar a la privatización del Mar Austral, en el último día del gobierno de Michelle Bachelet. Esa fue la despedida de la Ex Presidenta y su último regalo a esta “exitosa” industria. Por lo demás, que Camilo Escalona, Senador PS, haya sido, junto al Senador Horvath, el principal operador de este asalto al patrimonio natural de todos los chilenos, refleja la obsesión salmonera que tenían los Gobiernos Concertacionistas. Creo que lo que está haciendo el actual Subsecretario de Pesca por la Industria Salmonera, no alcanzará a empatar lo que por los salmoneros hizo la Concertación.

¿Qué significa para la soberanía alimentaria esta complicidad entre clase política y intereses económicos?

– La salmonicultura, por si misma y casi por definición, es un atentado a la seguridad y a la soberanía alimentaria. Millones de toneladas de peces aptos para el consumo humano se han convertido, a punta de reacciones químicas, inyecciones y baños con pesticida, en salmones que en un 98% se exportaron, es decir, los chilenos no les vimos ni una escama a esos peces. Ignoro por qué la pesca artesanal se ha dedicado a echarle la culpa de la depredación de los mares a la jibia, a la Corriente del Niño, a la de la Niña, a los lobos marinos, etcétera, y ha eludido a su verdadero problema: Los peces que le faltan desde Arica a Tierra del Fuego, se transformaron en alimentos para salmones. Ignoro, también, por qué la pesca artesanal austral no se ha referido en ninguna parte a la privatización del mar austral y a la parcelación de este en Barrios salmoneros, o sobre la aplicación de antibióticos en los alimentos para salmones, cuando entre un 40 y un 90% de esos medicamentos se pierde en el medio acuático y contamina a los recursos que captura la pesca artesanal. Ignoro por qué la pesca artesanal austral permite que hoy esa cultura se transforme en mano de obra barata de las fábricas de harina de pescado. La pesca artesanal austral, hasta ahora, se ha dedicado a negociar con las salmoneras…es decir, se ha dedicado a negociar su propia extinción.

¿Qué hace la Fundación Pumalín a diferencia de otros sindicatos y organizaciones de pescadores? ¿Cuáles son tus críticas a estos otros?

– La Fundación Pumalín es una organización conservacionista, de la que soy sólo su asesor acuícola, por lo demás. Pero claramente, se distingue de los sindicatos y especialmente de los dirigentes de la pesca artesanal, en que no negocia la muerte de la Cultura de la Pesca Artesanal ni la desaparición de las culturas indígenas costeras. Hemos apoyado siempre a la pesca artesanal y en los últimos dos años, hemos colaborado con comunidades huilliches para la creación de sus espacios marinos costeros que les garantiza la Ley Lafkenche.

Creo que hemos hecho, como Programa Marino, más por la pesca artesanal que varios de los dirigentes que hoy se han levantado contra la Ley Longueira, que no es ni la mitad de nefasta que otras leyes que ya se han aprobado y por la que los dirigentes de la pesca artesanal, en su gran mayoría, no han dicho ni pío.

 Gwendolen Pare

El Ciudadano

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