La elección presidencial de Brasil no solo transformará el destino la nación más grande de Latinoamérica sino que además constituye un referendo sobre el futuro de la Amazonía, el bosque tropical más grande del mundo, conocido como “el pulmón de la Tierra”.
El candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro ha dicho que la política ambiental de Brasil está “sofocando al país” por lo que ha prometido defender el poderoso sector de la agroindustria, que busca explotar más regiones de la selva para satisfacer la demanda mundial de carne y soya.
También ha mencionado la posibilidad de retirarse del Acuerdo de París, pero, aunque no lo haga, sus promesas de campaña podrían tener consecuencias nefastas para la Amazonía y, por lo tanto, para el resto del planeta.
Con una extensión de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, la mayor parte en Brasil de la Amazonía sirve como un filtro gigante para las emisiones de dióxido de carbono producidas en todo el mundo.
Costo alto
Bolsonaro ha dicho que eliminaría el Ministerio del Medio Ambiente, organismo encargado de proteger la Amazonía, fusionándolo con el Ministerio de Agricultura, que tiende a favorecer los intereses de quienes convertirían los bosques tropicales en tierra de cultivo.
De resultar electo “no habrá un solo centímetro cuadrado demarcado como reserva indígena” ha enfatizado.
Los estudios recientes muestran que las reservas forestales controladas por pueblos nativos en muchos países proporcionan una de las mejores defensas contra la deforestación, pero Bolsonaro tiene en mente otros usos para los bosques tropicales. “Donde hay tierra indígena, hay riqueza debajo de ella”, declaró.
De acuerdo con un informe de Reuters, en su campaña Bolsonaro ha sugerido reducir las sanciones impuestas a quienes violan las leyes ambientales.
“La posible victoria de este candidato provocaría sin duda que Brasil dejara de ser líder en la agenda contra el cambio climático y se convirtiera en un gran obstáculo para los esfuerzos globales por combatirlo”, señaló Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, una organización brasileña que compiló las posturas de los candidatos presidenciales respecto de temas ambientales.
Propuesta alterna
El oponente del candidato ultraderechista en el balotaje del 28 de octubre, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, quedó muy atrás en la primera ronda electoral, con solo el 29 por ciento frente al 46 por ciento que obtuvo Bolsonaro.
La campaña de Haddad promete medidas agresivas para frenar la deforestación, aunque su partido en el pasado ha realizado enormes proyectos de infraestructura con devastadoras consecuencias ambientales, como la represa Belo Monte.
Los bosques de todo el mundo son lucrativos para los intereses comerciales, y su explotación con el fin de cultivar productos primarios representó casi un cuarto de toda la deforestación global entre 2001 y 2015, de acuerdo con un estudio reciente.
En la Amazonía, la ganadería ilegal, la tala de árboles y la conversión de zonas de bosque tropical en granjas han sido causas de la deforestación desde hace mucho. La demanda mundial de carne, uno de los productos principales de Brasil, está creciendo. Además, la guerra comercial entre China y Estados Unidos ha aumentado la demanda de soya, otra de las principales exportaciones de Brasil.
Hasta hace poco, el país carioca había sido elogiado como líder ambiental. Había prometido la eliminación total de la deforestación ilegal para 2030, con el Acuerdo de París, así como reducciones drásticas en sus emisiones totales de carbono.
No obstante, esa tendencia se ha revertido y de acuerdo con los análisis satelitales realizados por el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, entre agosto de 2015 y julio de 2016 se perdieron más de 7770 kilómetros cuadrados de superficie forestal.
Un análisis realizado por científicos brasileños halló que, si las tendencias ambientales actuales del país siguen así, Brasil no podrá cumplir con los objetivos de reducción de emisiones a los que se comprometió en virtud del Acuerdo de París.
Brasil es el sexto emisor de gases de efecto invernadero del mundo, aunque sus cifras son mucho menores que las de los dos grandes países industriales del mundo: China y Estados Unidos. Siendo la agricultura y la producción petrolera s las principales fuentes de emisiones
El retroceso de las medidas de conservación refleja la influencia creciente de una poderosa ala conservadora dentro de la asamblea legislativa de Brasil que se hace llamar la Coalición de la Carne, la Biblia y las Balas, y la victoria de Bolsonaro amplificaría su poder, según analistas.
El próximo presidente de Brasil se enfrentará a una decisión inmediata que afectará su prestigio en todo el mundo. Brasil, anfitrión de la Cumbre de la Tierra de 1993, año en que los líderes del mundo comenzaron a adherirse a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, actualmente busca ser anfitrión de sus negociaciones anuales en noviembre de 2019. Su meta es hacer un llamado para que los países frenen el calentamiento global a través de, entre otras medidas, la salvación de los bosques.
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