Los últimos años a nivel mundial no han sido inertes si hablamos de política de drogas y guerra contra el narcotráfico, menos aún si nos referimos particularmente a la cannabis, la cual ha registrado una serie de modificaciones en diversos países que apuntan a su regulación o completa liberación a nivel medicinal y recreacional según sea el caso.
Uno de los hitos más significativos ocurre precisamente en nuestra región. En diciembre del 2013 se aprueba en Uruguay la ley que regula el mercado de esta planta, convirtiéndose en el primer país del mundo en legalizar la venta y el cultivo de manera plena. Algunos Estados como Colorado y California en EE.UU. han desarrollado toda una industria profesionalizada en torno a la cannabis y sus derivados. Por su parte, el reciente miércoles 17 de octubre, Canadá se convirtió en el primer país del G7 que liberaliza el uso de la marihuana.
En nuestro país, en gran medida gracias a las presiones efectuadas por organizaciones activistas del mundo cannábico, se ha logrado avanzar en la Cámara de Diputados con aprobación en sala de la #LeyCultivoSeguro, proyecto presentado por la diputada Karol Cariola, el cual apunta a modificar el código sanitario permitiendo que la receta médica sea justificación suficiente para cultivar. Dando tranquilidad con ello a miles de familias que con miedo cultivan su propia medicina para enfrentar enfermedades para las cuales la medicina tradicional no tiene respuesta, encontrando en el cannabis una mejora sustancial en su calidad de vida.
Es un enorme error presentar a la cannabis como una sustancia inocua, pero es evidente que su potencial de daño es mucho menos significativo comparado con el tabaco, el acohol, incluso la sal y las bebidas con azúcar, registrando la marihuana cero muertes tanto en Chile como en el mundo según la ONU.
La campaña prohibicionista contra la cannabis comienza en el siglo XX liderada por la industria farmacéutica y las tabacaleras, quienes junto a EE.UU. se convirtieron en el mayor enemigo del cannabis, influyendo desde su posición hegemónica sobre las políticas de legalización a nivel planetario. Los antecedentes científicos actuales y la misma experiencia usuaria se han encargado de desmentir gran parte de los mitos instalados, disminuyendo fuertemente su rechazo al pasar de los años, siendo Chile quien encabeza la lista de los países con menor percepción de riesgo en la región.
Dentro de los diversos motivos que han impulsado el debate de su liberalización se encuentran argumentos de peso y que apuntan a ejes de política pública estratégicos para los países, siendo lo “moral y valórico” un tema secundario, poniendo en el centro el interés nacional. En esta línea Pepe Mujica, Presidente impulsor de la legalización de la marihuana en Uruguay, lejos de fomentar su uso, plantea de manera clara que «el problema grave es el narcotráfico, no la marihuana», centrando los esfuerzos en cortar el flujo de acceso al mercado negro convirtiendo al Estado en su principal competidor, el cual abastece asegurando calidad, quitando la oportunidad al “dealer” de que ofrezca pasta base u otras sustancias altamente dañinas, adictivas y de alta mortandad.
Por otra parte, Canadá -en la misma línea planteada por Mujica y además habiendo avanzado en una mirada integral sobre el cannabis y sus diversos usos (medicinal, recreativo, científico e industrial)- sacó la calculadora para tomar el peso económico de lo que significa abrir el mercado de la cannabis. Como resultado de este cálculo, dentro de su política regulatoria aplica dos impuestos, uno del 10% al precio de venta que lo recauda el gobierno central y otro cercano al 15% que lo recauda el gobierno provincial, cumpliendo el Estado un rol trascendental en esta nueva ley.
Jugando a ser Canadá
El estudio “Latin America: Results from a Latin-American Survey”, publicado en el International Journal of Drug Policy, demuestra que Chile destaca en la región por el más alto reconocimiento de consumo, con un 40% de personas mayores de 18 años que declaran haber consumido marihuana alguna vez, seguido por Argentina (39%) y México (32%). Y si revisamos la prevalencia respecto al consumo reciente de cannabis (último año), los resultados del XII Estudio de Drogas en Población General destaca que el 14,5% de la población manifiesta haber consumido, estando un 90% aproximadamente en el grupo adulto (1.260 millones de personas mayores de 18 años).
Ahora, tomemos la calculadora nosotros, estimemos un consumo de 1 gramo de marihuana a la semana por persona (muy por lo bajo si se considera que quienes la utilizan como medicina consumen entre 30 y 100 gramos al mes, y que lo proyectado en la ley son 10 gramos de porte y 500 gramos de tenencia por hogar), si esa fuera la demanda anual estaríamos hablando de 6,6 toneladas de flores secas. El valor que tiene el gramo de esa flor seca de buena calidad en el mercado negro oscila entre los $8.000 y $12.000; por su parte, en el área gris de la no regulación en la que se encuentran los más de 20 Clubes de Cultivo a nivel nacional, los precios oscilan entre los $6.000 y $8.000 gramo.
Tomando en consideración los datos de prevalencia de consumo del SENDA, la proyección de demanda de flores secas y replicando los impuestos propuestos en la legislación canadiense, de 10% para el gobierno central y 15% en nuestro caso para el gobierno regional, podríamos proyectar una recaudación de 39 mil y 59 mil millones de pesos respectivamente, considerando el precio de venta más bajo presente en el mercado para 1 gramo de cannabis ($6.000). Para ser más gráficos, sólo con la recaudación del gobierno central se podría asegurar el financiamiento anual de la Teletón (37 mil millones recaudados el 2017).
El cálculo anterior solo aborda un aspecto de lo que se puede desarrollar asociado a la industria cannábica, basta con mirar la cantidad de tiendas dedicadas al rubro, las tiendas de cultivo o grow shop, las cuales ascienden a 22.511 a nivel nacional y se especializan en entregar todo lo necesario para tener tu cultivo en las mejores condiciones. A estas se suman fundaciones, laboratorios y empresas que apuntan a innovar y crear nuevas líneas de desarrollo para el cannabis en Chile y el mundo.
Punto final para un inicio
Nuestro país cuenta con una larga tradición cañamera. A través de Chile en 1545 los españoles introducen la cannabis con un fin mercantil para obtener fibra; hoy por la misma puerta a Latinoamérica llega Canopy Growth, la compañía de marihuana transada en bolsa más grande del mundo, avaluada en US$13.180 millones, que busca posicionar sus productos medicinales de cannabis en el mercado nacional a través de Spectrum Cannabis Chile con una inversión inicial de US$10 millones.
La realidad es clara: como país debemos abordar el debate de la legalización desde sus múltiples aristas, tenemos la tremenda oportunidad de dar un impulso a la economía a través de PYMES, cooperativas, producción local, investigación científica, producción de fitofármacos, agroindustria, etc. Ya existe un avance notable en nuestro país pese a la persecución y criminalización en torno al tema. Si no decidimos pronto un camino de manera abierta y democrática, el camino lo determinará una vez más el mercado. Mientras más trabas se pongan por delante, será más fácil para los gigantes como Canopy Growth demarcar los términos en que nos relacionaremos con la marihuana, llevándose gran parte de las ganancias que podríamos estar produciendo con nuestras propias manos, de manera colaborativa y con el único fin de otorgar bienestar.
La bola de nieve de la legalización viene creciendo rápidamente a nivel internacional, Chile debe ser hábil y posicionarse rápidamente en ese escenario como pionero en la materia. Tenemos las condiciones culturales, académicas, profesionales y geográficas idóneas para ser líderes en este proceso, y desarrollarla con tanta o más fuerza, como lo ha sido con la industria del vino.
Invito a quitarse los prejuicios de encima, a que sinceremos el debate y así abramos las perspectivas. Mientras siguen cerrando empresas y aumentando los niveles de cesantía, caemos en discusiones eternas e infructuosas, acá hay una evidente oportunidad de negocio y fuentes laborales que estamos dejando pasar; si no actuamos pronto dejará de ser un proyecto colectivo y se convertirá en el negocio de unos pocos, como suele suceder acá en Chile. Un punto necesario de marcar en el debate nacional, que debe dar inicio a una mirada más integral de cómo abordaremos la política de drogas, más particularmente de la cannabis.
Algunos se preguntarán si estas ideas son producto de estar fumando opio; pueden estar tranquilos de que no es así, es producto de la vaporización de una muy bien curada DeepTroyer de Trip Seeds (primer banco de semillas chileno y latinoamericano). Quienes tengan problemas con aquello, pueden acusarme de dopaje accediendo al siguiente link.
*Felipe Esbir G. es Ingeniero Ambiental en CannaVida