El miércoles por la tarde, un científico de Canadá emergió de un cubo sellado de 3 por 3 metros, construido con láminas de plástico y madera contrachapada y lleno de 200 plantas con hojas. A pesar de que solo duró 15 horas en la estructura antes de que los niveles de CO2 peligrosamente altos lo forzaran a salir, Kurtis Baute considera que su experimento es un éxito. Su misión era aumentar la conciencia sobre la grave amenaza de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la documentación de su experiencia en las redes sociales y, a juzgar por la explosión de la cobertura de los medios, eso fue exactamente lo que hizo.
En una serie de Tweets y videos de YouTube que cubrieron el evento, Baute explicó que tenía la intención de pasar hasta tres días en su “biodomo” de bricolaje para ilustrar, en una escala tangible y a nivel individual, cómo los procesos de cambio climático impulsados por los humanos afectan a toda la vida en la Tierra. Esperaba que al mostrar cómo su propia vida dependía de mantener un equilibrio entre su respiración y la fotosíntesis de las plantas, se recordaría a las personas que la Tierra también es un sistema autónomo cuyo equilibrio se encuentra actualmente en peligro.
Baute, un comunicador científico que crea videos divertidos y educativos en su canal de YouTube, The Scope of Science, también compartió muchos videos detrás de escena mientras construía el biodomo en el patio trasero de la casa de su hermano en la Columbia Británica.
Después de más de dos meses de investigación y preparación, Baute ingresó a su biodomo pasada la medianoche del 24 de octubre. Como señaló en su sitio web la semana pasada, su objetivo original de permanecer en el ambiente sellado se modificó cuando los cálculos sugirieron que el equilibrio gaseoso podría volcarse rápidamente si las condiciones se volvían menos que ideales.
«Probablemente podría sobrevivir en el domo tres días», escribió. «Pero mi objetivo no es simplemente «no morir», sino terminar este proyecto sin haberme vuelto azul, haber desarrollado daño cerebral, sin haber recibido un golpe de calor o en general haber causado un daño duradero a mi cuerpo».
Una vez que finalmente estuvo dentro, Baute compartió actualizaciones frecuentes sobre sus niveles de oxígeno en la sangre y CO2 en el aire y continuó atrayendo a su audiencia sobre la ciencia del clima.
«Lo que está mal de mi experimento es que algunos de mis valores de cancelación (por ejemplo, si el CO2 es demasiado alto, me escapo) son experiencias cotidianas para muchas personas en este planeta. Todos merecen aire limpio, pero no todos lo tienen», señaló en un Tweet publicado a las 5:05 AM. Antes de ese mensaje, a las cuatro horas de comenzado el experimento, notó que no había podido dormir en la hamaca instalada en el interior, pero que sus niveles de oxígeno en la sangre eran buenos.
Deeeep breath.
No wait, just stay calm. Dont panic!
What a roller coaster. #KurtisInAJar pic.twitter.com/U99gtvAWii
— Kurtis Baute (@kurtisbaute) October 24, 2018
Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, los niveles de CO2 comenzaron a subir, lo que Baute atribuyó a un metabolismo de las plantas más lento de lo esperado, causado por los cielos nubosos, lo que significa que no podían seguir el ritmo del CO2, lo que ilustra cómo los organismos en el mundo no pueden mantenerse al día con nuestras emisiones.
A las 6:30 PM, Baute informó que los niveles se habían elevado tanto que estaba fuera del alcance de ambos sensores. Según una foto publicada de su monitor de CO2, la concentración dentro del biodomo fue de más de 9.300 partes por millón (ppm) justo antes de que diera por finalizado el experimento. Actualmente, la concentración global promedio en el exterior es de 400 ppm, un aumento significativo de las 180 a 280 ppm presentes durante gran parte de la era humana hasta la Revolución Industrial.
Debido a la acumulación de la respiración, los niveles interiores pueden alcanzar un índice alarmante de 1.000 a 5.000 ppm.
Los científicos de Harvard, el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley y la NASA han encontrado evidencia de que nuestra capacidad cognitiva comienza a disminuir en entornos con 1.000 ppm o más, y los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU) informan que la exposición regular a niveles superiores a 5.000 ppm, no es segura para la salud general.
Fuente: IFLScience