VII. MASH-UPS: ¿VOLVER AL FUTURO?
A fines del 2006, el Cirque du Soleil estrenó en Las Vegas “Love”, un espectáculo basado en la música y la historia de los Beatles. Entre las múltiples gracias de esta nueva aventura se contaba no sólo con la presencia de la música original del cuarteto, sino que, con ayuda de la digitalia del momento, ésta aparecía remezclada como resultado de un trabajo conjunto entre George y Giles Martin (padre e hijo, productor original y productor de las nuevas versiones, respectivamente). El chiste de estas remezclas es que no se traducían en un sonido más limpio o más profundo, sino en algo mucho más radical: a tomar las pistas separadas de cada tema y recombinarlas de forma tal que partes de uno aparecían en otro, en una suerte de remix que evocaba y hacía referencia a una de las estéticas sonoras más provocativas y conflictivas de los últimos 20 años: el mash up, también conocido como bootleg o bastard pop.
El término, de origen informático, alude a una página web o aplicación que, a partir de distintas fuentes, crea nuevos servicios, destacando aspectos como la combinación, la visualización y la agregación. El mejor ejemplo a mano lo constituiría Facebook, que integra funciones disponibles en MSN Messenger, Blogger, Fotolog, Twitter y Youtube, por mencionar sólo algunas. Eso, aplicado a la música, se presenta traducido en dos procedimientos que se han popularizado y confundido con lo mismo: construir un tema a partir de pedacitos de otros diversos o bien juntar la voz de una canción con la música de otra muy diferente.
Sin embargo, esto no es para nada novedoso, sino consecuencia y devenir de una práctica alimentada por la tecnología y, paradojalmente, por la misma industria musical.
VIII. REBELDE SIN PAUSA
Recordemos que, en la época de oro del single 45 rpm (7”), solía echarse mano de la base o background de una canción para ocupar o rellenar la cara b de los mismos (versiones instrumentales). Durante el apogeo de la música disco, los sellos ensancharon el formato a 12”, aprovechándolo con versiones extendidas de estos hits, hechas con el fin de alimentar la parrilla de los DJs de cada club – legendarios son los 15 minutos de erotismo que la recientemente fallecida Donna Summer nos regalara en su conocidísimo “Love to Love You, Baby”. A finales de los ’80, el ámbito se extendió a la publicación de las pistas de voz o a capella, cuya presencia se hizo más regular en los CD singles que circulaban en la década siguiente.
Ya en 1994, el artista medial estadounidense Mark Gunderson, conocido por su proyecto “The Evolution Control Comité”, publicó lo que se conoce como el primer mash up de la historia: “The Whipped Cream Mix”, single 45 7” que combinaba dos temas del clásico “Whipped Cream and Other Delights” (1962), del tremendamente influyente Herb Alpert y sus Tijuana Brass, con dos a capella de tracks de los discos “It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back” (1988) y “Apocalypse 91…The Enemy Strikes Black” (1991), del igualmente señero grupo de rap Public Enemy. Era simple cuestión de tiempo, y de que Internet se masificara e hiciera cotidiana, para que esta práctica tomara aún más vuelo y lograra los alcances que, a continuación, veremos…
IX. SHAKE YOUR BOOTIE
Desde el año 2003 que la pareja de DJs estadounidense A Plus D (también conocidos como DJ Adrian & Mysterious D comenzó a desarrollar sets bastante eclécticos, revolviendo y mezclando artistas, géneros, estilos y épocas de la música popular anglo, fundamentalmente. Abrieron un local en San Francisco, al que llamaron Bootie (diminutivo de bootleg o pirata) y, desde entonces, han expandido su práctica por el mundo, realizando fiestas en diversas ciudades (estableciendo, incluso, un enclave en Rio de Janeiro, Bootie Rio) y entregando gratuitamente, tanto en CDs físicos como en su blog, el fruto de su experimentación y el de cientos que han desarrollado su creatividad a punta de computadores, softwares para editar audio y diversos métodos para conseguir música desde la red (Soulseek, Torrent, directorios temporales – como el aún cerrado Megaupload -, blogs y sitios web varios, etc.)
Pero la industria – con un doble estándar documentado desde la aparición de los grabadoras de caset – arremetió con todo contra esta práctica, apelando a cargos de piratería y violación de derecho de autor. Hay que pensar que estos dispositivos permiten a cualquier persona, en su casa, manipular audio y juntar en un mismo tema a artistas que ni siquiera se conocen o conocieron, lo que hace inútil todo el tinglado legal habitualmente utilizado para tales colaboraciones. Un caso emblemático lo constituye “The Grey Album” (2004), mash up realizado por el dj Danger Mouse (integrante de Gnarls Barkley) que mezclaba los a capella de “The Black Album”, del rapero Jay-Z, con el álbum blanco de los Beatles. El disco circuló con sumo e inesperado interés por la web hasta recibir una demanda de la EMI. Esto atrajo aún más interés público, generando una respuesta cibernauta sin precedentes: el 24 de febrero de ese año, cientos de personas subió el disco en formato mp3 a sus platafomas web, alegando que el trabajo no tuvo finalidades comerciales, por lo cual debería ser visto con la mirada del “fair use” o uso justo. A esta actividad se le dio en llamar Grey Tuesday (Martes Gris).
Otro caso emblemático, por cobertura, lo constituye el de Gregg Michael Gillis, Girl Talk, dj cuyo trabajo llegó a ser tema pivote de dos documentales, “Good Copy Bad Copy” (2007) y “Rip: a Remix Manifesto” (2008). Lamentablemente, Girl Talk estuvo en Chile en una breve visita el año 2010, presentándose en un Centro Cultural Amanda ante un público que, en su mayoría, poco o nada entiende de esto que contamos, quizás hasta ahora…
Supongo que a estas alturas se preguntarán qué pito tocamos los chilenos en todo esto. La respuesta a esa interrogante y muchas otras ¡en el próximo episodio!…
Por Gerardo Figueroa Rodríguez (*)
El Ciudadano
Publicado en «Onda corta: sonidos locales», El Ciudadano nº 127, 2º quincena junio 2012
(*) (1969) encargado del proyecto de investigación artística GFR Broadcasting System. Su obra sonora se encuentra repartida en diversas plataformas on-line, como los netlabels locales Pueblo Nuevo, Sheep, Jacobino Discos y Michita Rex. Participa, además, de la Asociación Chilena de Estudios en Música Popular (ASEMPCH) y la Comunidad Electroacústica de Chile (CECH).