Brasil acaba de elegir como presidente a un nacionalista de extrema derecha con tendencias autoritarias e inclinaciones fascistas. Los 900.000 indígenas que habitan la nación se encuentran entre uno de los numerosos grupos minoritarios a los que Jair Bolsonaro ha atacado, a menudo, con corrosiva hostilidad.
En una ocasión declaró: «Es una vergüenza que la caballería brasileña no fuera tan eficaz como los estadounidenses, que exterminaron a sus indios». Si cumple sus promesas electorales, los pueblos indígenas de Brasil se enfrentan a una catástrofe, en algunos casos, al genocidio.
En Brasil existe alrededor de un centenar de tribus no contactadas, más que en ninguna otro país, y todas ellas están en peligro a menos que se protejan sus tierras.
Bolsonaro ha amenazado con cerrar la FUNAI, el departamento estatal de asuntos indígenas encargado de proteger las tierras indígenas. Este organismo lleva tiempo combatiendo los recortes presupuestarios, y si desaparece, los indígenas no contactados se enfrentan a la aniquilación.
Este mismo año, la FUNAI publicó el vídeo de un hombre a quien llaman «el último de su tribu», único superviviente de varias oleadas de ataques genocidas en las décadas de los ’70 y ’80, cuando empresas madereras y ganaderas se abrieron camino a través de la selva con máquinas excavadoras.
Aquellos invasores asesinaron a toda su familia, su comunidad y otras comunidades vecinas. Si se suprimen los mecanismos de protección de los territorios indígenas y de prevención de tales atrocidades -que de por sí son tristemente insuficientes-, esta parte vital de la diversidad humana será eliminada para siempre.
El odio de Bolsonaro
Bolsonaro opina que «los indios huelen mal, carecen de educación y no hablan nuestra lengua» y que «el reconocimiento de tierras indígenas es un obstáculo para la agroindustria». Ha declarado que reducirá o suprimirá las reservas indígenas amazónicas y en varias ocasiones ha prometido que «si soy elegido presidente, no habrá ni un centímetro más de tierras indígenas». Hace poco se corrigió a sí mismo declarando que quiso decir ni un milímetro.
Esto tiene profundas implicaciones para los pueblos indígenas del país, cuyo sustento, bienestar físico y espiritual dependen totalmente de sus tierras. La lucha por proteger la vida y medios de vida indígenas, además de los ecosistemas de los que dependen, ya es brutal y sangrienta.
Las palabras de odio de Bolsonaro sobrealimentan un discurso público en que la incitación al odio racial se toma como una luz verde al asesinato impune. Al menos 110 indígenas fueron asesinados en Brasil en 2017 y ya existen indicios de que estos crímenes aumentarán.
El día de las elecciones, un ataque de pistoleros contra una comunidad guaraní causó heridas a 15 personas, incluido un niño de 9 años. En una insólita y alarmante amenaza, filmada recientemente en el mismo Congreso, Bolsonaro espetó a las tribus del Estado de Roraima: «Vamos a desmarcar Raposa-Serra de Sol y dar armas a todos los terratenientes».
Está por verse hasta qué punto Bolsonaro será capaz de acabar con los derechos constitucionales de los indígenas, pero sin duda lo que está en juego es el alma de Brasil, el futuro de la selva amazónica y la extraordinaria diversidad humana representada por sus 305 tribus diferentes.
https://www.elciudadano.cl/brasil/mas-de-300-pueblos-indigenas-temen-perder-sus-tierras-y-derechos-si-triunfa-bolsonaro/10/05/
https://www.elciudadano.cl/brasil/amnistia-internacional-pide-a-bolsonaro-mas-derechos-y-menos-represion/10/29/