Y como al parecer es costumbre, cayó un aguacero de aquellos aquí en Potosí.
Es domingo 25 de enero y me apresto para observar, con ojos propios, el referéndum constitucional que podría validar la refundación de Bolivia que su presidente, Evo Morales Ayma, tanto anhela.
Refundar un país, suena fuerte ¿no?, pero así es. Votar una nueva constitución que permita, por fin, la creación de un estado solidario, comunitario y enmarcado en las necesidades de los más pobres (que aquí no son pocos…).
Bueno, bueno, como ustedes imaginarán este no será un relato objetivo, a dios gracia.
¡Viva la subjetividad!
Muy temprano me levanté en esta ciudad ubicada a 4060 msnm.
Al parecer Potosí, debate mediante, ostenta el titulo de tercera ciudad más alta del mundo, pero existe toda una polémica al respecto, pues las otras en disputa, China y Perú, no tienen tantos habitantes, y que sus chicas no son tan lindas, y que la cerveza es más fuerte, y…
Un buen desayuno, como se sirve en le altiplano y a caminar. Debo reconocer que el nervio me hacía daño y la altura otro poco.
Primera pregunta, ¿Dónde encuentro un local de votación?, como en pleno paseo Bolivar ya podía distinguir gentes con medio dedo entintado (cosa curiosa, en Bolivia deben introducir el dedo en un recipiente, quedando la mitad de este en tinta, más menos como el ojo de Pinilla…), consulto a un paisa quien me recomienda caminar, en dirección a la terminal de buses, para topar con dos escuelas que ejercen de locales de votación, locales que en este país son mixtos y que ante mi curiosidad un buen camarada no duda en responder: «¿Y por qué habría de ser de otra forma?», clarito.
Bueno, finalmente a eso de las 10 AM, llego a la escuela básica «Simón Rodríguez». Medio en broma, medio en serio, me hago el de las chacras y a observar, sin llamar mucho la atención, pues, como dice Guillermo, con esta pinta de irlandés medio pavo es ultra complicado.
Todo tranquilo, todo en paz. De buen ojo me hago amigo del delegado del local, un tipo simpático, muy comprometido con su trabajo, que al parecer entendió que yo era observador internacional de la OEA o algo así, pues hasta café me regaló.
Un par de horas de observación, intentos audaces de fotografías (al igual que en Chile prohibidas en estos casos), y buen apretón de manos mediante hasta la tarde, hora de los conteos a viva voz a eso de las 16.
Camino a mi hostal supervisar un par de locales más (si hasta me creí el cuento de observador), almuerzo local y reponedora siesta en las alturas hasta las 15.
Pasadas las 4 de la tarde era tal la lluvia que caía en Potosí que hasta dudé de lograr mi objetivo. Me puse como viejo y me vi durmiendo toda la tarde en mi camita, con Jodorowsky como tutor. Pero no, a mojarse se ha dicho, caminata de flanco y nuevamente en la «Simón Rodríguez». Mi compadre delegado, quien a estas alturas me confundía con Insulza, me esperaba para presenciar el conteo de varias mesas que luego de 8 horas de trabajo se disponían a cerrar.
El referéndum del día de hoy incluyó dos preguntas, la primera, vinculante a la opción SI, remitía al máximo de tierras que todo individuo puede tener en Bolivia como máximo: 10.000 ó 5.000 hectáreas, ¡A imaginar. El estado define cual es el monto de tierras máximo que un solo hombre puede acaparar! Tengo la impresión que en esta partida las 5.000 ganan por lejos.
Imagino que pasaría en Chile, si el estado limitara la capacidad de usura y acaparamiento…
Una mesa, dos mesas, y todo en gran orden cívico, si hasta amigo de los vocales de mesa me hice. Un par de fotografías en complicidad y a esperar resultados.
En mi local ganó el NO, «NO a la nueva constitución emanada de la constituyente«. En el departamento de Potosí, al parecer, el SI gana con un % cercano a 70. En el país, también a boca de urna, el SI en una margen de 60%.
Asunto cerrado por hoy, nada más que ver.
La noche se nos viene, y el cerro rico se ilumina por completo. Mañana lunes todo vuelve a la normalidad y el frenesí característico de las urbes bolivianas retoma su lugar por sobre la calma ciudadana de domingo de elección.
Por mi parte a escuchar las nuevas en televisión y esperar. Esperar resultados oficiales que, ojalá, confirme las tendencias a favor del SI. Esperar a que ahora el indio revolucionario puede hacer de las suyas y el sueño de millones de bolivianos sea tan placentero como el mío, el que me espera.
Pero ojo todo a su tiempo. ¿Una chelita?, claro ¿por qué no?, la revolución es la revolución, claro está, pero ni esta, ni otras, podrán terminar con la maldita tendencia conservadora de celebrar en grande.
¡Salud!
PD. Las fotos se las debo.
Potosí, Bolivia, enero del 2009.