Estados Unidos (EEUU) opera la industria militar más pujante del planeta. Su apoyo estratégico más contundente en la región de Latinoamérica y El Caribe es la Organización del Atlántico Norte (OTAN).
El 31 de mayo de 2018, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, formalizó en Bruselas, Bélgica el ingreso de su país como «socio global» de la OTAN, dirigida por el secretario general, Jens Stoltenberg.
De esa forma Colombia, el país de Latinoamérica que ostenta la mayor cantidad de bases militares estadounidenses en su territorio, no sólo se convertía en el primer socio latino de la OTAN sino que también activa una alerta sobre la posibilidad de una intervención militar montada sobre este lobby.
Por otro lado, Uruguay se encuentra en el ojo del huracán, luego que Washington exigiera al Poder Ejecutivo de esa nación, que le prestara «cooperación militar» permitiendo la entrada de no menos de 400 efectivos militares y del servicio secreto, así como aeronaves de espionaje y guerra, todo parte del contingente de seguridad de la comitiva norteamericana y de representantes de los países de la OTAN, que participarán en la XIII Cumbre del G20 en Buenos Aires, Argentina, entre el 26 de noviembre y el 3 de diciembre próximo.
Ante el desequilibrio militar que se ha producido en la región, han surgido voces críticas, especialmente desde ALBA-TCP.
ALBA-TCP hace un llamado de alerta: la OTAN amenaza la paz continental
El pasado 8 de noviembre, los Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores y los Jefes de Delegación de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), sostuvieron en Managua, Nicaragua, el XVII Consejo Político de la organización, para -entre otras cosas- analizar la situación regional y las amenazas actuales que representa la creciente presencia de EEUU y la OTAN en la región.
«Expresamos nuestra preocupación por los más recientes anuncios sobre el incremento de la presencia y cooperación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con algunos países de nuestra América Latina y el Caribe, lo que es una potencial amenaza para el la paz y seguridad regional», cita parte de la declaración final
Además, agrega el texto, el ALBA-TCP denuncia «la actual estrategia imperial de desarticulación en contra de los procesos de integración latinoamericanos y caribeños, que han técnicamente paralizado a los mismos. Esta paralización sólo beneficia al Imperio y a los enemigos históricos de la integración latinoamericana y caribeña».
En ese sentido, el ALBA-TCP recalcó en su Declaración de XVII Reunión del Consejo Político, el compromiso que tienen los países que integran el bloque «con la unidad latinoamericana y caribeña, en la búsqueda de un destino propio, independiente y soberano, por lo que continuaremos trabajando por la integración regional, para garantizar la soberanía, independencia, igualdad y autodeterminación de nuestros pueblos».
En vista de esa premisa, el grupo regional reafirmó «la necesidad de fortalecer la unidad en la diversidad de nuestra región, a través de la concertación política y la integración, así como la defensa de nuestra soberanía y libre determinación, sobre la base de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz aprobada en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el 29 de enero de 2014, en La Habana».
En concordancia con esta política integracionista, el ALBA-TCP exhortó «a los gobiernos de América Latina y el Caribe a preservar los avances que en materia de integración conquistó nuestra región en las últimas décadas. El fortalecimiento de la solidaridad regional es la mejor respuesta ante las amenazas de carácter injerencista que atentan contra la soberanía de nuestros pueblos».
Recordó el grupo de cooperación regional, que gracias a la integración alcanzada en años anteriores, es notable «el valor estratégico de las ideas fundacionales del ALBA-TCP en la creación de mecanismos regionales de integración que han favorecido el desarrollo socio económico de los pueblos, el fortalecimiento de los Estados y su independencia política, tales como el Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe que fue concebido bajo los mismos principios de solidaridad, complementariedad y soberanía, trazados como sustento ideológico y político de una visión Nuestro Americana y Caribeña».
Añade la misiva suscrita por este bloque, la exigencia a la comunidad internacional sobre «el cumplimiento de los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, la solución pacífica de controversias, la prohibición del uso y de la amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la libre determinación, a la soberanía, la integridad territorial, y la no injerencia en los asuntos internos de cada país».
«El ALBA-TCP recuerda -al actual gobierno de los Estados Unidos- los significativos aportes que los migrantes de nuestra región generan a la sociedad estadounidense. Promovemos los principios universales de la no discriminación por condición de nacionalidad, raza, género o condición social, que fomentan supremacías y nacionalismo irracionales, tales como los manifiestan despectivamente otros países hacia nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños», precisa el documento.
Además, la comunidad del ALBA-TCP alerta sobre «el avance de sistemas políticos de extrema derecha a nivel internacional, y en especial en Nuestra América. Este avance podría significar el incremento de las agresiones en contra de los pueblos y gobiernos progresistas de la región».
De la misma forma, el bloque denunció «los intentos de la administración del gobierno estadounidense de resucitar la desafortunada Doctrina Monroe, inaceptable justificación política del intervencionismo y la dominación imperialista en nuestra región»; y rechazó «las acciones sistemáticas e injerencistas del Secretario General de la OEA y de algunos países que pretenden agredir la soberanía, la autodeterminación y el orden constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y otros países en los que sus pueblos han decidido gobernarse por sí mismos sin tutelaje de ninguna clase, lo que traería por consecuencia la desestabilización de la región».
Abogó por el impulso y construcción de «un nuevo orden internacional, justo, equitativo e inclusivo, donde no existan imperios ni hegemonías y las relaciones entre los Estados se basen en el respeto a los pueblos y a las instituciones elegidas por ellos y a las diversas culturas que coexisten en el mundo».
Además el bloque se solidarizó contra la recurrente amenaza contra los pueblos latinoamericanos y caribeños, en especial a los de Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Cuba, por estar constantemente en la agenda de acciones de guerra de cuarta generación que son aplicadas por la derecha continental en obediencia a EEUU, que de manera reiterada intentan socavar el orden democrático en estas naciones soberanas.
El rol del ALBA-TCP
Esta alianza fue creada el 14 de diciembre de 2004 en La Habana mediante un tratado constitutivo firmado entre Cuba y Venezuela, al que después se unieron Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Dominica, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Granada, y San Cristóbal y Nieves.
Su instauración se generó como respuesta al intento de imposición del Tratado de Libre Comercio que pretendió ejecutar EEUU contra los países de la región, lo que hubiese causado mayor desequilibrio, pobreza y hegemonía de Washington sobre lo que ellos mismos catalogan como su «patio trasero».
«Reconocemos el valor estratégico de las ideas fundacionales del ALBA-TCP en la creación de mecanismos regionales de integración que han favorecido el desarrollo socio económico de los pueblos, el fortalecimiento de los Estados y su independencia política, tales como el Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe que fue concebido bajo los mismos principios de solidaridad, complementariedad y soberanía, trazados como sustento ideológico y político de una visión Nuestro Americana y Caribeña», cita el texto.
Al respecto, fue reconocida la labor del Banco del Alba, que el pasado 5 de noviembre de 2018 cumplió su décimo Aniversario. Esta entidad financiera multiestatal, «concebida a la luz de la urgencia de la integración de nuestros pueblos y con el mandato de formar parte de la nueva arquitectura financiera para el financiamiento y el desarrollo de la región», conquistó resultados positivos «tras haber alcanzado su punto de equilibrio desde el año 2016, y tras haber logrado su primera capitalización de dividendos en 2018».
«Reconocemos la importancia y el impacto que sobre la región ALBA-CARIBE han tenido el financiamiento por valor equivalente a 420 millones de dólares estadounidenses que durante estos diez años han favorecido un amplio grupo de proyectos de desarrollo de gran beneficio para nuestros pueblos», describe el documento.
Además, el ALBA-TCP se comprometió a «fortalecer la estructura institucional y de funcionamiento» para «continuar avanzando en los trabajos de los Consejos Ministeriales y de la Secretaria Ejecutiva.
De igual forma agradeció «al hermano pueblo de El Salvador por sus esfuerzos y luchas a favor del desarrollo y fortalecimiento de la CELAC, así como expresamos al hermano pueblo de Bolivia todo nuestro apoyo en su ejercicio de la Presidencia Pro Tempore de la CELAC en el año 2019».
«El ALBA-TCP ha demostrado que otro mundo es posible sobre la base de la unión, confianza, respeto entre los pueblos, a través de las misiones educativas, culturales, sociales y económicas, entre otras iniciativas. Por ello, nos daremos cita en La Habana, Cuba, el próximo 14 de diciembre, en ocasión del XIV Aniversario de la Alianza para celebrar la XVI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP. Recordamos y hacemos propias las palabras del líder sandinista Carlos Fonseca Amador, quien expresó que “Un revolucionario sabe que esté donde esté, siempre que luche por la humanidad, estará cumpliendo con su deber”.
¿Cuál es la presencia efectiva de la OTAN en la región?
Como se comentó al principio, no sólo es cierta la presencia de la OTAN en la región, sino que además cuenta con bases alrededor de toda Latinoamérica y el Caribe, y no sólo con las bases militares estadounidenses, sino también con las que poseen los Países Bajos (Holanda) en Aruba y Curazao; Gran Bretaña (Reino Unido) en las Islas Malvinas; y Francia en la Guyana Francesa.
Así que la amenaza no es sólo una paranoia generalizada por la izquierda latinoamericana sino algo cierto y palpable; así como lo son las 76 bases estadounidenses en la región, las advertencias de Trump de invadir a Venezuela, y el silencio cómplice de Guyana, Canadá y Colombia sobre esa postura guerrerista.
Y es que a pesar de que Latinoamérica y El Caribe ha sido durante los últimos años una zona de paz y libre de conflictos bélicos -a excepción de la guerra interna en Colombia-, el potencial militar de la OTAN en el continente americano es uno de los más articulados y mejor dispuestos para cercenar la paz de cualquier país de la región.
En ese sentido, entra en juego el extremista de derecha Jair Bolsonaro, un exmilitar amante de la dictadura brasileña, de las torturas y de la persecución política para desaparecer a adversarios -preferiblemente socialistas y comunistas-.
Si bien Brasil no tiene bases militares estadounidenses en su territorio, el llamado «gigante suramericano» es el segundo socio militar de Washington, y tras la llegada del régimen de Michel Temer tras el golpe de Estado parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, las alianzas comerciales y negocios en materia de armas, espionaje y «seguridad» se han intensificado, incluso ya existe presencia de efectivos estadounidenses en ese país, que hasta hace pocos años fue ejemplo del progresismo de izquierda.
En un análisis político realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) -institución dedicada a la investigación, estudio y análisis de los fenómenos políticos, económicos y sociales de América Latina- titulado: EEUU avanza sobre el Brasil de Temer y publicado el pasado 27 de mayo de 2018, se explica como el régimen de facto de Temer, ha privilegiado los intereses del gobierno y empresarios estadounidenses sobre su soberanía y necesidades del pueblo brasileño.
Cita el informe de la CELAG que con la llegada de Temer al poder, el Ministerio de Defensa de Brasil y el Departamento de Defensa estadounidense concretaron -en marzo de 2017- la firma del Acuerdo de Intercambio de Información sobre Investigación y Desarrollo (MIEA – Master Information Exchange Agreement), que proporciona la expansión de la colaboración en investigación y desarrollo, y fomenta desarrollo de nuevas e innovadoras tecnologías de defensa.
Alerta contra nuevos planes conspirativos contra Venezuela y el resurgimiento de la Doctrina Monroe
El pasado 8 de Septiembre de 2018, David Choquehuanca Céspedes, emitió un comunicado en nombre de la Secretaria Ejecutiva del ALBA-TCP, donde expresa» su más firme condena a la conspiración que el gobierno de los Estados Unidos organiza en contra de la hermana República Bolivariana de Venezuela».
«En la edición del Diario The New York Times del día 08 de septiembre de 2018 queda en evidencia como el gobierno de Trump discutió planes golpistas con militares venezolanos. Estos hechos públicamente expuestos, constituyen una clara evidencia de los planes de intervención y de uso de la fuerza contra el pueblo y gobierno de Venezuela por parte del gobierno de Estados Unidos. Todo esto es una clara amenaza a la soberanía, independencia e integridad territorial de Venezuela y entrañan una violación de principios básicos del derecho internacional: es un resurgir de políticas nocivas para la región como lo fue la Doctrina Monroe», agrega el texto.
«Estas acciones conspirativas son una evidencia flagrante e irrefutable de la política de agresiones que el actual gobierno de los Estados Unidos ha estado dirigiendo y organizando en contra de la Revolución Bolivariana y en contra de los países progresistas de Nuestra América. El ALBA-TCP ha expresado y reiterado su condena a estas acciones violatorias del Derecho Internacional y de los principios de la Carta de las Naciones Unidas», refiere el comunicado.
«El ALBA-TCP exhorta a la Comunidad Internacional, y muy especialmente a nuestros hermanos de América Latina y el Caribe, a estar alertas en contra de los planes conspirativos y la política de agresión del gobierno de Donald Trump contra el pueblo y gobierno de Venezuela», cita el texto firmado por el excanciller boliviano.
En 2016, William Izarra, un militar retirado venezolano y uno de los que establecieron las bases de la Revolución Bolivariana junto a Hugo Chávez, declaró a Sputnik, que la ya para entonces creciente presencia militar de la OTAN en Latinoamérica y el Caribe, formaba parte además de una «presión psicológica» sobre la región y sus pueblos, para decir «a quienes adversan a Estados Unidos en América Latina», que ese grupo belicista está en el continente para actuar como lo hizo con Libia, Siria, Afganistán, Irak, entre otros.
“En la apertura de Colombia a la OTAN hay un factor psicológico determinante y apunta a la desmoralización de los elementos contrarios al imperialismo en América Latina», acotó Izarra a la referida agencia de noticias rusa.
Agregó Izarra que tan sólo nombrar a la OTAN «trae a la mente destrucción» misma que habla «de su poderío militar”.
Entonces, ante la gran amenaza que representa para la región la incursión de tropas estadounidenses y de la OTAN en el territorio, ¿por qué razón Uruguay tendría que permitir la presencia de un contingente militar extranjero a su país; sobre todo, cuando la tradición diplomática uruguaya es de ser garante de la paz y defensores de la no injerencia?.
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