Comunicado “Más Ciencia”: Sobre eventual traspaso de Conicyt al Ministerio de Economía

Durante las últimas semanas, se había especulado sobre el posible traspaso de Conicyt, principal organismo encargado de promover e impulsar la investigación científica y tecnológica del país, al Ministerio de Economía

Comunicado “Más Ciencia”: Sobre eventual traspaso de Conicyt al Ministerio de Economía

Autor: Wari

Durante las últimas semanas, se había especulado sobre el posible traspaso de Conicyt, principal organismo encargado de promover e impulsar la investigación científica y tecnológica del país, al Ministerio de Economía.

En una entrevista al Diario Financiero el ministro de Economía, Pablo Longueira, declaró que “El Presidente me pidió que redactara el proyecto de ley para trasladar la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) al ministerio de Economía, con un modelo económico que se vincule con un valor agregado y que en el fondo unamos el mundo de la academia en Chile, el mundo de la investigación con el mundo de la empresa”. Declaraciones que se suman a los entredichos difundidos durante el día de ayer a través de las redes sociales sobre la oficialización del traspaso durante una Jornada de la Asociación Chilena de Propiedad Intelectual (Achipi).

Ante estas declaraciones, como “Más Ciencia para Chile” quisiéramos dejar patente nuestro profundo pesar y decepción ante una iniciativa que carece de todo fundamento técnico, político y social, y que demuestra, como ya se ha evidenciado en este tema, la escasa voluntad de diálogo del Gobierno.

Se ignoran así, más de diez reportes, nacionales e internacionales, que sugieren crear un Ministerio de Ciencia e Innovación o una Subsectaría de Ciencia al alero del Ministerio de Educación, así como el trabajo del Senado de la Republica de Chile, reflejado en el Proyecto de Acuerdo de la Comisión “Desafíos del Futuro” y las conclusiones emanadas de la Jornada Temática que organizamos junto a la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados el año pasado.

Para entender la gravedad de la iniciativa planteada, enumeraremos algunos puntos que ilustran el hecho.

1. En la literatura especializada, suele acuñarse el término “Gobernanza de la Ciencia”, para referirse a las estructuras gubernamentales de apoyo y promoción a la I+D. Desde los años 60, comenzó la creación de diversas agencias de rango ministerial, ya sea en la forma de un Ministerio de Ciencia y Tecnología o de un Ministerio de Educación Superior y Ciencia. Pese a algunas primeras experiencias poco afortunadas (discutidas extensamente por la Unesco en un libro fundacional de 1969, “La Ciencia para el Desarrollo”), los países persistieron en esta senda, y hoy más de 90 países poseen este tipo de gobernanza, la que actualmente ha adoptado la forma de Ministerios de Ciencia e Innovación.

2. La fórmula de un Ministerio de Economía y Ciencia, o de la ciencia administrada por estructuras bajo el alero de ministerios de Economía, no sólo es poco común, sino que además ha llevado a cuestionables resultados en términos de productividad científica, a constantes tensiones entre la comunidad científica y los gobiernos, reflejadas en innumerables protestas, y a una inestabilidad de las políticas nacionales en la materia. Al respecto, el destacado economista José Miguel Benavente, miembro del CNIC y experto en la materia, ha apuntado al concepto de la “inconsistencia dinámica”, en el cual las políticas adoptadas en un momento no son consistentes con las adoptadas en un momento posterior, debido a que la política original no es óptima cuando el escenario futuro se ha desarrollado. Se ha sugerido que el Ministerio de Economía es por esencia en donde con mayor fuerza se manifiesta esta limitación, ya que los resultados de una política son esperados a muy corto plazo, acelerando la adopción de cambios, y en donde la ideología del Gobierno de turno tiene una influencia fundamental. Por el contrario, existen sólo dos áreas de la política pública donde es legítimo y deseable obtener resultados a largo plazo: educación y ciencia. Es por ello que, en el escenario de mantener las agencias de promoción científica bajo otro ministerio sectorial, éste debe ser el Ministerio de Educación.

3. Finalizando la idea anterior, existen múltiples apreciaciones econométricas que hacen tentadora la idea de contar con una agencia de promoción científica “independiente”. Demás está señalar que las razones econométricas no son las únicas que pueden importar a la hora de adoptar una política pública. Razones sociales y políticas, en el sentido estricto de la palabra, son igualmente importantes. Si se desea una ciencia para el desarrollo, no es sino en el tramado político en donde puede hacer la mayor diferencia, nutriendo de información a diversos agentes del Estado para la adopción de políticas públicas basadas en evidencia, para lo cual es fundamental la relación horizontal entre las agencias de promoción científica y los demás organismos sectoriales del Estado.

4. Hay quienes confunden los conceptos de formulación de políticas públicas y ejecución de políticas públicas. En diversos países, la primera (formulación) está a cargo de consejos independientes, con estructura legal y normativa, y que incorporan de manera relevante la opinión de la comunidad científica. En Chile, el CNIC debiera ser el organismo que cumpla este rol. Sin embargo, su composición no es completamente representativa, su máxima autoridad es designada por el Presidente de la República (siendo elegido, por ende, por criterios no solamente técnicos), lo que se traduce en potenciales capturas ideológicas y al fenómeno de la inconsistencia dinámica, y no posee el marco legal y normativo necesario. Nosotros hemos propuesto la creación de un nuevo Consejo de Ciencia y Tecnología, que mire a la I+D más que como sólo un insumo de la innovación, y en donde los científicos y las universidades jueguen un rol fundamental, de manera equilibrada con los demás actores relevantes del sistema.

Es indudable que la ejecución de políticas públicas siempre será manejada de mejor manera con institucionalidades centralizadas, que eviten la duplicidad de funciones, funcionarios, agencias, etc., y que permitan una relación más estrecha y coordinada entre las diversas agencias ya existentes.

5. Una de las mayores deudas en nuestro país se relaciona con la escasa divulgación y comunicación de la ciencia, y en donde los estados juegan un rol fundamental tanto a nivel de la educación básica y universitaria, como de su relación con la sociedad. Es difícil imaginar una agencia de Gobierno, sumida en un mar burocrático, asumiendo este desafío y sorteándolo con éxito. La propia experiencia chilena demuestra el fracaso de esta aproximación. Un Ministerio de Ciencia asegura una visibilidad inmediata del sector ante la población, y generará un accountability y un responsable de que el país avance en esta materia.

6. Finalmente, el persistente problema de la falta de inversión en I+D se debe, en gran parte, a la dispersión del sistema, que lleva a pequeñas agencias a luchar por un trozo de la torta. Como ejemplo, Conicyt debe luchar en el Mineduc con otras instancias que, legítimamente, merecen y necesitan sólido y creciente financiamiento. Lo mismo aplica para la ICM en el caso del Minecon. Es por eso que una de las razones que la comunidad científica ha argumentado para la necesidad de, al menos, un Ministro de Ciencia, es para luchar a nivel ministerial por un mayor presupuesto y mayor visibilidad para la ciencia. Chile invierte hoy menos de US$55 per cápita en I+D, mientras que los países OCDE, a similares PIB per cápita que el que hoy posee Chile, invertían cerca de US$220-250 per cápita en I+D.

Es lamentable el actual escenario que la ideología política y la falta de voluntad para el diálogo, hayan imperado a la razón, la evidencia científica y a la experiencia internacional y los múltiples diagnósticos de expertos de reconocida trayectoria, incluyendo la OCDE, la Academia de Ciencias, las universidades, etc.

Queremos enfatizar que nuestro movimiento ha entregado al Gobierno sus propuestas, respaldadas hoy por más de 2.800 firmas de chilenas y chilenos, de diversas regiones y edades. A pesar de esto, el actual gobierno ha fallado en escuchar, una vez más, a la comunidad académica, científica y la ciudadanía que se ha manifestado por un Chile con más ciencia. Esperamos que los futuros candidatos a la Presidencia incorporen este importante eje a sus campañas programáticas. Está en el poder de todos nuestros compatriotas el decidir si sigue siendo aceptable que el mundo político continúe marginando a la comunidad científica.

Equipo de Coordinación

Más Ciencia para Chile

11 de septiembre de 2012


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