Más sobre la Nueva Memoria

Cada cierto tiempo fuerzas oscuras y no tan oscuras (al menos en la apariencia), visitan la memoria de chilenos y chilenas

Más sobre la Nueva Memoria

Autor: Wari

Cada cierto tiempo fuerzas oscuras y no tan oscuras (al menos en la apariencia), visitan la memoria de chilenos y chilenas. Siempre en pos de la creación de una Nueva Memoria para Chile. El objetivo central en esta operación es tratar de legitimar el actual Estado de Chile que nace de un arreglín con la dictadura de Pinochet. Así ocurre cuando un columnista de El Mercurio hace algún tiempo atrás decía que todos éramos los culpables de la muerte de Víctor Jara bajo el argumento de que la sociedad chilena a fines del gobierno de Allende se había transformado en tal bolsa de gatos que “a las finales” (como por ahí se dice), todos y todas, o sea víctimas y victimarios, torturados y torturadores, asesinados y asesinos, éramos responsable de todos los crímenes. Más adelante una minera rinde homenaje a Violeta Parra en la Plaza de Armas de Santiago de Chile. O sea, los más grandes explotadores de nuestras riquezas, que se llevan miles de millones de dólares de nuestra tierra, sin pagar impuestos, en función de lavar su imagen, rinden “homenaje” a Violeta Parra tratando de despojarla de su esencia revolucionaria.

Hoy, dos nuevas embestidas vienen a recordarnos que las fuerzas de la anti-memoria están vivitas y coleando. Primero, un ex presidente de la República se refiere al gobierno de Allende como un mal gobierno, y a Pinochet como un fiel colaborador de su propio gobierno. Como le dijo Hermógenes Pérez de Arce a Fernando Paulsen en la noche del 10 de junio del 2012, en Tolerancia Cero: “No sé si ofenderme o agradecerle” (cito de memoria), cuando Paulsen dijo que no tenía preguntas para Pérez de Arce. Yo no sé si los que apoyamos al mejor gobierno que haya tenido Chile y que sucumbió por la labor de sabotaje y desgaste de la derecha y la CIA, debiéramos estar ofendidos con Aylwin por los términos en los que se refiere al gobierno de la Unidad Popular, o agradecerle que se saque la máscara de demócrata y muestre su real rostro. El rostro del que llamó al fascismo para que en medio del crimen y la tortura se derrocara el gobierno constitucional, y que luego de 17 años de dictadura feroz (en que se reorganizó al Estado para hacer que Chile se pusiera a la venta al mejor postor, con una clase trabajadora atada de pies y manos, un apagón cultural que aún perdura, y el asesinato político como norma jurídica), se le entregara en sus manos. Y el máximo responsable de todo eso, no solamente no es juzgado como correspondería a cualquier sociedad que se precie de demócrata, sino que además -según Aylwin- resulta ser un buen colaborador de su propio gobierno. No vamos a hablar ni de boinazos ni de operativos de enlace, verdaderas amenazas del fascismo a la naciente seudo-democracia que le tocó desarrollar a Aylwin, siempre “en la medida de lo posible”.

La segunda embestida de la Nueva Memoria es la presentación en el Teatro Caupolicán del documental en homenaje a Pinochet, digitado por Álvaro Corvalán desde Punta Peuco, para en términos de Hermógenes con hache “reestablecer la verdad”. ¿Qué verdad? La verdad de la Nueva Memoria.

Con Allende no se habría aceptado el lobby del Rey de España para que se le regale la Patagonia a Endesa. Con Allende no se hubiese aceptado la presión de los empresarios españoles que del avión van a La Moneda a exigir más tierras para sus negociados, y ni siquiera se toman la foto con el Presidente de este no-país y corren al aeropuerto de vuelta a su alicaído país. Con Allende no hubiese existido el contubernio financiero de las muchas universidades del Mar, ni le estaría Impuestos Internos regalando Johnson’s a Cencosud. Eso es lo que la Nueva Memoria trata de borrar de la Verdadera Memoria. El haber tenido un gobierno digno.

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano Nº127, segunda quincena junio 2012


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano