Un grupo de científicos, de la empresa estadounidense Orbit Fab, está trabajando seriamente para llevar a órbita una “gasolinera espacial” para satélites en un futuro no muy lejano. Prevén un próspero mercado en el espacio para productos y servicios que apoyen la labor de las comunicaciones y de la observación de la Tierra desde el espacio.
Para tales efectos, los expertos han diseñado un módulo de abastecimiento con líquidos que un carguero de SpaceX llevará a la órbita en cuestión de días y se proponen desarrollar varias generaciones de satélites sin motores ni tanques de propelente.
En Orbit Fab, con sede en Silicon Valley (California, Estados Unidos), saben que el mayor desafío para este servicio de abastecimiento es la microgravedad, “la cual impide inyectar el combustible líquido en el satélite exactamente como se hace en la superficie del planeta, y una dificultad añadida: es más complicado medir los fluidos».
Según informa Technology Review, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), se trata de un módulo experimental destinado para analizar el comportamiento de los líquidos en el espacio y aprender a verter de manera eficiente el combustible. Es un sistema de válvulas entre dos depósitos que, por el momento, solo se llenan con agua.
El problema, según científicos del MIT, es que eso supone demasiado peso, así que se les ha ocurrido que sería mucho mejor llenar el depósito por el camino, una gasolinera espacial.
Primeras pruebas
Las pruebas iniciales de este ambicioso proyecto se realizan esta semana, dentro de la Estación Espacial Internacional.
El dispositivo, según Actualidad RT, “ya forma parte del cargamento de la nave SpaceX Dragon que se encuentra lista en Cabo Cañaveral”.
En una publicación de la revista Acta Astronáutica, los científicos muestran el diseño de una estación básica para una serie de misiones independientes que podrían explorar la superficie de la Luna de una a dos semanas.
Estiman que “una nave espacial podría atracar en la estación de propelente, en algún lugar entre la Tierra y la Luna, y recoger el combustible adicional del cohete antes de hacer el resto del viaje”.
De esta manera, el cohete podría lanzar cargas útiles más pesadas, como grandes experimentos científicos.
Ahorrando recursos
Los científicos del MIT proponen de manera muy sencilla que la nave que vuelva a la Tierra, después de cumplir su misión, deposite el tanque de contingencia en la gasolinera espacial, esto como una forma de garantizar el recurso a la próxima misión y que ésta pueda recogerlo de camino a la Luna.
Las gasolineras espaciales, explican los expertos, estarían apostadas en los puntos de Lagrange, las regiones del espacio donde las fuerzas gravitatorias de la Tierra y la Luna se anulan mutuamente, permitiendo a una nave permanecer en un lugar estable, manteniendo la misma posición relativa con respecto a nuestro planeta y su satélite natural.
El suministro del combustible lo realizarían los astronautas o un brazo robótico, como si se tratara de echar gasolina a un coche, pero con la gravedad por medio.
“En la construcción de la Estación Espacial Internacional, cada vez que se ha agregado un nuevo módulo hemos tenido que conectar las nuevas conexiones de fluidos. No es un problema de diseño trivial, pero se puede hacer”, dice Jeffrey Hoffman, del departamento de Aeronáutica y Astronáutica del MIT.
El científico se muestra confiado que los resultados en estas pruebas y los desafíos por delante pueden ser superados exitosamente y que las estaciones de servicio en el espacio podrían ser una forma eficaz de apoyar a las grandes exploraciones lunares.
Por lo pronto, advierte que la idea de instalar depósitos en la superficie lunar que tendrían que ir a rellenar naves de carga, exige inversión a largo plazo y es costosa.
“Independientemente del cohete que uses, lo que quieres es aprovechar la máxima capacidad de lanzamiento y hay que tener en cuenta que la mayor parte de lo que lanzamos al espacio desde la Tierra es combustible, así que lo que todo lo que ahorres significa más equipos que te puedes llevar”, argumenta Hoffman.
Aclara que si se quiere en el futuro ampliar la zona de exploración lunar y alcanzar incluso los polos, las naves tendrán que llevar más combustible para realizar más cambios de órbita.
Órbita contaminada
Según datos de la NASA, en órbita geoestacionaria, a 36.000 kilómetros de altura sobre la superficie Terrestre, hay más de 400 satélites, la mayoría de ellos de comunicaciones, de televisión y meteorológicos. Para extender su vida útil, se propone este tipo de recarga.
“La idea es que recargándolos, o pudiendo realiza en ellos reparaciones o actualizaciones, pueden seguir siendo rentables y, además, se mitiga un poco el problema de la acumulación de basura espacial”, argumenta la agencia estadounidense.
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