Una forma de reciclar artículos y no convertirlos en basura
Freecycle es una red única en su género cuyo objetivo es ofrecer la posibilidad de intercambiar cualquier objeto de manera gratuita en Internet. Se trata de un movimiento mundial -con la ambición de tener un alcance global- pero funciona al nivel local. Sin embargo, todavía está muy poco desarrollado en Chile, donde existen únicamente dos grupos locales, en Santiago y Viña del Mar.
La red Freecycle ya cuenta casi nueve millones de miembros en el mundo, en cinco mil 48 grupos locales y en 85 países, después de nueve años de existencia. El principio de este movimiento –surgido en Tucson, Estados Unidos– es reciclar los objetos, en lugar de tirarlos a la basura, estableciendo contactos entre miembros de la red que ya no los utilizan. Freecycle es una organización privada sin fines de lucro y que funciona con un presupuesto anual de 140 mil dólares.
Ya existen iniciativas similares como las GratiFerias, instalada en Santiago el 4 de mayo, en la comuna de Ñuñoa. Son ferias donde todo es gratuito, como su nombre lo indica. La idea se basa en “trae lo que quieras (o nada) y llévate lo que quieras (o nada)”, sin sentido de reciprocidad, ya que se trata de dar sin recibir algo a cambio.
Estas actividades permiten construir un mundo más ecológico, con menos derroche. La red Freecycle ambiciona educar la gente a nivel local e internacional sobre el tema del desarrollo sustentable, enfatizando el reciclaje y estableciendo una manera distinta de consumir. La formula parece ser un éxito, ya que sus responsables estiman que se evitaría diariamente que más de 300 toneladas de basura acaben en los vertederos, gracias al movimiento Freecycle.
Además de frenar el consumismo a ultranza, lo que tiene un alcance global, la red intenta desarrollar el sentido de comunidad y de solidaridad al nivel local. Sin embargo, se trata de donación, en ningún caso de caridad.
Existen muchos grupos locales, y se puede encontrar la red Freecycle en dos ciudades chilenas (Santiago y Viña del Mar). Cada grupo tiene su propio sitio Internet -moderado por voluntarios locales- donde la persona se registra gratuitamente para ser miembro y publicar avisos. Ropa, libro, tostadora, asiento, lámpara, ratón, planta… Los miembros pueden dar cualquier cosa en buen estado que ya no necesitan, de forma desinteresada, lo que ‟transforma basura en tesoro”, según el sitio Internet de la red. O pueden buscar un objeto que necesitan con la opción de comprarlo.
Los principales usuarios de Freecycle están en América del Norte y en Europa. Gilbert, el moderador de Freecycle Vannes -una ciudad de 50 mil habitantes en Francia– lo explica por el hecho de que ‟era un movimiento ecológico al principio, una preocupación de gente rica. Pero se trata de una economía de la donación, de la gratuidad y de la ayuda mutua. Entonces debería funcionar en los países de menor ingreso”.
Sin embargo, la red aún es poco utilizada en otras partes del mundo, como en América Latina, excepto en Brasil. Por ejemplo, Freecycle Santiago y Buenos Aires tienen respectivamente 475 y mil 727 miembros. La Paz cuenta solamente 46 usuarios. Y Uruguay, Paraguay, Guyana y Surinam no tienen ningún grupo local del movimiento.
Cristóbal, miembro del grupo Santiago desde enero, recibió ‟muy pocos mensajes” desde su inscripción en el sitio Internet, mientras que le parece interesante la idea de estar ‟en una red abierta que integra personas desconocidas, aunque ya se pueden intercambiar cosas al nivel informal”. Sin embargo, Rosario Alomar, quien modera este grupo, señala que está continuamente creciendo.
Gilbert interpreta la utilización reducida de la red en América Latina por el hecho de que quizás ‟la gente no está informada sobre su existencia”. Además, existe menos derroche que en el Norte. ‟La gente que no despilfarra mucho simplemente no necesita un sitio Internet para dejar de despilfarrar”. Rosario Alomar confirma: «Tradicionalmente en Chile las cosas en desudo se reparan o se donan a personas o instituciones de beneficencia».
Sin embargo, la moderadora del grupo Santiago Freecycle piensa que más personas deberían interesarse en esta alternativa, ya que la cultura ecológica está cada vez tomando más fuerza». Además, «uno puede sentirse muy bien al ayudar a alguien desconocido, haciendo su vida un poquito mejor a través de donarle algo que para uno ya no es útil».
Para obtener más informaciones, visiten el sitio Internet de la red Freecycle y del grupo de Santiago.
Por Chloé Lauvergnier
El Ciudadano Nº129, segunda quincena julio 2012