En Andacollo (región de Coquimbo), se dio a conocer un estudio desarrollado por estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Chile y de Biotecnología de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), relacionado con la calidad de vida e índices sociales de los habitantes la comuna, y con las consecuencias que ha generado la contaminación minera en la población.
Las montañas de Andacollo han sido reconocidas tradicionalmente como zonas de fe, de peregrinaje, las que desde hace más de cuatro siglos se relacionan con la figura de la imagen de la virgen María instalada en este lugar, donde se realiza una de las procesiones de veneración más importantes de Chile, con cientos de miles feligreses que año tras año acuden a ese lugar.
Sin embargo este territorio de devoción religiosa, desde el año 2009 está declarado como zona sobre saturada por la contaminación generada a causa de la explotación de industrias mineras (Teck y Dayton). Si bien se han implementado una serie de medidas en planes de descontaminación, estos operan bajo un marco normativo chileno ambiguo y permisivo, que está lejos de cumplir con el estándar internacional en la calidad del aire ,de acuerdo a directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al respecto, el académico de la UTEM, Luis Pouchucq, quien coordinó los estudios, señaló a Radio Minga que una parte de la investigación permitió desmitificar la opinión unánime acerca de que las empresas mineras se instalan en los territorios para generar puestos de trabajo. «Nosotros vemos acá que da trabajo a algunos, pero otros se empobrecen. Hay actividades económicas muy importantes y tradicionales que van desapareciendo, como el tema de la pirquinería, que es un pilar de la realidad del norte chico, principalmente”, afirmó.
El presidente de la ONG CODECIAM puso como ejemplo a los habitantes del sector El Toro, vecinos de las faenas mineras, de quienes afirmó que “han sido super golpeados por todo esto” y que “esos golpes diarios hacen un menoscabo importante en la apreciación que tienen ellos de su propia realidad”.
“Nosotros tratamos de trabajar en términos que pueden ser como psicología social, es decir, ‘tu lugar es importante, vale la pena recordar la historia de lo que pasó aquí, de cómo llegaron los abuelos, de qué es lo que se ha trabajado’; cosa que ellos después quieran defender su lugar, porque de verdad quieren defenderlo, no saben cómo, pero no saben qué defender tampoco”, explicó el académico.
Yimmi Zuleta, habitante de El Toro, dijo a Radio Minga que una de las consecuencias de la actividad minera en la zona es que los pobladores viven en una “lucha constante, bajo amenaza todos los días, bajo un ambiente hostil”. También señaló que la minera ha creado conflictos que han dividido a la gente, además de la «vida indigna» y de la contaminación atmosférica presente en el lugar.
Sobre este punto, Luis Pouchucq detalló que una de las conclusiones del estudio es que “el andacollino no le cree al plan de descontaminación, pero si le preguntamos a agentes externos, como el Gobierno o la misma minera, ellos creen que esta todo fantástico”.
En este sentido, el investigador precisó que tomaron los datos oficiales y notaron que «lo que la gente ve son peaks de contaminación, que no están en la normativa. La gente está dos horas al día respirando tierra y lo resiente, entonces cómo va a pensar que el plan de descontaminación está bueno, si al final está de las 7 a las 9 de la mañana respirando polvo”.
“Un plan de descontaminación basado en la norma chilena, no tiene ninguna efectividad, porque la norma chilena es extremadamente permisiva. Es una norma que desde mi punto de vista es asesina, porque flagrantemente legaliza 150 mg de polvo por litro de aire. La OMS dice que ese hecho aumenta en 5% la mortalidad”, sentenció Pouchucq.