Dos situaciones en apariencia disímiles -como lo son el robo de estatuas y la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca-, nos vienen a ratificar que en nuestro país sí que hay diferencias en cuanto al trato que se recibe cuando se delinque o actúa contra la ley, trato que derechamente está vinculado al lado de la sociedad en el que uno se encuentra.
Ya lo vimos con los perdonazos a los políticos de distinto cuño y los diversos casos de corrupción, así como los financistas de tanta coima y demases. Algunos días en la cárcel para algunos, algo de exposición mediática y sanciones pecuniarias para otros y después todo a su curso normal.
Qué decir del milicogate y del pacogate, descarados robos efectuados por oficiales de alto nivel, negocios y movidas varias para embolsicarse algunos milloncitos, porque está muy claro que no les sale ni por curados. Para ellos hay un tipo de justicia.
Raul Schuler es un burgués acomodado que dispone para su descanso y relajo de un fundo en la Sexta Región. Conocido coleccionista y vendedor de antigüedades, fue sorprendido en su hogar con decenas de piezas de colección robadas, no se sabe cómo ni por quiénes, pero estaban en los prados de su fundo y se le ha requerido para una formalización recién para mediados de diciembre.
Dispondrá de mucho tiempo para preparar con sus abogados una defensa, que como a otros ricos de este país, le implique el mínimo y a lo mejor ningún castigo.
Los que roban o los receptadores son detenidos de inmediato y puestos a disposición de los tribunales. Van a parar a lugares nauseabundos, comparten con la peor lacra delictual y en algunos casos reciben penas de años de cárcel.
Esto solo cambia si el delincuente tiene buenas relaciones sociales y políticas, si es acomodado y puede derrochar el dinero a manos llenas para no sufrir ni siquiera de acoso mediático.
Carlos Alarcón es un sargento de carabineros y quien mató a sangre fría a Camilo Catrillanca. Su acción fue tan desprolija que ni siquiera la cadena de ardides y mentiras elaborada por el mando de la policía y que de seguro tiene el aval del Gobierno (porque de otra manera no se explica) evitó que fuera formalizado junto a tres cómplices y esté hoy en prisión preventiva.
Pero caramba qué prisión recibió Alarcón. Tan distinta a la que reciben otros homicidas, que él y sus socios están detenidos en las mismas comisarías donde prestaban servicios. Tan ideal es la “prisión” de este criminal, que se da el lujo de hacer un video en el que pone en cuestionamiento todo lo que el mando de Carabineros y el Gobierno daban por cierto.
¿Cuál será la sanción definitiva? Seguramente muy similar a la que recibieron los asesinos de Yeomans, Menco, Catrileo, y muchos otros compañeros y compañeras asesinados.
Justicia de clases, nada más y nada menos que eso. Justicia de clases, contra la que debemos rebelarnos, rebelión que se refleja en las incontables manifestaciones de repudio vistas en estos días.
No se devane los sesos buscando el porqué de tanta protesta ni se la siga jugando con la exhibición de imágenes de quema de buses o barricadas humeantes. Lo que se está viviendo es muy similar a lo que sucede en Francia por estos días. Son las primeras reacciones de un pueblo que está harto de ser engañado y esquilmado.
Todas y cada una de las manifestaciones realizadas y las que vendrán, son la expresión de la rabia y la impotencia ante el actuar del capital y su justicia.
Mientras todos corren detrás de la sub contralora que fue reinstalada en su puesto por la Corte Suprema, no hay una línea para los despedidos de Maersk, de la Iansa en Linares, o de los cientos de trabajadores a honorarios que están siendo echados a la calle sin derecho alguno en ministerios y municipios.
Ningún trabajador injustamente despedido ha sido restituido en su puesto y la razón es muy simple. Es el capital quien pone la música para que bailen los monos que dictamina justicia.
Así seguirá todo mientras no seamos capaces de asumir que lo que se requiere es una profunda reorganización de lo que venimos haciendo.
El capital es nuestro adversario y no será derrotado mientras se sigan reuniendo con ellos los que se supone fueron mandatados para defender los derechos de los trabajadores.
Ya es hora que se haga claridad respecto a todos estos temas, debemos llamar a organizarse para que la rebelión que venga no se detenga sino con la consecusión de las demandas que la iniciaron.
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Pocas veces damos una mirada a hechos que suceden fuera de nuestra frontera y menos aún los comentamos.
Ahí tenemos el caso de lo sucedido al periodista saudita Yamal Khashoggi, quien ingresó al consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía, y de quien no se han vuelto a tener noticias, siendo claro que fue horrorosamente asesinado.
Este señor que apoyó inicialmente al régimen de su país, se puso a criticar algunas cuestiones no claras en un diario norteamericano y eso provocó un enorme enojo en el régimen saudí. Muchos estuvieron por algunos días pidiendo una profunda investigación, responsabilizando de la muerte de Khashoggi al gobierno de Arabia Saudita, principal comprador de las armas letales norteamericanas.
¿Qué creen ustedes que pasó en definitiva?, pues que el jeque que gobierna ese país fue uno más de los partícipes de la cumbre del G 20 en Argentina, recibiendo honores de jefe de estado.
No hay ninguna declaración de esta cumbre demandando toda la verdad sobre el asesinato de Yamal Khashoggi.
Esa es la democracia, y ese el respeto a los derechos humanos de los países más desarrollados del mundo
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Iniciaron su lucha en contra de una nueva alza de los carburantes hace ya varios días.
La principal cualidad que se destaca de ellos, es que son un movimiento que nace por fuera de los sindicatos y los partidos políticos. Se les intentó presentar como hordas de derechistas anti inmigrantes y hoy están recibiendo la ”interesada adhesión” de la izquierda y la derecha francesa.
Y se trata de miles de ciudadanos francés que no pudieron apretarse más el cinturón ante las medidas pro capital de su gobierno y se lanzaron a la calle vistiendo chalecos reflectantes, del mismo color que se obligó a comprar a millones de conductores en Chile hace no mucho tiempo atrás.
Ciertamente que las organizaciones sindicales y los partidos políticos deben sacar su lección de esto. Lo que es claro es que los partidos verán cómo este movimiento afecta sus intereses y luego del diagnóstico, lo más probable es que cierren filas con el gobierno y acuerden unas cuantas medidas que de poco o nada servirán.
Súmele a esos acuerdos el visto bueno a la represión y podemos incluso imaginarnos cómo terminará esta nueva rebelión de los desamparados de Francia.
Los sindicatos sin duda que debieran tener una discusión más profunda y sacar sus lecciones.
El movimiento sindical internacional está entregado a las políticas socialdemócratas y son cómplices pasivos de todo lo que está sucediendo a los trabajadores y los más empobrecidos en distintos países del mundo.
Nosotros vivimos lo mismo. Muchos trabajadores dejaron de creer en los sindicatos y cuando ven noticias como los acuerdos en el sector público, o el aval a las reformas laborales en los diferentes gobiernos, o el acuerdito con los patrones y el gobierno para no complicar mucho a los patrones, concluyen en que todo está podrido y no hay cómo salir de esto.
¿Por qué no hay una reacción como en Francia todavía?
Es probable que el alto endeudamiento inhiba a muchos de exigir cambios profundos en la sociedad. Quizás si el aumento en el consumo de droga entre los trabajadores más jóvenes (de 145% a 39%) les impida aún hacerse cargo de que estamos muy jodidos.
Lo único cierto y claro es que detrás de todos los males está el capital y sus defensores y nuestra obligación es salir a hacer claridad y desarrollar organización.
Por Manuel Ahumada Lillo
Secretario CGT Chile