Presentado por los medios masivos como el virtual vencedor del presidente Hugo Chávez, el candidato de la oposición aglutinada en la Mesa de la Unidad Democrática tiene, pese a las sonrisas de campaña y su autodefinición como “progresista” y de “centroizquierda”, un pasado que lo liga al ultra conservador grupo Tradición Familia y Propiedad; un programa de gobierno difuso como los de las candidaturas de derecha neoliberales; y una activa participación en el asalto a la Embajada de Cuba el día del golpe de Estado dado por Fedecámaras. Un rostro escondido que no se lo van a contar en la tele o en los medios masivos que lo han mostrado como un joven bonachón que enfrenta a un enfermo y ‘populista’ Chávez.
Con una gorra en la que se lee ‘Jesús’ con los colores de la bandera venezolana se presenta ante sus partidarios el candidato opositor al presidente venezolano Hugo Chávez. Su lenguaje evita la confrontación, se define como de “centroizquierda” y llama a sus patrocinadores de campaña como “progresistas”. Dice querer imitar el modelo de gobierno de Lula en Brasil y dice que quiere introducir un “nuevo modelo” de gobierno que supere al “fracasado de Chávez”. Es Henrique Capriles.
Capriles es la carta que tras décadas de peleas internas logró articular a la oposición a Chávez. Desde que está en campaña se ha preocupado de mantener un lenguaje conciliador y con visión de futuro. Su campaña evita cualquier afiliación política y la articula desde el concepto ‘Hay un camino’. Cuando el presidente Chávez fue operado de cáncer hace unos meses le mandó como mensaje “a mi contendor, como hijo de Dios que soy, le deseo una exitosa operación, una pronta recuperación y larga vida!”.
Pero ¿quién es Henrique Capriles? ¿Por qué los medios de los conglomerados monopólicos y de otros como El Mostrador lo ensalzan?
Desde que en febrero de 2012 Capriles se impuso en las primarias de la oposición que los medios no paran de hablar de él. Con 1,8 millones de votos se impuso a la ultra conservadora María Corina Machado, quien llegó a tomarse fotos con junto a George Bush en la Casa Blanca; y a Pablo Pérez, representante de la vieja partidocracia de AD y COPEI.
Los medios lo muestran como el muchacho joven, moderado y con nuevas ideas que harán morder el polvo a Chávez. Al igual que la derecha en otros países latinoamericanos, su eslogan de campaña lo cimenta en la “derrota de la delincuencia” y que acabará con la “división y la confrontación entre compatriotas”. Hace poco dijo que “la época del odio quedará enterrada partir del próximo 7 de octubre”.
Capriles ha sabido conectar con el formato descafeinado de los socialdemócratas y neoliberales que quieren acabar con el polo de izquierda que representa Chávez en Latinoamérica. A través de mensajes sencillos, ofertas de “conservar lo bueno del chavismo”, rectificar lo malo y mirar hacia el futuro se inserta en el estilo de campañas propias de la derecha.
Pese a su evidente camuflaje, para algunos analistas chavistas la estrategia de Capriles que se define como ‘centrista’ demuestra que el relato neoliberal y pro Estados Unidos propio de la vieja política venezolana es ya polvo de huesos.
Ramón Guillermo Aveledo, uno de los articuladores de la alianza tras Capriles denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y miembro de la vieja oligarquía política de AD y COPEI, recalca que no ha sido fácil poner de acuerdo a más de una veintena de partidos políticos opositores a Chávez que van desde la derecha más dura hasta la socialdemocracia. Aveledo reconoce que “nos parecemos a la Concertación chilena, un modelo que hemos tenido muy presente”.
MIEMBRO DE TRADICIÓN, FAMILIA Y PROPIEDAD
Capriles es parte de una de las familias empresariales de Venezuela. Entre sus activos familiares figuran inmobiliarias, industrias alimentarias, la cadena de salas de proyección y distribución de películas (Cinex) que ocupa el segundo lugar en el mercado venezolano y, como no, medios de comunicación como la Cadena Capriles, que es dueña de los diarios de circulación nacional Ultimas Noticias y El Mundo, además de revistas y portales informativos.
Capriles estudió Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Caracas y comenzó su carrera política como secretario privado del presidente Rafael Caldera.
Su pertenencia al “progresismo”, según señala en campaña, esconde una militancia en los años ’80 en el grupo ultracatólico y de extrema derecha Tradición, Familia y Propiedad (TFP) y su distancia de la vieja oligarquía política no se condice con los inicios de su carrera: Fue electo diputado en 1998 por el COPEI, que es el viejo Partido Socialcristiano que tuvo como presidente a Caldera y Luis Herrera Campins.
En 2000 fundó junto al ultra derechista Leopoldo López (con quien también militó en TFP) el partido Primero Justicia, proyecto político que apuesta por una imagen de derecha moderna y avanzada. Investigaciones han dado cuenta de que en varios momentos dicha formación política recibió aportes de la CIA a través de la National Endowment for Democracy.
Antes de cumplir 40 años fue electo vicepresidente del Congreso de la República y luego presidente de la Cámara de Diputados entre los años 1999 y 2000. Las elecciones de ese año y el nuevo orden institucional que terminó en un legislativo unicameral lo llevaron a candidatearse con éxito al municipio de Baruta entre 2000 y 2008.
Como Alcalde concretó varios convenios con el FBI para entrenar a la policía municipal y se valió de financiamiento de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, para proyectos locales. Cuando en 2008 fue electo gobernador del Estado Miranda gestionó y firmó convenios con el Mossad israelí para entrenar a la policía estadual.
MATONAJE EN LA EMBAJADA
El golpe de Estado de abril de 2002 que sacó a Chávez del Palacio de Miraflores durante 48 horas y puso en su lugar al presidente de la organización empresarial Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, sorprendió a Caprile como alcalde de Baruta.
Pese a su investidura, Capriles no sólo apoyó el golpe de Estado empresarial, sino que participó del asalto junto a una multitud a la Embajada de Cuba en Caracas buscando a funcionarios del gobierno del presidente Chávez. La multitud destruyó los vehículos de los diplomáticos, cortó la luz y el agua de la sede y amenazó con privar de alimentos a las personas que se cobijaban en su interior. “Se van a tener que comer las alfombras”- gritaban. Capriles ingresó montando una escalera en sus muros a la embajada exigiendo al embajador, Germán Sánchez Otero, mostrarle el edificio para cerciorarse de que no había funcionarios del gobierno de Chávez.
También se acusa a Capriles de haber sido cómplice del secuestro y detención del ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, y del allanamiento ilegal contra su vivienda. Tras el fallido golpe, Capriles fue enjuiciado por ingresar a la embajada sin autorización y violar principios internacionales, lo que le valió ser encarcelado durante cuatro meses y tiempo después ser absuelto.
El fiscal que lo imputó, Danilo Anderson, del Ministerio Público venezolano, quien llevaba la investigación por los muertos del golpe de Estado fue asesinado en noviembre de 2004 por un carro bomba.
CORRUPCIÓN Y UN DIFUSO PROGRAMA DE GOBIERNO
A mediados de este año un escándalo dio cuenta del financiamiento de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Un video difundido mostró al diputado opositor, Juan Carlos Caldera, recibiendo dinero para la campaña presidencial de Henrique Capriles.
En la creación de Primero Justicia, Capriles recibió fondos y asesoría de la National Endowment for Democracy (NED) y el International Republican Institute (IRI), instancias que lo conectaron con expertos del Partido Republicano de Estados Unidos para diseñar la plataforma política y la estrategia comunicacional de sus campañas.
En tanto, el programa de gobierno presentado por Capriles se asemeja mucho a los de los candidatos de las derechas latinoamericanas, llenas de frases como paz, seguridad y confianza, pero es poco claro a la hora de dar cuenta de su modelo de desarrollo y de gestión.
Sustentado en 5 ejes destaca Atención Materno Infantil, Vivienda y entorno, Educación y desarrollo, Empleo y emprendimiento y Salud y seguridad social. Además propone una reforma del Estado y descentralización.
El problema que enfrenta Capriles es que la educación y la salud en todos sus niveles son absolutamente gratuitas en Venezuela, la entrega de viviendas y las pensiones son proporcionadas por el Estado y el desempleo ronda el 6% según las últimas estimaciones.
Donde se vislumbra su cercanía con el Consenso de Washington y las recetas neoliberales es en Economía. De manera muy difusa sostiene que apelará para “atraer inversiones y gestionar los problemas vigentes en materia de nacionalizaciones y repatriación de dividendos de empresas extranjeras”. También se cree que apuesta por instalar en previsiones el modelo de AFP chileno.
Incluso un exdiputado opositor a Chávez, William Ojeda, instó este miércoles a no votar por Capriles, fundamentando su llamado por una “preocupación frente a la posibilidad de un paquetazo, es decir, un conjunto de medidas de tendencia ortodoxa con aplicación neoliberal”.
EL DÍA DESPUÉS
Pese al desgaste tras 14 años de gobierno, las encuestas más serias vaticinan un nuevo triunfo electoral de Chávez. La preocupación está en el día posterior a la elección, ya que se sospecha que Capriles y el MUD no reconocerán los resultados y se jugarán por desestabilizar el país. Voceros del MUD han advertido que “no confían en el Consejo Nacional Electoral” y que darán a “conocer sus propios números” luego de que cierren las urnas.
Pese a las aprehensiones los procesos eleccionarios anteriores han sido verificados por observadores internacionales que han dado validez a sus resultados y el sistema de votos electrónico permite un control transparente del proceso en todo momento. Desde 2008 el sistema electoral venezolano es automatizado y cada uno de los procesos, desde la inscripción en el Registro Electoral hasta el conteo de los votos, es auditable.
Incluso el ex presidente Jimmy Carter en un reciente conversatorio anual del Centro Carter hecho en la ciudad de Atlanta, sostuvo que pese a distanciarse del gobierno de Chávez, “de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”.
Lo cierto es que en la primaria que eligió a Capriles como candidato de la derecha venezolana, participó cerca de 16% del padrón electoral venezolano, es decir, cerca de 3 millones de votantes. En la ocasión los organizadores no permitieron al CNE dar los resultados finales y quemaron los cuadernos electorales de registro.
Según los datos del Consejo Nacional Electoral son 19 millones de venezolanos los convocados a las urnas este domingo.
La mejor votación obtenida por la oposición a Chávez fue en 2007 cuando 4.539.494 votantes pararon la Enmienda Constitucional plebiscitada. Un año antes, el candidato presidencial opositor, Manuel Rosales, logró 4.292.466 votos. En cambio, el piso de votantes chavistas supera los 5 millones de votos, llegando en 2006 a 7.309.080 votos.
Así las cosas el ganador tendrá que tener unos 8 millones de votantes para ganar las elecciones más reñidas de las últimas décadas del país caribeño. Capriles se jacta de nunca haber perdido una elección. Quizás esta sea la primera. Esperemos que tanto él como los medios masivos lo reconozcan.
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
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