Miles de ciudadanos franceses se mantienen en las calles de París y otras ciudades exigiendo la renuncia del presidente Emmanuel Macron. Con la llegada de las fiestas decembrinas, los llamados «chalecos amarillos» habían bajado la intensidad de las protestas, pero en los primeros días de este año han vuelto a las calles en reclamo de una mejor calidad de vida.
Los manifestantes se enfrentan a las autoridades y cuerpos de seguridad, quienes intentan impedir que aquellos expresen su descontento con las políticas económicas de Macron, las cuales califican de neoliberales, reseña el portal CNN.
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Aunque la represión de la policía ha ido en aumento con balines de goma, bombas lacrimógenas, carros lanza agua y cientos de detenidos durante las masivas movilizaciones, los ciudadanos continúan firmes en la calle protestando por nueve sábados consecutivos.
La situación se mantiene pese a que en diciembre Macron anunció la suspensión definitiva del alza al gas, motivo inicial de la protestas. El detalle es que ahora piden la renuncia del Mandatario y el fin de las políticas económicas de su gobierno.
En las protestas se han registrado quemas de vehículos y bloqueos en varias autopistas que conectan París con otras ciudades, producto de decenas de barricadas. Para resguardar la seguridad, la capital cerró museos, monumentos, avenidas principales, y los accesos a la Torre Eiffel, la catedral de Notre Dame y al Panteón.
Por su parte, el Gobierno nacional ha ordenado el despliegue de más de 90 mil policías en todo el territorio francés, reseña Telesur.
Errores y prepotencia
La primera manifestación que hicieron los representantes de este movimiento, sin un liderazgo claro y cuyas convocatorias se propagan por redes sociales, se dio el 17 de noviembre, con una exigencia: que el mandatario diera marcha atrás al fuerte aumento en los impuestos al diésel, programado para el 1 de enero.
Pero Macron, “seguro” de que no trascendería, hizo caso omiso a la protesta y siguió en la defensa de su medida por “causas ambientales”.
La sorpresa fue que las exigencias se ampliaron y ahora la derecha radical y la izquierda populista se unen para pedir unas elecciones legislativas anticipadas.
Hasta el momento, Macron no quiere dar su brazo a torcer y solo ofrece ayudas para sufragar la factura energética, la compra de coches menos contaminantes o considerar las oscilaciones del precio del barril de petróleo a la hora de subir las tasas.
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