Pawel Adamowicz fue alcalde de Gdansk, Polonia, durante 21 años hasta que un enfermo mental impulsado por el clima de odio y fanatismo en la ciudad le quitó la vida durante pleno concierto de caridad para recoger dinero y costear equipos médicos de todo el país.
Ante el clima de odio y fanatismo ideológico creciente en Polonia, miles de manifestantes se congregaron en las plazas y calles de ese país para protestar ante el asesinato del alcalde de Gdansk, quien tuvo que vivir su vida, aguantando el ambiente de nacionalismo alentado por el Gobierno.
El estupor todavía reina entre los habitantes de Gdansk y ahora sobre toda Polonia luego de que se divulgaran las imágenes de Adamowicz un minuto antes del atentado “¡Gdansk es generoso!, ¡Gdansk comparte el bien!, ¡Gdansk es la ciudad de Solidarnosc! ¡Gracias a todos!”, dijo el alcalde.
Adamowicz tuvo que vivir y luchar contra los ataques de organizaciones nacionalistas aliadas al Gobierno quienes lo catalogaron como “mal polaco”, “traidor”, “renegado”, “alemán”, “ladrón”, “mafioso”, “comunista”, “desmoralizador de niños” y “pelele de la UE”.
Hace un año, la Juventud Nacionalista le expidió un “acta de defunción política” como castigo por haber opinado, en contra de la cerrada oposición del Gobierno, que Polonia debía admitir a refugiados de Siria.
También las campañas de la Orquesta Navideña eran reiteradas veces denigradas desde las filas del nacionalismo, así como por obispos y sacerdotes católicos celosos de su monopolio de acción caritativa, como expresiones de un laicismo nocivo, relativismo y permisividad moral que pervierten a la juventud polaca.
El propio asesino, tras apuñalar a Adamowicz el domingo por la noche en pleno concierto, con el alcalde ya tumbado y sangrando, deambuló por el escenario del crimen durante un minuto, blandiendo la navaja y gritando que él había sido injustamente condenado (por atraco a un banco a mano armada) y “torturado” por el ex gobierno liberal.
Su expresa autodefensa como vengador contra un gobierno liberal sonó como una llamada de justificación o indulto lanzado al gobierno nacionalista, echando por tierra las declaraciones de portavoces del mismo que salieron a afirmar al unísono que se trataba de un arrebato de un criminal mentalmente trastornado y libre de contenido ideológico.
Al mitin en Gdansk acudió el lunes el legendario líder de Solidarnosc, Lech Walesa, y muchos antiguos veteranos del sindicato, así como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ex jefe del gobierno liberal, nativo de esta ciudad báltica y amigo de su alcalde asesinado. Tusk lanzó un conmovedor mensaje de consuelo: “Querido Pawel, siempre has estado donde había que enfrentarse al mal. Por ti, y por todos nosotros, defenderemos nuestro Gdansk, nuestra Polonia y nuestra Europa contra los embates de odio, desprecio y violencia. ¡Nos comprometemos!”.
El asesinato de Adamowicz ha traído inmediatos recuerdos del crimen de odio ideológico que acabó con la vida de Gabriel Narutowicza, primer presidente de la Polonia independiente renacida en 1922. En Varsovia, su alcalde liberal, líderes de la oposición y miles de polacos marcharon el lunes por las calles del centro hacia la galería de arte Zacheta para homenajear a Adamowicz y recordar al presidente Narutowicza, tiroteado allí en plena exposición artística por un fanático nacionalista.
Aquel asesinato fue precedido por una auténtica jauría de odio desde la prensa nacionalista, que reclamaba explícitamente la eliminación de un presidente elegido por el Parlamento, no por “verdaderos polacos”, sino con los votos de las minorías judía y ucraniana.
https://www.elciudadano.cl/latino-america/140-alcaldes-asesinados-a-dos-horas-de-tomar-posesion-del-cargo-fue-acribillado/01/02/
https://www.elciudadano.cl/pueblos/asesinados-otros-dos-lideres-sociales-en-colombia-y-suman-siete-en-2019/01/10/