Chile vive una crisis de su modelo económico y político la que hasta hace poco se manifestaba larvadamente, pero que durante el año pasado fue visibilizada por los estudiantes. A excepción de un grupo de fanáticos ultraderechistas, nadie desconoce la crisis y ya son muchos sectores los que proponen salidas para tener un país más inclusivo, igualitario y democrático. Unos las ven a través de una asamblea constituyente y otros mediante una reforma constitucional en el Parlamento. Ambas son proposiciones generales pero indicadoras de dos vías difíciles de aunar políticamente. Al no estar considerada en la Constitución la Asamblea Constituyente es un camino de ruptura, mientras que la reforma constitucional es una salida gradualista y pactada.
Aparentemente la estrategia de reformas en el parlamento es más viable, sin embargo, la gran duda son los resultados y el tiempo para implementar los cambios. Aquí los caminos se bifurcan, ya que el bloque formado por la DC y el PS, liderado por el senador Escalona, propone cambios en el binominal y esperar la elección de 2017 para que allí efectivamente se represente a través de los parlamentarios elegidos, la mayoría que en el país está por cambiar la Constitución. Es un proceso que duraría entre diez y 15 años. Otro sector estaría por pactar con la Derecha, aquí se descuelga la DC que ha intentado constituir una alianza con RN.
Quienes proponen la asamblea constituyente están divididos en dos sectores, unos desean su implementación mediante una cuarta urna vinculante en la próxima elección presidencial, para que el próximo gobierno, sea cual sea, esté obligado a convocarla. Otro sector, propugna que la ex presidenta Bachelet incorpore la convocatoria a la constituyente en su programa de gobierno y la lleve a cabo apenas asuma. Como se puede observar las salidas a la crisis están en pañales por dos razones, una porque ésta no se manifiesta en toda su dimensión y otra porque la clase política no tiene apuro en que cambie la actual situación del país porque aún no tiene claro lo que ganarán o perderán en la constituyente o en las reformas parlamentarias.
En este plano ¿qué dicen los trabajadores? Es evidente que el debilitamiento a propósito de los movimientos sociales por parte de la Concertación, se debió precisamente para que no existieran sectores que actuasen autónomamente en temas como el planteado. Los partidos políticos pretenden monopolizar las decisiones de alta envergadura como son las reformas políticas y económicas. Pero es evidente que el movimiento estudiantil cambió la situación y aquello, tarde o temprano, se extenderá hacia el sindicalismo cuando nuevos cuadros y estructuras que reemplacen al grupo de dirigentes obsecuentes y nuevas organizaciones dejen atrás aquellas de triste conducta como la CUT.
Lo que queda claro es que el sindicalismo corporativo y que no asume posición política, no tiene nada que decir en temas tan importantes como las reformas políticas y económicas. Todo trabajador o trabajadora que no esté conforme con su salario, que sus ahorros previsionales los maneje un grupo de usureros, que no pueda realizar una huelga seria o que no desee que lo echen por razones de la empresa, sabe que si no hay cambios constitucionales todo aquello permanecerá, por lo que debe influir en la discusión nacional que se está abriendo. De lo contrario serán los políticos de siempre, quienes acudiendo a las “políticas de los consensos”, o “en la medida de lo posible”, se arreglarán de acuerdo a sus intereses y una vez más los sindicatos quedarán en la estacada.
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