Las recientes declaraciones pronunciadas por el diputado brasileño, Rodrigo Amorim, en las que recomendaba a las personas a las que les gustan los indios que se fueran a Bolivia, suscitaron de inmediato una reacción del Consejo de Caciques del Pueblo Pemón y una enérgica protesta por parte de Bolivia.
Bolivia reaccionó con indignación a las declaraciones proferidas por el diputado brasileño Rodrigo Amorim, quien afirmó que «a quien le gusten los indios que vaya a Bolivia, que además de ser comunista todavía está presidida por un indio».
«Lamentamos resurgimiento de ideología de supremacía racista. Ante intolerancia y discriminación, los pueblos indígenas promovemos respeto e integración. Tenemos los mismos derechos porque somos hij@s de la misma Madre Tierra», escribió el presidente boliviano Evo Morales, de origen indígena, en su cuenta de la red Twitter, .
Según el responsable de comunicación del Consejo de Caciques del pueblo Pemón, «Amorim lo único que hace es seguir la líneas del nuevo presidente de Brasil, Jair bolsonaro».
El diario brasileño O Globo publicó que, Amorim, del partido del presidente ultraderechista Jair Bolsonario y el diputado estatal más votado del estado de Rio de Janeiro, formuló tales declaraciones al referirse al área urbana conocida como Aldea Maracaná, donde se suelen albergar familias indígenas.
Amorim considera necesaria hacer una «limpieza» del lugar (de 14.300 metros cuadrados) para habilitarla como estacionamiento para compras, como un área de ocio o equipamiento.
Por su parte, el expresidente boliviano Carlos Mesa escribió en las redes sociales: «indignante declaración de diputado brasileño ofende a Bolivia y no expresa hermandad de nuestros pueblos. Diferencias ideológicas entre gobiernos no justifican tal afirmación. Lo indígena es parte esencial de nuestras identidades y nuestra fortaleza como nación».
La ministra de Comunicación, Gisela López, reaccionó escribiendo en Twitter que el diputado brasileño «desprecia con ignorancia supina a nuestros antepasados, los verdaderos dueños de la Patria Grande, con palabras que demuestran ceguera y pobreza espiritual».
El diputado oficialista, Pedro Montes, exigió un pronunciamiento urgente de la cancillería boliviana y de la Asamblea Legislativa por lo que calificó como «indignantes declaraciones».
El terror a Bolsonaro
Pueblos originarios se enfrentan a la catástrofe de incursiones violentas que seguramente aumentarán cuando los leñadores, acaparadores de tierras y mineros se sientan envalentonados por el presidente Bolsonaro.
Los 900.000 indígenas que habitan la nación se encuentran entre uno de los numerosos grupos minoritarios a los que Jair Bolsonaro ha atacado, a menudo, con corrosiva hostilidad. En una ocasión declaró: “Es una vergüenza que la caballería brasileña no fuera tan eficaz como los estadounidenses, que exterminaron a sus indios”. Si cumple sus promesas electorales, los pueblos indígenas de Brasil se enfrentan a una catástrofe, en algunos casos, al genocidio.
En Brasil existe alrededor de un centenar de tribus no contactadas, más que en ninguna otro país, y todas ellas están en peligro a menos que se protejan sus tierras.
Bolsonaro atacó a la Fundación de Asuntos Indígenas FUNAI y la relevó de la responsabilidad de proteger las tierras indígenas. Este organismo lleva tiempo combatiendo los recortes presupuestarios, y si desaparece, los indígenas no contactados se enfrentan a la aniquilación.
Este mismo año, la FUNAI publicó el vídeo de un hombre a quien llaman “el último de su tribu”, único superviviente de varias oleadas de ataques genocidas en las décadas de los ’70 y ’80, cuando empresas madereras y ganaderas se abrieron camino a través de la selva con máquinas excavadoras.
Aquellos invasores asesinaron a toda su familia, su comunidad y otras comunidades vecinas. Si se suprimen los mecanismos de protección de los territorios indígenas y de prevención de tales atrocidades -que de por sí son tristemente insuficientes-, esta parte vital de la diversidad humana será eliminada para siempre.
El odio de Bolsonaro
Bolsonaro opina que “los indios huelen mal, carecen de educación y no hablan nuestra lengua” y que “el reconocimiento de tierras indígenas es un obstáculo para la agroindustria”. Ha declarado que reducirá o suprimirá las reservas indígenas amazónicas y en varias ocasiones ha prometido que “si soy elegido presidente, no habrá ni un centímetro más de tierras indígenas”. Hace poco se corrigió a sí mismo declarando que quiso decir ni un milímetro.
Esto tiene profundas implicaciones para los pueblos indígenas del país, cuyo sustento, bienestar físico y espiritual dependen totalmente de sus tierras. La lucha por proteger la vida y medios de vida indígenas, además de los ecosistemas de los que dependen, ya es brutal y sangrienta.
Las palabras de odio de Bolsonaro sobrealimentan un discurso público en que la incitación al odio racial se toma como una luz verde al asesinato impune. Al menos 110 indígenas fueron asesinados en Brasil en 2017 y ya existen indicios de que estos crímenes aumentarán.
El día de las elecciones, un ataque de pistoleros contra una comunidad guaraní causó heridas a 15 personas, incluido un niño de 9 años. En una insólita y alarmante amenaza, filmada recientemente en el mismo Congreso, Bolsonaro espetó a las tribus del Estado de Roraima: “Vamos a desmarcar Raposa-Serra de Sol y dar armas a todos los terratenientes”.
Está por verse hasta qué punto Bolsonaro será capaz de acabar con los derechos constitucionales de los indígenas, pero sin duda lo que está en juego es el alma de Brasil, el futuro de la selva amazónica y la extraordinaria diversidad humana representada por sus 305 tribus diferentes.
https://www.elciudadano.cl/brasil/video-pueblos-indigenas-lanzan-campana-mundial-contra-politica-etnocida-de-bolsonaro/01/09/
https://www.elciudadano.cl/brasil/indigenas-brasilenos-responden-a-los-ataques-de-bolsonaro-y-latifundistas/01/08/