¿La hora de Vargas Llosa?

Después de proclamar “empate técnico” y publicar una avalancha de artículos contra Hugo Chávez y a favor de su opositor Henrique Capriles, el diario español El País amaneció este 7 de octubre con lo que suponía su arma estratégica para intervenir en las elecciones venezolanas

¿La hora de Vargas Llosa?

Autor: Leonel Retamal

Después de proclamar “empate técnico” y publicar una avalancha de artículos contra Hugo Chávez y a favor de su opositor Henrique Capriles, el diario español El País amaneció este 7 de octubre con lo que suponía su arma estratégica para intervenir en las elecciones venezolanas. El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa firmaba en el diario del grupo PRISA un beligerante artículo titulado “La hora de Capriles“.

“Las últimas encuestas coinciden en que, luego de haber alcanzado al actual mandatario, en los últimos días y coincidiendo con la manifestación de un millón de personas con que cerró su campaña en Caracas el domingo pasado, Capriles ha sacado a Chávez en las intenciones de voto de dos a cuatro puntos y que esta ventaja tiende a ampliarse a medida que el porcentaje de indecisos va decidiendo su opción (lo hacen cerca de 90% a favor del candidato opositor)”, escribía el ciudadano español nacido en Perú, para agregar a renglón seguido:

“El problema de Capriles es, desde luego, que si su victoria se da por un margen pequeño, las posibilidades de que el oficialismo manipule el resultado a su favor son muy grandes. Esto sólo podría conjurarse con una victoria inequívoca, tan amplia que el fraude sería demasiado visible y escandaloso para que lo admitan los venezolanos Sin embargo, no puede descartarse que el triunfo de Capriles supere largamente el porcentaje que le pronostican las encuestas.”

De inmediato, medios de comunicación de todo el mundo y especialmente de América Latina reproducían las tesis del gran ficcionador. “Chávez podría manipular resultados si gana Capriles: Vargas Llosa”, titulaba Televisa, “Mario Vargas Llosa confía en que Hugo Chávez será derrotado por Capriles”, decía El Comercio en Perú, la agencia española EFE encabezaba un despacho con “Vargas Llosa cree chavismo tratará de manipular resultado”, y así hasta el infinito. Como era previsible, la industria mediática convertía en munición para la desestabilización del proceso político venezolano las palabras del reconocido escritor.

En nombre de la democracia y el respeto a las instituciones que tanto pregonan, el Marqués de España Mario Vargas Llosa y El País atizaban el fuego para que la derecha venezolana, con antecedentes de golpismo y violencia que ellos han silenciado para atribuirlos al chavismo, no aceptara una derrota que cualquier analista mínimamente informado sabía segura. En su ejercicio de invertir la realidad y convertir villanos en héroes, para el novelista los autores de tres intentonas golpistas –petrolera, patronal y militar- son víctimas de los partidarios del presidente venezolano, protagonistas -según él- de “provocaciones, matonerías y asesinatos”. En su texto, el autor de La casa verde asignaba a Chávez un “delirio mesiánico” pero es a Capriles al que pintó, como el Antonio Consejero de su novela La Guerra del fin del mundo, recorriendo pueblos y ciudades para redimir a quienes sólo han tenido oportunidades reales de salir de la pobreza desde que el líder bolivariano llegó al poder.

Dicen que el arte del novelista consiste en contar mentiras increíbles de manera que parezcan verdades irrefutables. Para la ficción, Mario Vargas Llosa es un maestro, pero como análisis periodístico “La hora de Capriles” desacredita a su autor. Pocas horas después del augurio del Premio Nobel, Henrique Capriles perdió de modo aplastante, con más de un 10% de ventaja para Chávez, en un proceso tan limpio que nadie pudo impugnar.

Obviamente, esta no es “la hora de Capriles”, pero tal vez sea el momento de que Vargas Llosa deje de utilizar sus indiscutibles habilidades literarias para defender un neoliberalismo sin regreso en América Latina y que está en crisis hasta en su admirada monarquía española, de la que él parece ser más Marqués que ciudadano.

Por Iroel Sánchez, Editor y Periodista

Publicado en La Pupila Insomne


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