Conicyt y la necesidad de una nueva institucionalidad científica

Ante el anuncio del traslado de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) al Ministerio de Economía, muchas voces contrarias se han levantado, -y con justa razón- Longueira fue explicito al referirse al objetivo econométrico de este cambio: “(…) con un modelo económico que se vincule con un valor agregado y que en […]

Conicyt y la necesidad de una nueva institucionalidad científica

Autor: Wari

Ante el anuncio del traslado de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) al Ministerio de Economía, muchas voces contrarias se han levantado, -y con justa razón- Longueira fue explicito al referirse al objetivo econométrico de este cambio: “(…) con un modelo económico que se vincule con un valor agregado y que en el fondo unamos el mundo de la academia en Chile, el mundo de la investigación con el mundo de la empresa”.[i]

No obstante, muchas de estas voces disconformes hacen una defensa gremial de la actividad científica, manteniendo la distancia inmaculada del quehacer científico con la vida concreta, problemática y reñida de la comunidad de la que son parte. No podemos asombrarnos de los criterios economicistas e ideológicos con los que se gestionan la institucionalidad científica, cuando es la ésta lógica la que impera en todas las otras esferas.

De esta manera, si bien no es la educación secundaria la que generará las nuevas investigaciones científicas, si es la puerta de entrada al nivel superior, donde las prácticas que lleven a cabo, pueden o no, permitirles hacer ciencia en el sentido amplio del término. La calidad de los aprendizajes, entendida desde un sentido crítico, no puede concebirse aislando los procedimientos y recursos. Debe ser, por el contrario, la integración de las distintas funciones de la comunidad. El análisis de esta interacción nos permitirá construir una orientación del conocimiento desde y para la comunidad. Cada nivel de la organización tiene sus responsabilidades específicas, pero que deben tener una relación recíproca, que les permita definir objetivos claros, precisos y consensuados. La responsabilidad del éxito o fracaso de la institucionalidad científica es colectiva y se realiza teniendo en cuenta a todos los involucrados.

En la actualidad, el modelo neoliberal exhibe un nuevo tipo de humanidad que se caracteriza por la instrumentalización e inequidad social, esta realidad requiere una mirada, que creemos, asume características particulares en nuestro país que nos obliga a comprometernos no sólo a pensar los problemas que la herencia neoliberal instaló sino hacerlo desde un abordaje singular. Existe la necesidad de establecer modos de intervención en tanto realidad educativa propia, con estrategias profundamente arraigadas en nuestra manera de ver los problemas y necesidades, desde la profunda asimetría en la distribución de sus recursos; la precarización laboral de los investigadores y la restricción a los beneficios tecnológicos, entre los principales problemas.

De esta manera, debemos considerar que la Cepal en 1992, planteaba que “se requiere incorporar progreso técnico al proceso de desarrollo con miras a elevar la productividad. Ello exige una fuerza laboral educada y flexible, que seguramente se verá obligada a cambiar de trabajo varias veces a lo largo de su vida”. Las demandas del mercado laboral comienzan a regular todas las ramas productivas, incluyendo la dinámica educativa y la investigación científica. También el Informe sobre Competitividad del año 1994 del World Economic Forum fue contundente: “los aspectos relativamente más débiles de los países de América Latina y el Caribe son sus recursos humanos”. Este resurgimiento de la Teoría del Capital Humano, tiene un costo muy alto para la mayoría de los países latinoamericanos, y particularmente el caso de Chile, que ha apostado por la política de la desregulación estatal, que genera una profunda brecha entre quienes quedarían dentro y fuera de este nuevo escenario social.

El carácter hegemónico del modelo neoliberal exige una mirada crítica desde el contexto nacional, centralmente en relación con la fuerte incidencia de perspectivas teóricas acuñadas en los países del primer mundo y su efecto legitimador de ciertas ideologías y perspectivas epistemológicas. Por tanto, la institucionalidad científica debe ser pensada desde la propia realidad de nuestro país. Debemos considerar que el sistema educacional, en todos sus niveles, está en crisis. Las crisis se presentan de modo singular según los tiempos y las variables sociopolíticas en las que tienen lugar, así, podríamos mencionar, como características particulares de la crisis actual, tres razones fundamentales: la desinstitucionalización, la privación de la diversidad cultural y la fragmentación social.

Ahora bien, cuando hablamos de institucionalidad, estamos dando por supuesto que hay institución, y que sólo se trata, entonces, de pensar en su funcionamiento, en la mejoría de sus resultados, en la optimización de su rendimiento, en el procesamiento de sus conflictos. Hay instituciones escolares, universitarias, científicas, que pueden estar quebradas, que no están acreditadas, en disputa, pero existen. De esta manera, no todo es resultado de la gestión de los recursos, sin más. Sino de una multiplicidad de factores que interactúan entre sí y que deben estar empalmados con el modelo de sociedad que queremos construir.

Una institucionalidad que comprenda y se interese por implementar un sistema de desarrollo científico orientado no sólo al logro de bienes sino al fomento de la actividad científica, debe transformarse en agente de cambio que establezca estándares y pautas, pero también –y mayormente- debe preocuparse de la orientación del conocimiento que se produce y la vinculación con la comunidad en que se desarrolla. Aspiramos a una institucionalidad que cuide por el conjunto de actividades encaminadas a facilitar la transformación de las condiciones reales de las y los investigadores, que contemple espíritu de renovación, controversia y de perfeccionamiento.

Ante este panorama, la institucionalidad debe dar respuestas con el objeto de cambiar sus finalidades y procedimientos teniendo en cuenta por un lado, las nuevas condiciones expuestas, como los efectos de las decisiones y estrategias asumidas dentro de la comunidad, para poder realizar las proyecciones que se hagan de los acontecimientos a futuro. Las respuestas surgidas de la investigación científica pueden ser un soporte fundamental a la disposición que tengamos frente a los cambios que acontecen en el mundo actual, pueden llegar a ser el eje sobre el cual se construye el modelo de sociedad que queremos, pero también pueden profundizar las contradicciones del sistema.

La investigación debe ser una herramienta para comprender y transformar la realidad, puesto que el hombre se circunscribe y se significa en el mundo a partir de la comprensión e interpretación de los hechos que acontecen en él. Toda interpretación del mundo tiene que protegerse contra la arbitrariedad y los hábitos del pensar y llevar su mirada a las cosas. Esta práctica no es evidente sino que es la “tarea primera, constante y última” ya que es fundamental, mantener la mirada en las cosas, y sólo alcanzamos este nivel gracias a la educación científica y la investigación. Es por esto que no sólo nos oponemos al traspaso de Conicyt a Ministerio de Economía, sino también nos oponemos a como se ha dado esta discusión, separando las esferas, y generando una institucionalidad ultra especializada y que sigue dando la espalda a la sociedad.

[i] “Longueira prepara incorporación de Sence y Conicyt al Ministerio de Economía”. Diario Financiero, 11/09/2012

Por Gema Ortega Parra

Licenciada en educación del ex-Pedagógico (actual Umce). Realizó un magíster en estudios latinoamericanos en UAH y actualmente cursa el Doctorado de Estudios Americanos, IDEA-Usach.

Publicado en escriturasaneconomicas.cl

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Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):


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