No solo los humanos sufrimos cuando se muere un familiar o un ser querido. Un nuevo estudio reveló que los gorilas también «sufren» esas pérdidas y eso lo demuestran de distintas maneras.
El trabajo de investigación lo desarrolló un equipo de primatólogos que hizo seguimiento a un grupo de estos animales que vive en el Parque Nacional de los Volcanes Ruanda.
Por suerte, pudieron presenciar y grabar tres «funerales» que resumen los comportamientos, rituales y gestos conmovedores de los gorilas en torno al compañero muerto, reseñó El País.
«Esta observación puede sugerir que los humanos no son únicos en su capacidad de afligirse«, concluyeron en el estudio.
Amy Porter, del Dian Fossey Gorilla Fund International, fue quien lideró el estudio en el que se aclaró que «entre los primates, especialmente los grandes simios, hay pruebas convincentes de comportamiento y respuestas fisiológicas de que se apenan ante la muerte«.
Aunque el grupo de especialistas ha registrado 42 muertes de gorilas, en la publicación reciente se analiza lo que ocurrió después de la muerte de solo tres de estos animales, porque fue en esos casos que recabaron más datos.
«Creo que tenemos mucho que aprender acerca de las formas en que los animales se relacionan con el mundo y estoy seguro de que experimentan emociones que son mucho más complejas de lo que a menudo explicamos«, dijo Porter.
Cómo se comportaron
De acuerdo con la investigación, «en los tres casos, casi todos los miembros del grupo se sentaron en silencio alrededor del cadáver y muchos individuos lo olfatearon, lamieron y asearon«.
Hubo algunas reacciones que pudiesen ser consideradas violentas por los humanos, pero que los primatólogos explicaron que son de contrariedad, «de despertar al individuo muerto».
«La agresión hacia los cadáveres también puede ser un signo de frustración por los intentos fallidos de despertar al individuo muerto», precisaron.
Así se comportaron los del grupo de Ruanda, de acuerdo con eldiario El País:
«En los meses anteriores a su muerte, Ihimure había entablado una importante amistad con Titus, el macho alfa del grupo. Y cuando Titus murió no se separó de él mientras el resto de los gorilas se acercaban a velar el cadáver. Incluso durmió esa noche junto a su cuerpo. Un año después, cuando murió Tuck, la hembra de mayor rango, durmió con ella su hijo menor, Segasira. Y de nuevo, en torno al cuerpo se congregó la manada, realizando todo tipo de comportamientos dirigidos a ella, desde gestos de cuidado hasta demostraciones violentas».
El tercer caso lo observaron en la República Democrática del Congo, en un grupo de la subespecie de las llanuras, el cual se encontró de forma fortuita con el cadáver de un espalda plateada. La respuesta coincidió en muchos aspectos con los otros dos funerales.
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