Después de cinco décadas de gran inversión económica y vigilancia policial intensa, la llamada «guerra contra las drogas» en Estados Unidos solo ha creado un problema mayor, como muestra un nuevo estudio.
La investigación se basa en un modelo geográfico único, llamado NarcoLogic, que fue diseñado para descubrir cómo las redes de contrabando de cocaína se han adaptado a la interceptación de drogas en Estados Unidos a lo largo de los años.
Es un juego constante del gato y el ratón que se lleva a cabo desde 1971. Sin embargo, a pesar de que el gobierno invierte casi 5 mil millones de dólares anuales en la incautación e interrupción de envíos de cocaína, el nuevo modelo corrobora lo que los críticos han sospechado por mucho tiempo: el ratón está ganando.
«Este trabajo demuestra que las estrategias contra las drogas que solo abordan la oferta, en el mejor de los casos son ineficaces y, en el peor, intensifican el problema del tráfico», dice el autor principal, Nicholas Magliocca, geógrafo de la Universidad de Alabama.
«Estas redes han demostrado su capacidad para adaptarse a los esfuerzos de interdicción, identificando y explotando nuevas rutas de tráfico en respuesta», agrega Magliocca.
Al basarse en su propia investigación de campo, así como en múltiples estudios empíricos, perspectivas teóricas del gobierno e informes de los medios de comunicación, los autores pudieron hacer un seguimiento de dónde, cuándo y cómo se traficaba la cocaína entre 2000 y 2014.
Es la primera vez que se han modelado explícitamente las rutas de contrabando a través de Centroamérica y, si bien muchos de estos caminos no están mapeados o ni siquiera se conocen, existe suficiente evidencia circunstancial e inteligencia clasificada para hacer algunas conjeturas.
El modelo actualizado sugiere que los narcotraficantes están activamente adaptando y ajustando sus rutas y explotando nuevas ubicaciones para sortear el control de drogas de EEUU. Básicamente, esto significa que la misma presencia de la policía ha hecho que el tráfico de drogas sea más adaptativo, generalizado y difícil de erradicar.
Como resultado, entre 1996 y 2017, el espacio que usan los narcotraficantes se ha extendido de unos 5 millones de kilómetros cuadrados a más de 18 millones de km2, es decir, un aumento de más del triple que solo hará a las futuras operaciones más difíciles y costosas.
«En otras palabras, el narcotráfico es tan generalizado y difícil de erradicar como lo es debido a la interdicción, y el aumento de la interdicción continuará extendiendo a los traficantes a nuevas áreas, permitiéndoles continuar moviendo las drogas hacia el norte», escriben los autores en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
En la actualidad, la «guerra contra las drogas» está en el núcleo de la seguridad nacional de EEUU, recibiendo 4,7 mil millones de dólares en 2016; aproximadamente el 18% de los gastos del control federal de drogas.
Diseñados principalmente para incautar o interrumpir los envíos de cocaína en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, estos esfuerzos han tenido poco efecto en el suministro de cocaína en EEUU y mucho menos en su precio.
«Los precios de la cocaína al por mayor en Estados Unidos han bajado significativamente desde 1980. Las muertes por sobredosis de cocaína están aumentando y las fuerzas antidrogas interceptan los envíos a una tasa baja», dice David Wrathall, coautor del estudio y geógrafo de la Universidad Estatal de Oregón. «En 2015 ingresó más cocaína a Estados Unidos que en cualquier otro año», precisa.
Claramente algo no funciona, pero las ramificaciones no se limitan solo al abuso de drogas. Wrathall dice que a medida que la trata se ha extendido, se ha desatado una serie de daños relacionados con el contrabando, que incluyen «violencia, corrupción, proliferación de armas y una extensa y rápida destrucción ambiental».
Esto, a su vez, ha obligado a muchas personas en América Central a huir de la violencia relacionada con las drogas en sus propios países de origen, un punto particularmente importante, dado el tratamiento de intolerancia que ha dado el gobierno de Estados Unidos a los migrantes en los últimos años.
«El estudio es una victoria para la observación y la teoría. Nos dice que el aumento de la prohibición continuará empujando a los traficantes a nuevas áreas», sentencia Wrathall.
Fuente: Science Alert