El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, ya no solo sigue al pie de la letra las instrucciones de Estados Unidos sino que ahora también confía «ciegamente» en la administración israelí para resolver los problemas de la nación sudamericana.
Este lunes, el viceministro de Tecnologías de la Información y Comunicación, Patricio Real, informó que Quito aceptó la ayuda de Tel Aviv para «luchar» contra los ataques cibernéticos.
De acuerdo con la información de ese despacho, tras la expulsión del fundador de Wikileaks, Julian Assange, de la Embajada ecuatoriana en Londres, se han registrado más de 40 millones de ataques de ese tipo.
Durante una rueda de prensa, confirmó que recibirán ayuda extranjera, porque a raíz de que empezaron a «tener ataques hubo llamadas de algunos otros Estados para ofrecer justamente el apoyo que nosotros pudiéramos requerir».
«Precisamente ya tenemos un ofrecimiento por parte del Gobierno de Israel, que es el que nos ayudará en estos temas por su amplia experticia en ciberataques y ciberdefensa», agregó.
Según Real, tras la medida que tomaron contra Assange, el jueves 11 de abril, «empezaron a circular amenazas de ataques cibernéticos que comenzaron a hacerse realidad ese mismo día. Se registraron más de 40 millones de ataques cibernéticos provenientes de EE.UU., Brasil, Holanda, Alemania, Rumania, Francia, Austria, Reino Unido y desde nuestro territorio».
Entre las instituciones a las que las autoridades ecuatorianas dicen iban dirigidos los ataques están la Cancillería, Banco Central, Presidencia, el Ministerio del Interior, Servicio de Rentas Internas, Ministerio de las Telecomunicaciones, Ministerio de Turismo, de Ambiente y algunas universidades.
Contradictoriamente, aunque dijo que recibirán la ayuda de Israel, acotó que Ecuador está «bien preparado para enfrentar este tipo de situaciones».
Desde que llegó a la presidencia, Moreno dio un vuelco a la política exterior ecuatoriana: atentó contra la integración regional y organismos como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y garantizó un respaldo ciego a la administración estadounidense, con quien se alía en las estrategias contra Assange y contra el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
En este escenario, no resulta extraño que busque «ayuda» en un aliado tradicional de Washington, como es Tel Aviv, para hacer frente a esta situación.
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