La figura de Juan Guaidó pasó de contar con una cobertura mediática total a un centimetraje de prensa casi nulo
El considerado por la Casa Blanca como «presidente interino de Venezuela», incluso varios gobiernos del mundo -alineados a Washington- también manifestaron reconocerlo como jefe de Estado y cuestionaron luego haberlo hecho tan de prisa. Un «presidente» sin poder y un apoyo en rápida decadencia que ya pareciera tener las horas contadas.
Y es que a Juan Guaidó los titulares de la prensa internacional ya le comienzan a ser esquivos, pues el personaje se ha venido desinflando, eso tras haber contado con una de las estrategias de marketing político más ambiciosas y mejor financiadas del último tiempo.
El 23 de enero de 2019 Juan Guaidó pasó de la nulidad absoluta a la consagración de un nuevo mesías de la oposición venezolana. Luego se convirtió en el «ahora sí», en el «éste sí es el hombre», a prácticamente la nada.
En los primeros días, tras su autoproclamación, Guaidó llegó a ser reconocido como un tipo galante, un hombre de familia, «amigo» de Estados Unidos, el adecuado para llenar la silla presidencial en el Palacio de Miraflores, en fin, el ideal para derrocar a Maduro «el usurpador», según lo considera el propio autoproclamado, una teoría repetida por su séquito de seguidores y alentada por el jefe de jefes, Donald Trump.
Pero el circo parece haber perdido a su gracias. Ya no hay shows en agenda, ya las fechas del «ahora sí» -cambiadas de forma continuada- para justificar el «vamos bien» y la supuesta entrada de «ayuda humanitaria», un montaje que se topó con una calle sin salida, son acciones que ahora se han quedado en las sombras y se han añadido como un capítulo más del desencanto que integra la extensa novela que protagonizan los opositores radicales. En pocas palabras, una nueva desilusión.
De esta manera, Juan Guaidó, se encuentra en pleno proceso de transición, pero no para tomar el poder político y lograr el «cese de la usurpación», como tantas veces lo ha repetido, un argumento que utiliza para justificar que no tiene don de mando como «presidente encargado o interino».
Guaidó se dirige esta vez hacia la transición de su propia extinción, tal y como le sucediera a sus excompañeros de la generación de los «manitos blancas» o «Generación del 2007»: Yon Goicoechea, Freddy Guevara, David Smolansky, entre otros, que eran parte de un grupo de extrema derecha con fachada de «estudiantes» que fueron captados y adoctrinados por el gobierno de los Estados Unidos a través de la CIA y sus socios Stratfor, Canvas y el Instituto Albert Einstein, administrado y controlado por el ideólogo de las teorías conspirativas del golpe suave, Gene Sharp, para derrocar el gobierno del líder revolucionario, Hugo Chávez.
¿Se acabó el tiempo de Guaidó?
El «presidente autoproclamado» como incluso lo reconocen varios medios y redes corporativas de derecha, entre ellas CNN, BBC, entre otras, es un pupilo de Leopoldo López, líder de la célula terrorista Voluntad Popular, de la que también es miembro Guaidó, Smolansky y Guevara, estos dos últimos, prófugos de la justicia venezolana, por estar involucrados junto a López en los intentos de golpes de Estado ejecutados desde el año 2002 en Venezuela y que han dejado centenares de personas asesinadas, miles de heridas, torturadas, así como patrimonio público y privado gravemente dañado, en las diversas ocasiones que han impulsado acciones violentas en las calles del país suramericano.
En ese mar de irregularidades nada Guaidó. Ya casi olvidado por los medios que lo consagraron como el próximo «salvador» de Venezuela, ahora se ve manchado por distintos crímenes y delitos relacionados estrechamente con su accionar contra el país, entre ellos la salida -en repetidas ocasiones- del territorio nacional a pesar de tener una orden de prohibición, la inhabilitación de ejercer cargos públicos efectuada por la Contraloría General de la República por evasión al no declarar bienes e ingresos cuantiosos en sus cuentas personales, así como los más graves que pesarán en su conciencia -si es que tiene- que son todos los relacionados con su traición a la patria debido al periplo que gestiona para que Venezuela sea arbitrariamente bloqueada económica, diplomática y financieramente por Washington y sus gobiernos aliados.
Ya varios gobiernos, que en principio reconocieron a Guaidó, comienzan a alejarse de él. Hablan de diálogo, se acercan a reuniones privadas en Miraflores y buscan volver a la normalidad y las buenas relaciones.
Los corresponsales que llegaron a Venezuela como enviados especiales de las grandes agencias de noticias del mundo y que tenían como misión cubrir al fenómeno Guaidó, empiezan a arreglar sus maletas para retornar a los países de donde vinieron, otros tantos ya se han ido y otros pocos van en camino al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía.
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