La Casen 2011 entregó cifras de pobreza y el Ejecutivo la empleó además para hacer estimaciones sobre la distribución del ingreso. El cuestionamiento principal a las cifras proporcionadas es que nuevamente –al igual que durante los Gobiernos de la Concertación- se entregó utilizando una canasta de consumo que no tiene ninguna relación con la realidad. El argumento entregado fue que se debe utilizar siempre el mismo “termómetro”, pero obviamente si está malo no puede emplearse. Más absurda es la situación dado que el actual ministro de Hacienda criticó su uso. Una vez al acceder al gobierno un ministro “olvida” lo que sostuvo ardorosamente antes. Además, las comparaciones oficiales se concentraron en hacerlas con la Casen 2009, que corresponde a un año recesivo y en el cual, en consecuencia, crece necesariamente la pobreza y la indigencia. Si la relación se establece con 2006 el porcentaje de pobres aumenta y el de la extrema pobreza disminuye ligeramente. La Encuesta Casen no es el mecanismo más apropiado para calcular la distribución del ingreso, ya que no mide la distribución funcional, que tiene en cuenta lo recibido por los diversos factores productivos (capital, trabajo, rentistas). En el caso del coeficiente Gini no es un mecanismo adecuado para determinarla en el país –como en muchos otros-, ya que establece la relación entre el 20% de mayores ingresos con un porcentaje similar en el otro extremo, cuando la concentración es tan elevada que solo se puede cuantificar si se hace en percentiles. Además, no considera los recursos que extraen del país los consorcios extranjeros, que son cuantiosos.
El Gobierno dio a conocer la encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2011, destacando que disminuyó la tasa de pobreza de 15,1% de la población a 14,4% y particularmente habría descendido la de extrema pobreza de 3,7% a 2,8%, su nivel más reducido –señaló- de la serie desde su creación. Por tanto, los pobres no indigentes aumentaron en 0,2%. Sebastián Piñera calificó estos antecedentes como “sin duda (…) una muy buena noticia” (21/07/11). La tasa de pobreza en bruto, antes de ser corregida por las Cuentas Nacionales del Banco Central fue de 16%. Es una corrección que siempre se ha efectuado y conduce habitualmente a que los ingresos crezcan y, por tanto, se reduce la pobreza. “A nivel nacional e internacional –comentó David Bravo, del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile-, el ajuste que hace Cepal no tiene respaldo técnico. Lo que está haciendo la Cepal y ha hecho históricamente, es muy discutible” (26/07/12). Su propuesta es que se proporcionen ambas cifras de datos. “Sería –concluyó- una gran contribución a la transparencia”.
Obviamente, la reducción de la pobreza y la extrema pobreza son hechos positivos, pero la valoración que se haga depende de cuál es la comparación que se efectúe. El Gobierno la entregó poniendo énfasis en relación con las cifras de 2009, que fue un año recesivo y en el cual en consecuencia los porcentajes de pobres e indigentes crecen, más aún si en cambio 2011 fue de alto crecimiento, en buena medida por el incremento en el gasto público y la inversión para revertir las consecuencias del terremoto y también por la elevada cotización de los principales rubros de exportación del país.
Por tanto, la comparación más apropiada debe efectuarse con la Casen 2006, ya que el crecimiento económico o la recesión inciden poderosamente en las cifras de pobreza. “Un estudio de Osvaldo Larrañaga planteaba, hace un tiempo –recordó Luis Larraín, director del Instituto Libertad y Desarrollo-, que más del 70% de la disminución de los índices de pobreza se explica por el crecimiento económico. Y eso –subrayó- va a seguir siendo así” (22/07/12). El crecimiento es la forma más habitual de moverse la actividad económica. Por eso, comparar con un año de recesión lleva a conclusiones equivocadas. Si se hace comparando con 2006 –que es más correcto-, la tasa de pobreza aumenta en 0,7 puntos porcentuales, disminuyendo la de extrema pobreza en 0,4 puntos porcentuales principalmente por los beneficios sociales entregados desde 2008. Un estudio efectuado en el Consejo Consultivo Previsional –que se constituyó en el periodo de la Reforma Previsional concluyó que en su primer año redujo los niveles de pobreza en 0,7 puntos porcentuales, efecto que por los beneficios adicionales entregados posteriormente necesariamente debe haber aumentado. Es el factor más poderoso en la reducción de la extrema pobreza. Las personas por debajo de la línea pobreza llegaron en 2011 a 2.427.000 y los indigentes a 472.000. En la encuesta extraordinaria posterremoto la tasa de pobreza alcanzó a 18,0%. La Casen 2011 se realizó entre octubre de 2011 y enero de 2012.
Evolución de la pobreza en Chile 1987-2011
(Fuente: CASEN. En porcentajes de la población
Año | Extrema Pobreza | Pobreza | Año | Extrema Pobreza | Pobreza |
1987 | 17,4 | 45,1 | 2000 | 5,6 | 20,2 |
1990 | 13,0 | 38,6 | 2003 | 4,7 | 18,7 |
1992 | 9,0 | 32,9 | 2006 | 3,2 | 13,7 |
1994 | 7,6 | 27,6 | 2009 | 3,7 | 15,1 |
1996 | 5,7 | 23,2 | 2011 | 2,8 | 14,4 |
1998 | 5,6 | 21,7 |
Hay regiones en donde la cifra de pobreza se colocó, obviamente, por encima del promedio nacional. En Arica aumentó de 12,8% a 15,7% y en Valparaíso de 15,1% a 16,9%. La Araucanía sigue siendo, aunque descendió su porcentaje, la región con mayor tasa, 22,9%. Le sigue Bíobío, con 21,5% y Los Ríos con 17,5%. Es la situación también de los menores de 17 años cuyo nivel es mayor al 22%.
Una vez más la encuesta fue confeccionada utilizado datos de la canasta de consumo correspondiente al año 1988, lo cual no tiene ninguna explicación racional, dado que en 24 años su modificación es muy significativa. Como señaló el presidente de la Fundación para la Superación de la Pobreza, Leonardo Moreno, “es muy imperativo poner al día esta medición por ingreso. Hay dos encuestas de presupuestos familiares del INE de 1997 y 2007, -agregó- que reducen de 50% a 22% el gasto en alimentos y actualizan la canasta de los productos. El país es otro” (21/07/12).
Si se actualizan las cifras corrigiéndolas por las Encuestas de Presupuestos Familiares el nivel de pobreza es considerablemente superior. Es lo que hizo en el pasado, antes de ser ministro, Felipe Larraín. Es bueno recordarlo, citando sus palabras de mediados del año 2007, cuando se conoció la Casen 2006. “¿Cuántos pobres –se preguntó en ese momento- hay efectivamente en Chile? Para responder a esta interrogante está el acucioso trabajo desarrollado entre 2001 y 2003 por la Fundación para la Superación de la Pobreza en conjunto con el Departamento de Nutrición de la Universidad de Chile y la jefa de Precios del INE, quienes estimaron una nueva canasta de satisfactores básicos con los patrones de gasto observados en la encuesta del año 1996-1997. ¿Qué se encontró? En primer lugar, la línea de pobreza 2003, que de acuerdo a las cifras oficiales era de $43.712 pasaba a $66.388. Es decir, la pobreza de 2003, que está en 18,7% según cifras oficiales, es realmente de 36,4% con la canasta actualizada. No podemos hacer el mismo ejercicio anterior para determinar las cifras de pobreza para 2006 –agregó-, porque la encuesta Casen no está disponible. Pero si suponemos que la reducción proporcional es la misma que indican las cifras oficiales, la pobreza de 2006 sería de 26,7% (en vez de 13,4% oficial) y la indigencia de 6,5% (en vez de 3,2%)” (01/07/07).
Sin embargo, Larraín ahora habla que “podemos mejorar los índices, trabajar en alternativas”, pero –recalcó- se usó “el mismo termómetro con que nos hemos medido en los últimos veinte años” (24/07/12). ¿No le sería más fácil al ministro repetir con cifras actualizadas el mismo cálculo que efectuó en 2007? Se volvería a utilizar así el mismo “termómetro” que en ese momento empleó.
Si el gasto en alimentos es de 22% y no ya de 50%, dejó de ser real multiplicarlo por dos para llegar a la línea de pobreza. A la canasta básica que subió entre 2009 y 2011 de $32.068 a $36.049 se le debe aplicar un múltiplo muy superior y la línea de pobreza obviamente sería considerablemente mayor a los $72.098 en que se la estableció, ratificándose así que se encuentra el porcentaje de pobres muy por encima del 14,4%. Incluso, el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la elitista Universidad del Desarrollo, Rodrigo Castro, estima que si se actualiza la canasta básica de alimentos con la encuesta de Presupuestos Familiares del INE más reciente la pobreza afectaría a entre un 20% y un 25% de los chilenos. A su turno la economista de la Universidad Diego Portales, Claudia Sanhueza, considera que podría llegar hasta un 29%. Más allá de las diferentes predicciones, no existe duda que se debe actualizar y el porcentaje sería muy superior al entregado por el gobierno.
Como los años siguen pasando sin actualizarse la canasta, la deformación tiende a ser mayor. Debe definitivamente reconocerse la cifra real de pobreza e indigencia. Es inadmisible que un ministro de Hacienda que contribuyó a esclarecer esta deformación no impulse la corrección y no se hayan efectuado esfuerzos para cumplir con el compromiso establecido en el parlamento en 2009 de actualizar la metodología. Y más insostenible es que el presidente siga sosteniendo, conociendo que las cifras están groseramente deformadas, que al finalizar su administración se habrá terminado con la pobreza extrema en el país. La línea de indigencia se calcula actualmente dividiendo por dos la de pobreza, de manera que si esta última está muy deformada lo mismo acontece con la primera. Para dar por superada la extrema pobreza primero hay que esclarecer las cifras reales. Joaquín Lavín sostuvo, defendiendo la deformación de las cifras, que “es la única manera de comparar” (22/07/12). Es evidente que no se puede establecer relaciones valederas de no ser acercándose a la realidad y la metodología debe ser la adecuada para reflejarla y no viceversa. Es positivo que el Gobierno se proponga efectuar anualmente la Encuesta Casen. Pero, es todavía más importante entregarle al país las cifras reales. Desde luego, que no es solo un tema académico, ya que de no trabajarse con datos verdaderos también las medidas dirigidas a superar el problema terminan siendo necesariamente insuficientes.
El director del departamento de Economía de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, Dante Contreras, sostuvo con razón que “la actual metodología (de la Encuesta Casen) hay que cambiarla al menos en un par de dimensiones. Primero –detalló- se debe cambiar la canasta para lograr medidas de ingreso que sean más estables en el tiempo (…) y además me gustaría tener una medida multidimensional de pobreza”, con el efecto en varias áreas, entre ellas ingresos, educación, salud, vivienda y empleo. “Con Claudio Sanhueza –agregó- hicimos estimaciones recientes y la pobreza se ubicaría en torno al 28% o 30%, con esa medida multidimensional” (24/07/12).
“Cualquier estadística no sirve –como escribió Andrea Repetto, académica de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez- (…). Los requisitos para que estas sean confiables –añadió- son grandes, entre ellas la sofisticación técnica con la que se recopilan y la independencia política de quien las levanta (…) ¿Se imagina al director del INE, cuyo jefe es el ministro de Economía –ejemplifica- saliendo a los medios a corregir a las más altas autoridades del país cada vez que hacen (…) comparación errónea? Por ejemplo, cada vez que el Gobierno se vanagloria por las cifras reciente de creación de empleo e insiste en que éstas superan con creces los de toda la historia de nuestra economía, olvida recordar a la ciudadanía de lo que hoy se registra como empleo es muy distinto a cómo se definía antes del 2010” (17/07/12). Desde luego, Lavín no aclaró los errores metodológicos de la encuesta divulgada. Se sigue así entregando cifras distorsionadas, realidad que también se produjo durante los Gobiernos de la Concertación.
La Encuesta Casen fue utilizada también para entregar cifras sobre distribución del ingreso, que partió constatando Piñera demuestra que “los niveles de desigualdad que existen en nuestro país (…) son excesivos, son escandalosos (25/07/12). Es así, situación que se arrastra desde los años de dictadura, sin que esta realidad se modificase durante los gobiernos de la Concertación, ni ahora. Uno de los cuadros que proporcionó el Gobierno es las veces en que supera el 10% de la población de mayores ingresos al primer decil. Si se examina esta serie desde 1990 se comprueba que experimentó una ligera mejoría al comienzo del Gobierno Aylwin, para posteriormente nunca volver a la situación de esos años, incluyendo la Casen 2011. Esta es la relación a efectuarse y no limitarse a comparar con 2009 un año como ya señalamos recesivo y, por tanto, con tasas de desempleo extraordinariamente altas, que necesariamente deterioran la distribución del ingreso. Este indicador se hace más favorable si se incorporan los subsidios monetarios entregados por el Estado, reduciéndose la brecha con el 10% más rico.
Relación del 10% de más altos ingresos con el 10% de menos ingresos
(Fuente: Casen. En número de veces)
Año | Nº de veces | Año | Nº de veces | Año | Nº de veces |
2011 | 35,6 | 2000 | 34,7 | 1994 | 30,9 |
2009 | 46,2 | 1998 | 34,7 | 1992 | 29,1 |
2006 | 31,3 | 1996 | 33,0 | 1990 | 30,5 |
2003 | 34,4 |
Para dimensionar la extraordinaria concentración del ingreso, es útil comparar el décimo decil (con un 38,9% del total) y el noveno decil que llega a menos de la mitad (15,6%). Confirma que en un porcentaje muy reducido de la población es donde se produce la alta concentración. El primer decil registró una participación en el total de apenas 1,1% y el segundo de 2,9%.
Distribución del ingreso autónomo del hogar por decil
(Fuente: Casen 2011. En porcentajes del total)
Decil | % | Decil | % | Decil | % | Decil | % |
I | 1,1 | IV | 4,7 | VII | 8,5 | IX | 15,6 |
II | 2,0 | V | 6,0 | VIII | 11,2 | X | 38,9 |
III | 4,0 | VI | 6,9 |
El otro indicador entregado por el Gobierno es la ligera mejoría producida en el llamado coeficiente Gini, siempre comparando con 2009, tanto si se considera los ingresos autónomos (sin subsidios) como el ingreso total (con subsidios) que mejoran, respectivamente, de 0,55 a 0,54 y de 0,53 a 0,52. Este indicador llega a cero cuando hipotéticamente se produce la completa igualdad y a uno cuando la desigualdad llega a su punto máximo. El promedio de los países miembros de la OCDE es de 0,314, lo que ratifica el alto nivel de desigualdad del país, incluso considerando las transferencias monetarias. En los Gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende el coeficiente fue de 0,4. Por tanto, claramente se ha retrocedido. Este indicador, con los datos disponibles, no permite utilizarlo para mostrar toda la dimensión de la desigualdad en el país, exige disponer de la información en percentiles, dado que la concentración del ingreso se produce en un segmento muy reducido.
“(…) seguimos siendo –señaló Claudia Sanhueza- un país muy desigual respecto al contexto internacional. No vamos a cambiar nuestro estatus por caer de 0,53 a 0,52 en ingresos monetarios. Ningún país ha podido disminuirlo en diez puntos en poco tiempo. Tiene que ver con una cosa estructural de nuestra economía, mucha concentración en los ingresos altos (…) y también se explica porque las políticas sociales tampoco tienen como objetivo disminuir la desigualdad (…)” (25/07/12).
Para hacer estimaciones sobre distribución del ingreso, no basta con antecedentes cuantitativos de la pobreza, sino también de la riqueza. La Casen ni siquiera incorpora el pago de dividendos efectuados por las empresas. De otra parte, incorpora los datos de un mes determinado, que queda por tanto en dependencia positiva o negativa de lo que acontezca en esos treinta días. En EE.UU. ello se evita considerando ingresos anuales.
Desde luego, la mala distribución del ingreso implica un cuestionamiento muy grande a la reforma tributaria, ya que no aporta en nada el proyecto en discusión a mejorar la situación, más aún puede empeorarla de aprobarse la reducción en los impuestos de las personas de más altos ingresos. También es una crítica a la política salarial, ya que su aumento constituiría una vía efectiva para mejorarla. En especial, tiene que ver con los bajos gravámenes a los sectores de más altos ingresos y los múltiples mecanismos que tienen para eludirlos, así como con los fuertes flujos de recursos al exterior efectuados por las grandes empresas exportadoras controladas por capitales extranjeros.
Por lo demás, la Encuesta Casen no tiene como propósito directo medir la distribución del ingreso. Hacerlo requiere prestar atención a su distribución funcional, es decir a la retribución que perciben los diferentes factores productivos (capital, trabajo, rentista), que tuvo un retroceso muy violento en los años de dictadura, que sigue sin revertirse.
Proporcionar información económica no creíble es más usual de lo que se supone. Al darse a conocer en el Reino Unido los datos del producto del segundo trimestre con una contracción de 0,7 puntos porcentuales, “el mayor misterio para los economistas es el hecho de que los datos del PIB simplemente no coinciden –comentó Financial Times- con la señal del mercado laboral respecto a que el empleo y al número de puestos de trabajo están aumentando” (26/07/12).
El “misterio” lo aclaró Michael Sanders dando las cifras de los trabajos permanentes a tiempo completo como porcentaje de la fuerza de trabajo. En el primer trimestre de 2012 su porcentaje era de 54,7%, inferior al 55,6% de un año antes y muy inferior al 58,9% de los mismos meses en 2008, al iniciarse la recesión. El número de puestos de trabajo crece a través de actividades muy precarias cuyo rendimiento en el producto es muy inferior a los de quienes trabajan a tiempo completo.
Por Hugo Fazio