Como «idiotas útiles» han sido calificados los estudiantes y miembros del magisterio brasileño que este miércoles salieron a las calles a protestar en contra de los recortes presupuestarios al sector por parte del presidente Jair Bolsonaro.
El calificativo fue para más de un millón de personas que se manifestaron durante el paro nacional estudiantil y magisterial.
Las marchas fueron convocadas por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), que agrupa a los universitarios; la Unión Brasileña de Estudiantes de Enseñanza Media (UBES), sindicatos de profesores y de trabajadores de la educación.
Estas marchas sucedieron en al menos 40 ciudades de Brasil, para rechazar el anuncio gubernamental de recortes del 30 por ciento en los presupuestos de las universidades públicas.
Desde Estados Unidos, el mandatario brasileño no ocultó su desprecio por el sector estudiantil. En sus declaraciones desde Texas, dijo: «no tienen nada en la cabeza. Si les pregunta cuánto es siete por ocho, no saben. Si les pregunta la fórmula del agua, no saben. No saben nada».
Mientras su homólogo argentino, Mauricio Macri, recibía su quinta gran protesta masiva, el Ejecutivo de ultraderecha enfrentó con ofensas la primera protesta que paralizó escuelas y universidades en Brasil.
El presidente brasileño no dudó en restar importancia a la movilización y denunció una manipulación de parte de una minoría de izquierda.
“La mayoría es militante, no tienen nada en la cabeza (…) son unos imbéciles que son usados como margen de maniobra de una minoría que compone el núcleo de muchas universidades en Brasil”, espetó.
El descalificativo y la falta de respeto hacia el gremio no vienen solo del presidente Bolsonaro, también el ministro de Educación, Abraham Weintraub, hizo lo propio, ya que en una entrevista con el diario Estado de Sao Paulo se refirió a las manifestaciones y consideró que las universidades promueven “alboroto” y “eventos ridículos”.
Las protestas del sector son por una causa justa y en contra de un recorte de 30 % en el presupuesto discrecional de las universidades federales, lo que sería unos 1.800 millones de dólares, que son utilizados, entre otras cosas, para el pago de becas de investigación y de servicios.
Sin embargo, Bolsonaro cuestiona que la educación “está dejando mucho que desear” en el país y responsabilizó a las gestiones del Partido de los Trabajadores, aludiendo a los anteriores gobiernos de izquierda, uno de ellos liderado por Luis Inácio Lula da Silva, hoy encarcelado por corrupción.
“El 70 % de los chicos con 15 años de edad no sabe lo que es una regla de tres simple, estamos cada vez más ladera abajo”, protestó.
Por si fuera poco, el mandatario brasileño asegura que “no hay recortes. El problema es que encontré un Brasil destruido económicamente” y justifica que su política se debe a que “las recaudaciones fueron inferiores a las previstas”.
Y viendo el panorama más cercano, se deben tomar en cuenta las palabras del ministro de Economía, Paulo Guedes, quien reconoció el martes que la economía brasileña está “en el fondo del pozo”.
Su declaración refleja que habrá una revisión de la previsión de crecimiento para este año, por lo que podría haber nuevos recortes en varios sectores. De ser así, los presidentes de Brasil y Argentina, que hoy recibieron manifestaciones en contra de sus políticas, estrarían frente a una virtual ola de protestas a mediados de este año.
De hecho, medios como Clarín ya recogen algunas expresiones de sindicalistas que ven la jornada de este miércoles como “un ensayo de la huelga general convocada para el 14 de junio contra la reforma de las jubilaciones, un proyecto que le valió a Bolsonaro amplio apoyo del mercado”.