Recientemente la ONG Bidas (Bienestar Integral por los Derechos Ambientales Sostenibles) de Antofagasta ha emitido un comunicado público, a raíz de que se ha difundido en la prensa local la aprobación, por parte de la Comisión de Evaluación Ambiental de dicha región, de la construcción de una nueva planta desaladora para la ciudad. Mediante dicho documento señala que la inversión realizada por la empresa, de 120 millones de dólares, corresponde a una cifra muy baja para una planta de estas características, considerando que una de las plantas desaladoras en Israel “costó aproximadamente 400 millones de dólares en la zona de Sorek, y otra en Australia, 1.200 millones de dólares“, lo cual “deja en evidencia que el presupuesto es significativamente inferior, y claramente no garantiza el uso de ‘tecnologías de punta‘”.
Por otro lado, manifiestan que al desalar el agua de mar –que la planta utilizará para producir el agua potable para la población- no se encuentra exenta de elementos contaminantes y sustancias nocivas para el ser humano, considerando “que el mar es utilizado como una gran ‘cloaca’ para desechos de todo tipo. Contaminantes que difícilmente serán procesados de manera eficiente en una planta que funcionará con una menor inversión y con un uso de osmosis inversa, que es ineficiente al momento de eliminar las sustancias“.
Asimismo, la ONG de Antofagasta Bidas agrega que en muchos casos la Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera seguras las plantas desaladoras por tratarse de “potabilización artificial del agua“, agregando a lo anterior que la legislación chilena al respecto es “permisiva y deficiente” por cuanto no exige la remoción de metales y otros químicos, así como sustancias radioactivas que eventualmente podrían llegar a las costas chilenas.
La ONG Bidas ha denunciado en muchas oportunidades la pésima calidad del agua que se está bebiendo en la región de Antofagasta; también ha informado sobre los problemas específicos que sufre el agua en la capital regional, tema que no ha sido abordado aún como corresponde por las autoridades, lo cual es gravísimo -señalan- ya que el problema del agua en la región abarca desde los famosos metales pesados, hasta contaminación por material radioactivo.
La ONG Bidas está enfocada hoy en día principalmente en tres ámbitos, los cuales “llamamos las 3A; Aire, Agua y Alimentos. Es decir, abarcamos todo lo contingente a estos elementos en especial la contaminación en el agua y aire, y en el caso alimentario, el peligro de los alimentos transgénicos, conservantes, colorantes y otros”, señalan.
Aunque esta ONG nace en la Región de Antofagasta, sus aspiraciones son abarcar a toda la sociedad y el país a través de la difusión de la información que los medios tradicionales no difunden en el ámbito de las llamadas «3A».
ELEMENTOS CONTAMINANTES DEL AGUA EN ANTOFAGASTA
Altas concentraciones de boro, plomo, mercurio y flúor están en las aguas de la Región de Antofagasta. Las faenas mineras arrojan al cielo y a las aguas dichos contaminantes.
Recién en los años ’70 se nivelaron los niveles de arsénico en el agua, cantidades que envenenaron durante décadas a los habitantes de dicha zona. Se atribuye a esto que la región de Antofagasta tiene uno de los índices más altos de cáncer a nivel nacional.
Pero hay otro elemento que fue olvidado: el boro, considerado altamente tóxico por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La normativa chilena no regula la cantidad de este elemento en el agua, por lo cual no existe un proceso efectivo para eliminarlo.
A ello se suma que las faenas mineras cordilleranas levantan contaminantes en forma de material particulado, lo que aumenta el coctel de metales pesados en el agua y el aire. Este problema afecta de sobre manera a las comunidades que viven cerca de actividades mineras.
La evolución geológica en Chile provocó que en la Cordillera de la Costa y la Cordillera de los Andes, al ir liberando material tóxico proveniente de sus cordones volcánicos en procesos de miles de años, se fueran decantando elementos químicos como arsénico, boro, plomo, azufre y muchos más. Hoy en día los cauces arrastran todo ese material por las aguas de la Región de Antofagasta, lo que implica que la potabilización del agua requiere un tratamiento especial.
El agua marina de Antofagasta contiene niveles altísimos de metales pesados, algunos de los cuales quedan fuera del agua al utilizar la osmosis inversa. La planta desalinizadora que ya funciona en la zona norte de la ciudad ha registrado numerosos episodios en donde se han filtrado hasta piedrecillas a los consumidores finales, ha salido agua con mal olor, turbia, con color bastante anómalo y por lo mismo pasó el tan famoso problema de la contaminación por microalgas que se filtraron a esta desaladora (y a los consumidores).
También la osmosis inversa le quita al agua las sales y minerales esenciales que el agua de forma natural contiene, lo cual obliga a que después de tratar el agua ésta sea procesada para adicionarle nuevamente estos elementos, lo cual deja mucho que desear al momento de consumir un elemento “natural”.
Con la colaboración de Jean Sola – Bidas
Bienestar Integral por los Derechos Ambientales Sostenibles (de Antofagasta)
Por Emanuel Garrison
30 octubre de 2012
El Ciudadano Nº135, primera quincena noviembre 2012
Fuente fotografía