Una investigación liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación revela que entre 2012 y 2017 hubo más de 8.000 casos de personas recluidas en celdas de aislamiento, más de la mitad fueron por al menos 15 días
Miles de migrantes latinoamericanos detenidos por las autoridades estadounidenses en frontera sur del país norteamericano pasan desde 15 días hasta un año o más en confinamiento solitario.
El uso desmedido de esta práctica afecta la salud mental de las personas y es considerada, tanto por las víctimas como por defensores de derechos humanos, como un acto de tortura que debe abolirse.
Un informe elaborado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés) estudió 8.488 casos registrados entre 2012 y 2017, de los cuales al menos la mitad estuvieron recluidos en solitario por más de 15 días.
Otras 187 personas permanecieron aisladas durante más de seis meses, de las cuales 32 alcanzaron un año, e incluso más.
Según los periodistas del ICIJ, durante esos cinco años los detenidos enviados a reclusión solitaria pasaron en total un millón de horas de aislamiento.
En más de la mitad de los casos estudiados los migrantes procedían de México, El Salvador, Honduras y Guatemala.
De acuerdo con el informe, la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) emplea el aislamiento como una herramienta para tratar y castigar, «incluso a los detenidos más vulnerables durante semanas y meses».
La investigación también reveló que las autoridades de la ICE utilizan la reclusión en celdas de aislamiento como una medida para castigar a inmigrantes por actos como «besos consensuados»; o para separar a aquellos que inicien huelgas de hambre (182 casos) o que intenten cometer suicidio (373 registros).
Asimismo, según el informe los discapacitados y miembros de la comunidad LGTBI (93 casos) son colocados en confinamiento por protección, al considerar que son vulnerables en la población general.
“Esto es una tortura mental”
Dulce Rivera, una mujer transgénero de 37 años proveniente de Honduras y residente de EE. UU. fue hallada culpable de un robo con arma en segundo grado, estando bajo efectos de las drogas, y el 29 de agosto de 2017 fue trasladada a un centro de detención de inmigrantes del ICE.
En el Centro Correccional del Condado de Cibola, en Nuevo México, fue internada en régimen de aislamiento en mayo de 2018 por supuestamente acosar a otros detenidos, según los registros de las autoridades.
Durante el año y medio en el que estuvo encerrada como animal de zoológico, solo tuvo acceso al mundo exterior por una pequeña ventana por donde entraba una bandeja de comida tres veces al día.
La mayor parte de su día a día transcurría dentro de la celda, a excepción de dos momentos: “la hora de yarda”, para recrearse en un pequeño patio durante una hora o menos, y cuando se iba a duchar.
La celda tenía las paredes desnudas y sólo contaba con una mesa, un fregadero y un inodoro. «Nunca se sabe qué día es, qué hora es. A veces nunca ves el sol», relató al portal The Intercept.
El 20 de junio, casi cuatro semanas después desde que fuera recluida en aislamiento, los guardias le informaron que no se le permitiría ir al patio, «por protección» y «para siempre».
Aunque en el reclusorio de Cibola existe una unidad para la población transgénero y LGBTI, las autoridades le negaron estar allí.
Dos días después, tomó una manta rota y se colgó de un ventilador colocado en el techo de la celda, pero un guardia la liberó antes de que se asfixiara.
Sin embargo, su terrible experiencia apenas comenzaba, ya que después de ser atendida en el hospital, fue trasladada a un centro ubicado en El Paso, Texas, donde fue ingresada en una celda de aislamiento diferente, cuya puerta tenía un letrero que decía «suicidio seguro».
Desde entonces, Rivera pasó la mayor parte del año siguiente en aislamiento en solitario, en las mismas condiciones que le ocasionaron su crisis mental.
“No cuelgues. Ya va, tengo muchas cosas que decir, quiero hablar. Esto aquí es horrible, estoy muy sola, mira, hace rato nadie me mira, nadie, te echan aquí en ‘El hoyo’ y ¿sabes qué es lo peor? Que no existes, nadie te ve ni te oye y así se te va un día y otro día. No le pueden hacer esto a la gente. Estoy desesperada (…) Esto es una tortura, una tortura mental”, relató Dulce durante un contacto telefónico con el equipo de Univisión Noticias mientras estuvo recluida.
Luego de ser liberada, dio detalles de los abusos que sufrió durante su reclusión y, en especial, en los meses que permaneció en las celdas que los detenidos llaman ‘El hoyo’, ‘la caja’ o ‘el hueco’
“Me afectó estar en ese lugar tan asqueroso y horrible. Fue demasiado tiempo en mi caso, me metían a cada rato por cualquier cosa, haciéndome acusaciones de cosas que después no demostraban«, prosiguió con su relato.
Asimismo, precisó: «Ahí hay cámaras por todas partes ¿tú crees que si yo de verdad hubiera hecho lo que ellos decían, que si molesté sexualmente a alguien, no estuviera en las cámaras?. Nunca investigaron, nada. Solo me metían por cualquier excusa al ‘hoyo’. Si yo cuento todo, sumo todo, yo estuve encerrada en ‘el hoyo’ por 15 meses, casi año y medio. Eso es tan injusto (…) Y otra gente está viviendo eso ahora mismo”.
La pesadilla de los inmigrantes
El caso de Dulce no es una excepción. De acuerdo con investigaciones del ICIJ, en un tercio de los casos por confinamiento solitario, los arrestados padecían enfermedades mentales, por lo que tenían mayor posibilidad de derrumbarse psíquicamente en el encierro.
Varios archivos documentan que algunos detenidos aislados se mutilaron sus genitales, se cortaron las muñecas y embadurnaron las celdas con sus propias heces. Mientras que otros inmigrantes confinados en solitario sufrieron alucinaciones, impulsos suicidas y ataques de ira.
Los exdetenidos relataron a los periodistas del ICJ que habían sufrido de insomnio, pérdida de memoria y depresión luego de haber sido liberados.
Al respecto, Juan Méndez, relator especial sobre la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), advirtió que el confinamiento solitario debería prohibirse, salvo en «circunstancias muy excepcionales».
«Es importante que consideremos el aislamiento como una forma de tortura mental o por lo menos de trato cruel, inhumano y degradante de carácter mental y no físico (…) El confinamiento solitario indefinido o prolongado por más de 15 días también debe estar sujeto a una prohibición absoluta, las personas con enfermedades mentales nunca deben ser aisladas”, dijo, citado por The Intercept.
Las excusas de Inmigración
Las autoridades de la ICE afirman que la decisión de aislar a los detenidos, quienes, según la ley federal no se consideran presos, constituye «un paso serio que requiere una consideración cuidadosa de las alternativas».
Según la portavoz de la ICE, Danielle Bennett, la «política de segregación» aplicada por la agencia «protege a los detenidos, el personal, los contratistas y los voluntarios de los daños» que pudieran hacer ciertos detenidos de la población general, por lo que justifican la medida de aislamiento «por razones administrativas y disciplinarias».
En promedio, según Bennett, sólo el 0,5 % de la población detenida estuvo recluido en solitario por 14 días o más durante el 2018.
Aseguró que cuentan con «varios niveles de supervisión para garantizar que los detenidos en custodia de ICE residan en entornos seguros y humanos y en condiciones adecuadas de confinamiento».
No obstante, la investigación realizada por The Intercept y el ICIJ descubrió que las autoridades de inmigración utilizan el aislamiento como primer recurso y no como última instancia disciplinaria. Incluso, la aplican a pesar de estar conscientes de que «es una medida grave que requiere de una consideración cuidadosa de las alternativas».
Abusos e irregularidades
Desde 2014, Ellen Gallagher, exasesora de políticas de la Oficina de Derechos Civiles y libertades Civiles (CRCL, por su sigla en inglés) comenzó a denunciar el uso del aislamiento por parte de la ICE.
A su juicio, es necesario evaluar el uso y abuso del confinamiento solitario en centros de inmigrantes, porque en su mayoría se trata de personas con vulnerabilidades especiales, que en muchos casos presentan afecciones psicológicas.
Gallagher expresó estar alarmada por los documentos que muestran que en los centros de detención se ubicaban inmigrantes psicológicamente enfermos en aislamiento, por cosas como intentar suicidarse, ser víctimas de un ataque físico o posesión no autorizada “de un pimiento verde”.
Asimismo, advirtió que la ICE no ha buscado medidas alternativas al confinamiento solitario prolongado. «La gente está siendo tratada de una forma brutal”, condenó.
El efecto Trump
Las revelaciones del informe del ICIJ se producen en medio de la controversia que existe dentro de la opinión pública por cómo las autoridades estadounidenses arrestan y detienen a los inmigrantes.
La política migratoria aplicada por el presidente Donald Trump ha ocasionado que los centros de detención estén al máximo de sus capacidades, con más inmigrantes esperando tras las rejas mientras sus casos languidecen en los tribunales, mientras se decide si pueden permanecer en territorio estadounidense o deben abandonarlo.
A la separación de familias inmigrantes en la frontera y el afán de construir un muro que los separe de México, ahora hay que sumarle el aislamiento prolongado en celdas de castigo.
De cara a las elecciones presidenciales de 2020, éste es sin duda un tema al que la sociedad estadounidense y las organizaciones defensoras de derechos humanos deberían prestar especial atención.