Los jefes guerrilleros Marco León Calarcá y Andrés París indicaron en entrevista que la posibilidad de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia/Ejército del Pueblo pasen a ser una organización política, “sería consecuencia lógica del proceso; esperemos su desarrollo”. Dijeron que las acusaciones del gobierno de Sebastián Piñera sobre nexos de mapuches y chilenos con esa organización fue parte “de una estrategia mentirosa y pérfida montada por Uribe” y añadieron que “hubo la intención de la derecha continental de establecer una especie de delito de opinión”. Entre otras cosas, anunciaron que son partidarios de la legalización de la droga para terminar con el negocio del narcotráfico y que no están realizando secuestros.
Los contactos comenzaron hace unos dos años de manera secreta. Luego vino el papel de funcionarios de Cuba, Noruega y Venezuela. Hasta que este 2012 se formalizó el diálogo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia/Ejército del Pueblo (Farc/EP). Para las conversaciones ambas partes firmaron un Acuerdo General para la Terminación del Conflicto. Chile, por decisión del presidente Sebastián Piñera, se incorporó al proceso como “acompañante”.
Los jefes guerrilleros Marco León Calarcá y Andrés París accedieron a una entrevista con El Ciudadano para fijar sus posiciones en este diálogo que podría ser histórico para Colombia, después de anteriores negociaciones frustradas y que se inició en La Habana, Cuba, y ahora prosigue en Oslo, Noruega.
-¿Qué permite que hoy se pueda dar un diálogo entre las Farc y el Gobierno?
-Lo primero que debemos precisar es que el diálogo no es una concesión del Gobierno, sino un clamor del conjunto de la sociedad colombiana ligado a sus anhelos de justicia social y soberanía. Nosotros interpretamos ese sentimiento y lo hacemos propio, porque la bandera de la paz siempre ha tremolado en nuestras manos. Si el Gobierno expresa disposición para tomar esta ruta, es apenas natural que nosotros prestemos nuestro concurso para abrir un espacio en que el movimiento social protagonice el desenvolvimiento de sus propósitos de cambio. Los hechos muestran que no se asiste a un momento de derrota ni debilitamiento de la lucha insurgente. Hoy hay más razones que nunca para el alzamiento armado y está claro que el Gobierno está ante el problema de que se le hace imposible la sostenibilidad de la guerra por su enorme costo. Seguramente esto, más su afán por remover los escollos de la resistencia popular y guerrillera que se interponen al saqueo de las transnacionales, le obliga a plantearse una mesa de diálogo. Pero precisamente ahí es donde se deberán dilucidar las soluciones a las causas que generaron la confrontación.
-¿Qué factores pudieron incidir en el acercamiento y trazado del diálogo?
-Precisamente lo que acabamos de decir responde a su pregunta. Podríamos agregar que la clase dominante colombiana y sus mentores en la Casa Blanca pretenden profundizar el neoliberalismo y despejar el camino para la economía extractiva basada en la explotación minera, energética y de megaproyectos agroindustriales. Del lado de las mayorías del país, pretendemos avanzar en la solución de las enormes desigualdades políticas, económicas, sociales y culturales, a pesar del carácter violento de la oligarquía; verdaderas causas de la confrontación.
-¿Qué indica que puedan confiar en un buen término?
-La discusión es difícil, lo sabemos; sin embargo, nuestra confianza y fuerza es producto de la razón. El inolvidable comandante Jacobo Arenas afirmaba que “el destino de Colombia no puede ser la guerra civil”. Ya lo decíamos, consideramos que hay condiciones para salidas diferentes a la guerra. Esa es nuestra voluntad y compromiso, no de ahora, sino desde siempre. Confiamos en las capacidades y creatividad del pueblo colombiano para imponer una salida civilizada que impida más derramamiento de sangre.
-¿Por qué no se decretó un alto al fuego y las hostilidades?
-Quizá el Gobierno cree que con presiones militares puede lograr en la mesa el sometimiento de la guerrilla a su mezquina visión de país, pero aquí lo que debe prevalecer es el punto de vista de la gente del común que sufre las consecuencias de la confrontación. El gobierno de Juan Manuel Santos insiste en negar esa posibilidad, porque sus compromisos con el militarismo se lo impiden. Hay que tener en cuenta que la guerra es un gran negocio y grandes empresas consiguen inmensas ganancias con ella. Por eso prefieren adelantar los diálogos en medio de la guerra. Nuestra propuesta no indica debilidad, ni es un subterfugio, como la califican aquellos que velada o abiertamente se oponen a la construcción de la paz. Es un razonamiento simple y lógico, si estamos trabajando intensamente y tenemos voluntad política para construir una salida diplomática al conflicto, por qué no evitarnos muertos, heridos, lisiados y sufrimientos acordando al menos un armisticio o cese de fuegos acompañado de un tratado de regularización de la guerra.
-¿Dónde situarían los objetivos de las Farc con este proceso?
-Sería cicatero y apátrida pensar que los problemas se resuelven con un simple silenciamiento de las armas. Los propósitos tampoco pueden reducirse a la satisfacción de necesidades personales de los combatientes. Nos empleamos a fondo para conseguir la paz, que permita resolver las necesidades, sentires y quereres de las mayorías, de los y las del común, de los de a pie. Poder vivir dignamente del trabajo, en democracia, con garantías de salud, vivienda, educación. Vivir en una patria soberana y solidaria, integrada en comunidad de intereses con Nuestra América no debe ser sólo una ilusión.
-¿Esto puede conducir a que las Farc pasen a ser una organización política y legal?
-Somos una organización político-militar. Diariamente y en toda la geografía nacional el movimiento fariano se expresa a través de la guerrilla, las Milicias Bolivarianas, el Partido Comunista Clandestino Colombiano o el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia. La situación de guerra y de represión nos impone la clandestinidad, pero nunca la inmovilidad. Sería consecuencia lógica del proceso; esperemos su desarrollo. Por lo pronto decimos con la sabiduría popular “amanecerá y veremos”; aunque lo fundamental es la participación directa de la ciudadanía en libertad y democracia.
-¿Qué le parece que el gobierno chileno sea acompañante en el diálogo?
-Nos parece magnífico. La vinculación de Chile como acompañante del proceso fue una acertada decisión de las partes en la mesa. Ojalá otros países puedan contribuir a que este emprendimiento salga adelante.
-Porque el gobierno de Sebastián Piñera los acusó de terroristas, de adiestrar mapuches y gente de izquierda y montó un operativo para acusar a dirigentes políticos, periodistas y militantes de izquierda de nexos con las Farc. ¿Cómo ven eso ahora?
-Lo que vemos es el fracaso de una estrategia mentirosa y pérfida montada por el gobierno de Uribe Vélez, aupado por los gringos. Hubo la intención de la derecha continental de establecer una especie de delito de opinión de orden transnacional que pretende criminalizar la opción política y el derecho que tienen los pueblos a expresar su solidaridad. Mediante invenciones sin sustento y pruebas fabricadas se crean expedientes para condenar a luchadores populares.
-Los acusan de ser narcoguerrilla. ¿Cuál es el relacionamiento o la realidad de ustedes con la existencia del narcotráfico, el cultivo y comercialización de la droga en Colombia?
-La economía del país, la institucionalidad toda, está permeada y corroída por este fenómeno, que ha devenido, gracias a las políticas de Estados Unidos en un problema de seguridad, de salud pública, de soberanía. La acusación contra la guerrilla es la cortina de humo tras la que se oculta esta realidad. Con ella además elaboran los pretextos para intervenir en el conflicto interno de Colombia. Insistimos en que a este problema de orden social no puede dar una solución de tipo militar.
-Entiendo que ustedes están por legalizar el consumo y comercialización de la droga, como lo sostienen incluso ex presidentes y gobiernos.
-Lo proponemos como una formula sensata y realista de desmotivar la oferta, pero esto debe estar acompañado de efectivas campañas de educación y de combate a las grandes mafias norteamericanas de la distribución que se lucran del negocio. La llamada guerra al narcotráfico es componente importante de los altos precios del producto. A más represión y más violencia, más rentabilidad para los poderosos. Ganan por los precios, y por el mercadeo de los precursores químicos.
-¿Terminaron los secuestros, o van a seguir realizándolos?
-En el pasado reciente privábamos de la libertad a los ricos que burlaban la aplicación de la Ley 002 promulgada por la guerrilla en materia de impuestos. Esta Ley permanece vigente; pero este año tomamos la decisión de no seguir presionando su cumplimiento mediante retenciones. Hay otro aspecto que se refiere a la captura de prisioneros en combate. Mientras se mantenga la confrontación habrá prisioneros. Al respecto mantenemos vigente nuestra propuesta de que se establezcan normas humanitarias que permitan el canje de prisioneros. Las Farc tienen alrededor de 700 de sus combatientes cautivos en las cárceles del régimen. Denunciamos ante el mundo que sus condiciones de reclusión son lamentables, al tiempo que exigimos del Estado que se ocupe de resolver estas condiciones inhumanas de existencia que también cobijan al conjunto de la población carcelaria.
-Se informa que en los últimos años recibieron duros golpes y que tienen menos fuerza que hace una década y que ése es el motivo para dialogar hoy.
-Hace 48 años éramos 48 campesinos y propusimos hablar de paz. Nos respondió el Estado con guerra y ésta se extendió hasta el día de hoy. Siempre una guerrilla será más débil que las fuerzas del Estado. La fuerza de los insurgentes está en otras variables que los propagandistas de hoy no toman en cuenta a la hora de fabricar las matrices de opinión. Nos han golpeado y hemos golpeado, son millares los soldados muertos o heridos, son muchas más bajas que las que se dan en la guerra de Afganistán contra las tropas norteamericanas.
-¿Dónde está la diferencia entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe en cuanto a este proceso?
-Así existan variantes de estilo, de forma, ambos encarnan un mismo proyecto político y económico, que es el neoliberal. Son dos formas de una obsesión política: la de derrotar a la guerrilla en la mesa, porque no pudieron lograrlo en el campo de batalla. Con las Farc-EP se sientan en una mesa de diálogo porque somos un obstáculo para el feliz desenvolvimiento de los planes recolonizadores de las transnacionales.
-¿Temen que Estados Unidos obstruya estas conversaciones o podría alentarlas?
-En el contexto internacional actual prima el aliento a las conversaciones. Así se deduce de las declaraciones públicas de altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos.
-Me llamó la atención que en el documento de diálogo no hay referencia a terminar con el Plan Colombia y la intervención militar de Estados Unidos.
-El documento sí hace referencia clara a la derrota del Plan Colombia, porque luego de 12 años no hay parte de victoria de las armas del establecimiento sobre la resistencia, sólo frases pretenciosas nacidas de deseos derrotados. A las banderas antiimperialistas de ayer, hoy se suman todas las consignas y demandas de lucha contra la intervención yanqui, responsable principal de las políticas económicas y militares que avivan el conflicto colombiano.
-¿Ya dejaron de existir las bandas paramilitares?
-No. Siguen existiendo de la mano del aparato militar. Ahora se denominan Bacrim (Bandas Criminales). Y hay otros grupos y sicarios al servicio de los organismos de seguridad del Estado y de las empresas trasnacionales.
-Después de Oslo se afirma que ustedes están desconociendo el Acuerdo General suscrito por las partes.
-Si usted compara nuestro discurso con el preámbulo y la agenda misma, notará que están en la misma onda. Nuestro planteamiento en Oslo brota y se yergue desde el espíritu y la letra del Acuerdo de La Habana. Es comprensible que las visiones sobre la guerra y la paz no estén uniformadas, pues son esgrimidas por fuerzas contendientes. Es lo que obliga a establecer una mesa de conversaciones de paz. La solución diplomática del conflicto debe construirse sobre la roca granítica de la superación de las causas generadoras del conflicto social y armado.
-¿Siguen pensando que está incompleta la delegación de las Farc-EP a la mesa de conversaciones?
-Sí. No está completa. Hacen falta Simón Trinidad y “Tanja”, la internacionalista holandesa.
Por Hugo Guzmán R.
El Ciudadano N°135, primera quincena noviembre 2012
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