Estos cinco sorprendentes animales han logrado sobrevivir y adaptarse al fondo del mar, un lugar oscuro e inhóspito.
Al pensar en mares y océanos se evoca la imagen de especies conocidas, como las tortugas, los delfines o los peces más comunes.
Sin embargo, aunque no los vemos con la misma frecuencia, en las profundidades de los cuerpos de agua habitan animales sorprendentes.
A continuación los detalles de cinco de estos peces, moluscos y crustáceos que se encuentran a cientos y miles de metros dentro de los océanos:
Pez dragón
El pez dragón(Aristostomias scintillans) puede llegar a vivir en profundidades de más de 1.200 metros, un punto en el que todo a su alrededor está suficientemente oscuro como para pasar desapercibidos a sus presas.
Aunque es un animal bastante pequeño, que no suele superar los 15 centímetros de longitud es letal, ya que cuenta con una mandíbula fuerte, con dientes más afilados que los de las pirañas, y que cuentan con un truco especial conseguido por años de evolución.
El esmalte de sus dientes cuentan con esmalte de nanocristales que evitan que la luz se refleje o se disperse sobre las piezas haciéndolas totalmente invisibles.
De este modo, cuando se acerca con la boca abierta a sus víctimas permanece oculto hasta que ya es demasiado tarde para ellas.
Tiburón anguila
Este tiburón (Chlamydoselachus anguineus, que habita de forma irregular por los océanos Atlántico y Pacífico, se ha llegado a encontrar a 1.570 metros de profundidad, aunque no es habitual encontrarlo por debajo de los 1200 metros.
Con un cuerpo aproximado de 4 metros, alargado como el de una anguila y con las aletas situadas muy atrás, es considerado un fósil vivo, ya que muchas de sus características coinciden con las de los tiburones primitivos.
Algo que llama la atención es su forma de capturar a las presas. Su cuerpo de gran tamaño le permite doblarse y lanzarse hacia ellas, como una serpiente.
Además, cuenta con mandíbulas largas y flexibles con las que puede tragar partes enteras sin permitir que se escapen de la boca.
Medusa arcoíris
Aunque muchos han recibido las picaduras de estos animales cerca de las costas, algunas, como la medusa arcoíris pueden vivir a una mayor profundidad, que puede llegar a los 1.000 metros.
En este punto del océano varias especies pueden desarrollan bioluminiscencia, que les permite iluminar el oscuro camino por el que nadan.
Pero el caso de esta medusa es mucho más curioso, ya que no genera bioluminiscencia como tal, sino que al incidir la luz en sus cilios (las prolongaciones que usa para nadar), ésta se refleja generando un efecto similar al del arcoíris.
Otra característica curiosa de esta medusa que fue descubierta en 2009 cerca de la isla de Tasmania, es su forma de cazar, ya que cuenta con unas células que generan una sustancia pegajosa que les permite paralizar a sus víctimas.
Pez caracol de las Marianas
El pez caracol de las Marianas(Pseudoliparis swirei), hallado en 2017, recibe su nombre de la fosa en la que habita a más de 8.000 metros de profundidad.
A pesar de estar en un ambiente sumamente oscuro e inhóspito , las cámaras colocadas por los investigadores en el fondo de la fosa de las Marianas mostraron que el pez se encuentra bastante bien alimentado, ya que es el principal depredador de la zona.
Pulpo Dumbo
En 2018 los tripulantes del barco de investigación Nautilus se encontraban analizando las imágenes registradas con uno de sus instrumentos submarinos cuando dieron con un pulpo de enormes “orejas” y cuerpo de color blanquecino en la bahía de Monterrey, frente a las costas de California, Estados Unidos .
El pulpo Dumbo (Grimpoteuthis), cuyo nombre procede de las dos aletas situadas sobre su cabeza, suele vivir a grandes profundidades, preferiblemente entre los 4.000 y los 5.000 metros.
En esa ocasión, los científicos a bordo del Nautilus lo divisaron a algo más de 3.000 metros de profundidad.
Aunque existen hasta 18 especies diferentes de estos pulpos, todas cuentan con varias características que les facilitan la vida a gran profundidad.
Su cuerpo suave y gelatinoso le permite vivir y moverse a presiones elevadas. Además, de los ocho tentáculos con los que cuenta para desplazarse, posee las dos grandes aletas de su cabeza.
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